Ernest Urtasun: "Todos los partidos volverán al referéndum, porque se verá que todo lo demás es imposible" PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Entrevistas
Escrito por Blanca Blay/Caralp Mariné   
Lunes, 14 de Diciembre de 2015 06:56

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La pasión por la política le viene de pequeño, ya que creció en una familia de tradición 'psuquera' y con sólo 15 años se unió ya a Jóvenes de Izquierda Verde. Urtasun asegura que donde puede tener una contribución más importante para la izquierda catalana en estos momentos es en Bruselas y de momento no prevé ningún otro escenario. En clave nacional, no oculta ser federalista y está convencido de que todos los partidos volverán tarde o

 

temprano a la idea del derecho a decidir.

 

En 1997 con sólo 15 años te afiliaste a Jóvenes de Izquierda Verde. ¿Siempre has tenido claro que querías dedicarte a la política?

Me afilié cuando tenía 15 años; era poco después de que el PP ganara las elecciones y, como mucha gente, fue un poco reacción a la victoria del PP del momento. Es verdad que también he mamado mucha política en casa, porque vengo de familia 'psuquera' [del PSUC] de toda la vida y siempre he crecido en un ambiente muy politizado. No entré solo: lo hice con algunos amigos, que entramos a militar en lo que entonces era Jóvenes con Iniciativa, justo cuando Joan Herrera fue elegido coordinador nacional de las juventudes.

En 2004 das el salto a Europa y ya vas en la primera lista de Raül Romeva en las europeas. ¿Qué te empujó a ir a Europa? Dentro de ICV ¿es la posición que siempre habías querido ocupar, la de eurodiputado?

 

Sí. El Parlamento Europeo siempre me ha gustado mucho, pero ha cambiado mucho también. Cuando empecé a trabajar con  Raül [Romeva] en 2004, estaba en un momento en que la Unión Europea todavía era un espacio de esperanza, de ensanchamiento de derechos, un momento en el que se desarrollaba mucha legislación, por ejemplo, ambiental. Había un ambiente muy diferente, un ambiente positivo, y ha cambiado mucho con relación a lo que es ahora la Unión Europea. Pero sí desde el inicio tuve claro que era un ámbito que me interesaba, entre otras cosas, porque la concentración de poder hacia Bruselas era cada vez más creciente y esto ya en 2004 lo veíamos de una manera muy clara. Mi vinculación con Europa tiene que ver con mi trabajo con Raúl, que fue muy importante, pero también con mi participación en el asociacionismo juvenil a nivel europeo, donde también estuve muy implicado.

 

En 2010 iniciaste la carrera diplomática. Háblanos de tu experiencia. ¿Qué hiciste, por ejemplo, cuando colaboraste con el Ministerio de Exteriores del Gobierno español en la época de Zapatero?

En 2007 me presenté a las municipales y no salí de concejal aunque todo el mundo pensaba que sacaríamos un buen resultado. Entonces hice una reflexión más personal de decir "no puedo pretender vivir de la política siempre" porque la política no puede ser profesionalizada: debe ser una etapa de tu vida y luego tú tienes que tener un recorrido profesional propio que te permita reincorporarse.

Muchos políticos viven con la angustia de que, cómo han hecho política toda su vida no saben qué hacer después y acaba siendo un problema. No quería que me pasara y decidí sacarme una oposición al Ministerio de Asuntos Exteriores. Lo decidí porque era la época en que Moratinos era ministro de Exteriores y se sacaron muchas plazas a concurso. Había cierta voluntad de renovar el cuerpo diplomático español, que es un cuerpo muy antiguo y conservador. Me saqué la oposición en 2010, pero la verdad es que ejercí poco porque en 2013 ya empecé la campaña para las europeas. Principalmente, hacía temas de protección consular en Madrid y luego fui un tiempo a la secretaría de la Unión por el Mediterráneo en Barcelona, ​​que fue mi última responsabilidad en Exteriores antes de dar el salto a la política. Yo tengo plaza en el cuerpo diplomático, así que, cuando me retire de la política, me reincorporaré a mi plaza.

¿No es el mundo de la diplomacia, especialmente la española, elitista?

Todas lo son. En este tipo de oposiciones, como en el caso de los jueces, el acceso no es democrático, España tiene un sistema de oposiciones que sólo es memorístico, mientras que en otros países tú puedes acceder a la diplomacia a través de una carrera profesional propia. España tiene un sistema que te obliga a dedicar años de tu vida a prepararte, y quién puede estar en casa un tiempo estudiando es quien se lo puede permitir y tiene recursos para hacerlo. Yo lo hice trabajando, pero también es cierto que sin el apoyo familiar no lo hubiera podido conseguir. También hay que decir que hasta hace algunos años incluso había cierto corporativismo familiar al cuerpo diplomático español: había grandes familias y apellidos. De mi promoción, por ejemplo, casi ninguno tiene familiares en el cuerpo diplomático, y eso es positivo.

Hace un año y medio que eres eurodiputado por ICV. ¿Qué balance haces de la labor de las instituciones europeas?

La Comisión Europea (CE) actual tiene una agenda y un programa de trabajo profundamente conservador. Además, es una CE que ha nacido muy tocada por el escándalo fiscal de Luxemburgo, el 'LuxLeaks', un escándalo que la UE está investigando pero que ha perseguido a Juncker desde el inicio [Jean-Claude Juncker es el presidente de la CE y ha sido primer ministro de Luxemburgo durante casi 20 años]. Desde la Comisión contra el fraude fiscal que creamos en el Parlamento para investigar, y de la que soy miembro, hemos exigido una serie de documentos que no nos han dado. El segundo problema que nosotros tenemos es el del TTIP [nombre con el que se conoce el Tratado Transatlántico el Comercio y la Inversión], que la Comisión Europea quiere sacar adelante. Además, han iniciado una campaña de venta del producto para toda la Unión Europea y la opinión pública cada vez está más en contra del tratado.

Aparte del TTIP, también estás tratando de temas como la crisis de los refugiados, un aspecto donde precisamente Europa no está cumpliendo mucho las expectativas de sus ciudadanos.

Sobre el tema de los refugiados hay que decir que la responsabilidad principal no es tanto de la Comisión como los Estados miembros, que no están teniendo una política de acogida como deberían tener. Debemos tener en cuenta que la UE y sus estados miembros tienen muchísima capacidad de acogida: este año han entrado un poco más de medio millón de refugiados por una población (la de la UE) de unos 350 millones. En el Líbano hay 2 millones de refugiados por una población que son 5 millones; por tanto, en proporción es ridículo. No hay, sin embargo, una voluntad real de política de solidaridad hacia los refugiados.

La CE ha intentado apretar a los Estados miembros, pero los estados siempre han frenado: ahora tenemos una propuesta de reubicar un global de 160.000 personas y hasta ahora sólo se han hecho 147. El principal problema es que muchos gobiernos tienen secuestradas sus agendas políticas por la emergencia de partidos de extrema derecha; pasa de una manera muy clara en Alemania con la AFD, en Francia con el Frente Nacional, en el Reino Unido con el UKIP ... Los gobiernos democráticos, en lugar de confrontar lo que es un discurso xenófobo, están como atemorizados.

No es el tema de los refugiados un tema que pone en duda, una vez más, el proyecto europeo porque evidencia los intereses individuales de los estados y la dificultad para dar una respuesta europea?

Hay de todo. España es un caso paradigmático de Estado que no quería acoger refugiados, se opuso en el mes de junio que hubiera una operación de salvamento marítimo y se negaba a aceptar las cuotas que proponía la Comisión Europea, que al final las ha aceptado muy