Eduardo Mangada, arquitecto y ex concejal de urbanismo Imprimir
Opinión / Actualidad - Entrevistas
Escrito por Alex Moreno   
Domingo, 05 de Junio de 2016 04:31

<p>Eduardo Mangada</p> “La Operación Chamartín era un coto del BBVA para sus fondos de inversión”

El pasado 10 de mayo Manuela Carmena presentó su nuevo proyecto para el norte de Madrid. Los titulares del día hablaron de que el nuevo equipo municipal enterraba la Operación Chamartín, una vieja aspiración del desarrollo urbanístico de la capital para hacerse con 3,3 millones de metros cuadrados al norte de la estación.

 

El nuevo plan, renombrado como Madrid Puerta Norte, reduce la intensa edificabilidad que meses antes de las elecciones municipales de 2015 presentaba el anterior proyecto que el gobierno de Ana Botella puso en manos de la empresa Distrito Castellana Norte, constituida con capital del BBVA en un 75% y la constructora San José en un 25%, y apadrinada por la Comunidad de Madrid y el Ministerio de Fomento. La nueva alcaldesa dotaba al distrito de nuevos equipamientos y zonas verdes, y recuperaba la iniciativa pública, pues establecía la creación de un consorcio público-privado para desarrollar los terrenos de la operación situados al sur de la M-30. 

Un cambio sustancial a lo concebido anteriormente, donde la empresa DCN tenía poder para actuar en todo el terreno que ocupaba la operación urbanística,  cosa que critica duramente Eduardo Mangada Samain (Anna, Valencia, 1932), arquitecto y teniente de alcalde con Enrique Tierno Galván. Mangada, que ocupó entre 1979 y 1982 la concejalía de Urbanismo, no escatima críticas al anterior proyecto, y no solo por el interés puramente privado. También por sus características urbanísticas y técnicas.

En 1993, cuando se proyecta por primera vez la Operación Chamartín, usted ya criticó aquel desarrollo urbanístico. ¿Por qué?

Era una burrada. Plantear una operación de tal magnitud y con las infraestructuras que se proyectaban, con una inmensa losa que cubría la estación... Muchos metros cuadrados de viario para hacer una operación carísima que no tenía sentido. Menos políticamente, cuando la operación, que era pública, estaba patrocinada por el Ministerio de Fomento y por el banco Argentaria. Da la casualidad de que Argentaria estaba presidida [desde 1996] por Francisco González, que hoy es presidente del BBVA. Me extrañó que en un momento de crisis económica, cuando realmente hacían falta otras cosas, desde una administración socialista se plantease una operación de ese carácter. Una inversión que no era urgente y que, además, era contradictoria con el proyecto político que representaba el PSOE. Salvo en el caso del ministro Solchaga, que creía que la finalidad del suelo la tenían que decidir los propietarios del suelo, uno de los discursos más reaccionarios que yo he oído en mi vida.

A partir de ahí, el proyecto se pierde y renace en enero de 2015, cuando las tres administraciones gobernadas por el PP presentan un nuevo plan.

Aparece pervertido ese proyecto: inflado en volúmenes de edificabilidad, y, sobre todo, por la forma de gestión. Había una voluntad de privatizar el desarrollo de toda esa zona: tres millones de metros cuadrados en la ciudad con tres millones de edificabilidad y además pactada. Escandaloso. Se firma un convenio entre Fomento, la Comunidad de Madrid y la empresa Distrito Castellana Norte. El convenio viene a decir que se encarga realizar esta grandísima operación a manos privadas. Hay un primer exabrupto cuando se firma el convenio: tras un coro de alabanzas de la ministra Ana Pastor, Ana Botella, e Ignacio González, se deja el área final al presidente de BBVA, donde dice además que esto no lo hace por el banco, que lo hace por Madrid aunque el banco pueda perder dinero. Me extraña mucho que los presidentes de los bancos se hayan vuelto monjas y que el BBVA se haya convertido en una ONG.

¿Qué otras críticas tiene?

El proyecto, respecto a diseño y cultura urbana, es malísimo. Consiste en una serie de cinco pequeños Manhattan: un cubilete, una torre y dos bloques. Realmente es infame. Se plantea una serie de infraestructuras costosísimas e innecesarias. En el reparto de cargas presupuestarias, se asignan a las administraciones públicas, aunque dicen que irán a costa de los promotores privados. No es cierto. ¿Esto qué conlleva? Yo lo llamo un cortijo para el BBVA, con una implicación de las administraciones públicas para invertir en construcción y con el amparo de las administraciones, dando cobertura y protección a un negocio puramente privado. El compromiso de este convenio es que se desarrollase en 20 años. 

¿Veinte años a partir de la firma en 2015?

Sí. Tienen 20 años para desarrollar el proyecto. ¿Pero qué proyecto? Entregar en una ciudad una parte sustantiva en una posición tan estratégica como es el norte de Madrid, con tanta edificabilidad posible, y con muchísima incertidumbre... porque puedes pasar de 17.000 a 22.000 viviendas y de un millón y medio de metros cuadrados terciarios a dos millones haciendo ingeniería de números... Puedes hacer verdaderos cambalaches. Pero hay un momento, ya con el gobierno de Carmena, que en una de las reuniones que convoca el concejal de Desarrollo Urbano Sostenible, DCN se planta. Se cansan y se van. Además, dicen que no son ni constructores ni inmobiliarios, que son inversores. Lo que quieren es un coto privado para incorporar a todos los inversores privados que vengan. 

El Ayuntamiento ha proyectado un nuevo plan que rediseña totalmente la operación.

Yo aplaudí ese acto porque el gobierno municipal recupera su obligación inalienable, el diseño del proyecto de la ciudad, que es responsabilidad exclusiva de los poderes públicos. Puedes incorporar la colaboración de los poderes privados, pero no puedes dejar en manos de los poderes privados el desarrollo de la ciudad durante 20 años con unas eventualidades, unos cambios que pueda haber, políticos, económicos... Aplaudo esa recuperación de protagonismo público en la construcción de la ciudad. Me parece no solo progresista o de izquierdas... Es que desde la Ley del Suelo de 1956 de Franco, la ciudad y el suelo son una responsabilidad pública y tiene fundamentalmente una función social antes que una función económica. Por fin se dice no a estos señores y recuperamos el proyecto, la dirección y el proceso de construcción de la ciudad para los poderes públicos legítimos y democráticamente elegidos. Y al mismo, tiempo se reconduce el proyecto urbanístico en sí, poniéndolo en cifras razonables. Se vuelve a recuperar la cordura, sin trampas. 

¿No habría sido necesario un debate, un foro en el que se pudiera decidir sobre las necesidades que había en esta zona de Madrid?

Sí, ha habido. El concejal de Urbanismo y Desarrollo, José Manuel Calvo, ha tenido tres que yo sepa, cuatro o cinco mesas técnicas y de participación donde ha estado presente esta empresa Distrito Castellana Norte. Ha habido un debate, se ha explicado.

Me refería al anterior plan.

Bueno, creo que esto salta a la opinión cuando se firma el convenio y cuando vuelve a resurgir este plan. Antes estaba funcionando soterradamente. Había planes en marcha. Realmente sale como algo objetivamente criticable u opinable cuando surge el pretendido consorcio... que no es ni siquiera un consorcio, realmente es que los poderes públicos encomiendan a una empresa privada una parte de la ciudad, un coto de caza. Julio Rodríguez, que fue presidente del Banco Hipotecario y ahora está en Economistas Frente a la Crisis, escribió un artículo en el que decía que en España las mayores inversiones que se están haciendo en inmobiliario son de los fondos de inversión extranjera, bajo amparo del Banco Central Europeo. Era una tarta fantástica para atraer fondos de inversión. Esto es lo fundamental. Todo este montaje, desde Fomento, con la obediencia de la Comunidad y el Ayuntamiento, es un contubernio para otorgar una licencia, un 007, al BBVA.

¿Qué cambios sustanciales hay en el nuevo proyecto?

Es el ayuntamiento el que dice cómo se empieza, qué se hace y cómo se plantea. Corrige una interpretación cuando menos fraudulenta del planeamiento del BBVA, que es que hay que aplicar la edificabilidad sobre todo el suelo. Eso es ilegal. Lo que hace el Ayuntamiento actual es aplicar la edificabilidad sobre los suelos que realmente se van a transformar, que es donde realmente se va a invertir y donde va a haber plusvalías. No sobre unos suelos que van a ser siempre ferroviarios. 

Y ese aumento de la edificabilidad, ¿qué suponía para la ciudad?

Según ellos, suponía poner a Madrid en la onda de las grandes ciudades del mundo, modernizar Madrid, crear el mayor centro de empresas de Europa... Haciendo un bien a Madrid, prolongando el metro, una Castellana que no es prolongable, haciendo más túneles, haciendo una losa que es un disparate... Y tan inculto que, sobre esa losa, que debe de tener 4 metros de grosor, es donde pretendían colocar el parque central. Además de no saber de urbanismo no saben de botánica. Es un desastre conceptualmente. Y ahora, contra la cordura, lo que ha habido es grosería y amenazas. Es impresentable. Lo primero que había que hacer era reclamar la lealtad de las instituciones públicas en este proyecto y constituir un consorcio público. La primera respuesta es una grosería, una falta de sensibilidad institucional. Que la ministra en funciones convoque unilateralmente en su mesa, simultáneamente y con el mismo rango, a la alcaldesa, a la presidenta de la Comunidad y al presidente del BBVA me parece un insulto a la democracia y al sentido de responsabilidad institucional.

La ministra amenazó con reclamar al Ayuntamiento 700 millones de euros invertidos por Adif.

No sé si Adif se ha gastado 700 millones. Si se los ha gastado lo ha hecho porque es su función. Si los ha gastado pensando que se iba a hacer rico es un irresponsable porque no tenía base jurídica. Cuando el Ayuntamiento actual decide parar el plan y plantear uno nuevo, la situación no está consolidada en ningún sitio. No hay derechos consolidados por parte de nadie. Porque el convenio, donde se establecía lo que se aportaba, la edificabilidad, cobraba eficacia jurídica, administrativa y económica cuando se aprobase el plan parcial, que no fue aprobado, y cuando fuese ratificado por el pleno municipal. El pleno lo convocó Ana Botella el jueves antes de las elecciones municipales del domingo 24 de mayo de 2015. No se pudo llevar a cabo no porque Ana Botella lo retirase, que le podría haber dado vergüenza a última hora, sino fundamentalmente porque hubo una funcionaria que dijo que no estaba completo el expediente. Exactamente eso. ¡Y eso se da tres días antes! 

Otra de las partes que rechaza el nuevo proyecto es la Comunidad de Madrid.

[Cristina] Cifuentes hace otra amenaza. Dice que la aprobación definitiva está en sus manos y que no se va a aprobar ese plan. Eso es verdad y mentira: la Comunidad tiene potestad para la aprobación definitiva de los planes en general, pero la iniciativa y el criterio de oportunidad de qué le conviene a la ciudad es plena competencia del Ayuntamiento. La Comunidad puede denegarlo si incumple la ley o tiene defecto de forma.

¿Ahora qué papel tiene el BBVA en la proyección del nuevo plan?

Ninguno. Cuando entra el nuevo equipo en el Ayuntamiento hay un momento de duda lógica, no sabe muy bien qué hacer. Manuela Carmena es una persona enormemente dialogante. Pretende llegar a acuerdos. No solo le gusta tener razón sino que le gusta convencer a los demás de que la tiene. Tiene mucha paciencia. Me consta que ha habido múltiples reuniones de la alcaldesa con el presidente del BBVA. No es verdad que se haya salido. Había habido un montón de reuniones entre los equipos técnicos de Carmena y de DCN. Ahora dice el BBVA que había adelantado algunas señales en una opción de compra por los derechos de Adif. Que Adif le devuelva el dinero que le ha dado.

Entonces, ¿lo que se está hablando son castillos en el aire?

En este momento es un punto cero. El Ayuntamiento recupera la iniciativa y plantea una nueva: constituir un convenio entre las instituciones públicas para el desarrollo y además invitar a los sectores privados que quieran cooperar con este proyecto, pero dirigido desde el Ayuntamiento, en el desarrollo de este trozo de la ciudad. Lo que no entrega es un cortijo de 3 millones de metros cuadrados para que algunos vayan de caza. Eso es lo importante del debate. 

Uno de los puntos que destaca el Ayuntamiento con el nuevo plan es que las plusvalías repercutirán en el beneficio de la ciudad.

Sí que se decía eso, pero el grueso de las plusvalías se las llevaban los promotores y los gastos de infraestructuras los ponía el Ayuntamiento. Hay un principio jurídico, urbanístico, y me atrevería a decir que incluso moral, en el urbanismo español. En la propia Constitución, en el artículo 43 en el que se habla del derecho a la vivienda, se establece que la comunidad deberá recuperar parte de las plusvalías generadas por la acción urbanizadora. Realmente tienes obligación constitucional de recuperarlas en tanto que eres el que has provocado que se generen esas plusvalías con tu diseño, con tu proyecto, con tu autorización. Tienes ese derecho. El proyecto nace con un gravísimo pedalón, que es acentuar la división entre el Madrid rico y el Madrid pobre. El norte es el Madrid rico. Quieren un sitio de prestigio. Es lógico desde el punto de vista inmobiliario. Pero existe la obligación de defender que estos recursos se repartan en actividades que necesite el distrito y que a través de estas operaciones más pequeñas se reequilibre la ciudad. Uno de los grandes problemas que tiene la ciudad es la desigualdad creciente. Y esto, aparte de llevar a la confrontación, lleva a la segregación espacial y a la expulsión de las clases menos pudientes de los sitios más ricos. Lo que está ocurriendo en Barcelona con los hoteles o en Madrid con Lavapiés: que los grandes inmobiliarios se dan cuenta de que el negocio no está en los PAU y en las grandes expansiones externas, sino en los lugares más céntricos y allí es donde invierten. ¿Por qué el señor Wanda deja caer Campamento? Plaza España no lo ha dejado caer. En la periferia ya no es fácil sacar plusvalías.

Es llamativo que el nuevo proyecto también incluya un área dedicada a los negocios. ¿Era necesario?

Creo que no, sobre todo por la cantidad que se plantea. En general, el nuevo proyecto supone dividir por la mitad las dimensiones que estaba planteando DCN. Hay una cosa que no se dice o se dice muy poco, y es que Chamartín es muy importante en la estructura económica de España. Es un nudo de redistribución de transporte terrestre importantísimo, y en el futuro lo va a ser aún más con las conexiones europeas. En torno a los aeropuertos, las estaciones y los puertos es donde se están generando esas nuevas centralidades donde realmente se asientan las infraestructuras terciarias más potentes. Es ciertamente lógico arropar la estación de Chamartín. Y también es lógico que parte de las plusvalías que más rápidamente se pueden recuperar sea para mejorar los sistemas ferroviarios.

¿Y financieramente es más sostenible?

Sí, cada vez hay que tener más cuidado con estas operaciones. ¿De cuántas locuras vienen las ruinas urbanísticas que heredamos en España? De estas grandes operaciones mastodónticas que se quedan en nada, en territorios que Rem Koolhaas, un urbanista holandés, llama 'espacios basura'. Se quedan deteriorados para los restos. Con el nuevo proyecto se ha ganado cordura. Hay que aplaudirlo, y ser conscientes de que ha habido unos ataques brutales por parte del BBVA, Fomento y la Comunidad. 

Aunque prácticamente no había voces contrarias a la operación que se proyectó en su momento...

Ha habido manipulación. Y lo que más tristeza me da es que sean medios como El País los que estén publicando esos ataques. En abril de 2016 se celebra el 'Foro Urbanismo Sostenible', que convoca El País aunque lo paga el BBVA. Si analizas los nombres que participan en este foro, son arquitectos, propietarios de suelo, bancos, inmobiliarios, inversores, fondos de inversión... Todos vinculados al sector inmobiliario. No hay un solo representante público, político... Ni un solo representante crítico. No es un foro de urbanismo sostenible, realmente. Es una plataforma propagandística montada por El País. Hay fuerzas importantes que se van a oponer a este proceso. Más que los sectores económicos, los financieros. Más incluso que los inmobiliarios. Porque aquí el interés no es de uno que quiere promocionar sus viviendas, sus edificios, sino de unos señores que quieren tener unos terrenos que puedan colocar a sus fondos de inversión. Aquí lo que buscaban es un coto.

Hay fuerzas importantes que se van a oponer a este proceso. Más que los sectores económicos, los financieros. Más incluso que los inmobiliarios. 

¿Y por qué tanta complacencia con el anterior proyecto?

Porque ha habido una campaña de propaganda muy potente, con la anuencia y el apoyo del propio Ayuntamiento y la propia Comunidad y el ministerio. Tienes al señor Slim por detrás, y podría citar a Felipe González o a más gente. Tienes unos poderes financieros que encuentran medios de difusión muy potentes y unos organismos públicos al servicio de estos intereses. Y ahora lo que se plantea es al revés. Se convoca y se pregunta quién quiere venir a invertir.

Y usted, que es arquitecto, ¿no ha echado en falta un debate crítico al respecto?

Sí, pero desgraciadamente nuestra profesión y nuestros colegios profesionales están realmente castrados. Aquí somos putas casi todos. Si nos pagan... Hay muy poca gente en Madrid... En Barcelona sí hay un sector crítico más potente. Pero aquí está amansado.

¿Qué cree que pasará ahora?

Esta guerra no se va a parar. Ha comenzado con la falta de sensibilidad de la ministra, con artículos amenazantes y con la amenaza de la Comunidad de no aprobar el cambio. Pero el Ayuntamiento ahora va a convocar a las partes privadas para construir el plan a partir del partenariado público-privado. En el fondo, no nos engañemos, es un mecanismo para privatizar. El neoliberalismo tiene una estrategia clarísima, que es la privatización de todo lo público. Transformarlo en mercancía. Y eso es lo que se ha intentado: transformar en pura mercancía tres millones de metros cuadrados de Madrid.

¿Qué efecto tiene esa mercantilización en la ciudad?

Favorece a los grandes negocios internacionales que están terciarizando las ciudades. La expulsión de las clases populares y la generación de riqueza financiera a través de ciudades pilotos. En Londres y en Nueva York, en estos momentos, se están haciendo los mayores negocios inmobiliarios del mundo. ¿Sabes lo que más crece? La producción de apartamentos de más de 15 millones de dólares. Eso es lo que se está construyendo en Madrid. Ni una vivienda social.

Es menos rentable, claro.

Sí, pero si somos civilizados entenderemos que la igualdad es beneficiosa para todos. Porque si no, se creará un conflicto y una desgarradura social grave. No es ya ser buenos, sino ser eficaces socialmente.

<p>Eduardo Mangada</p>

Eduardo Mangada

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Fuente: CTXT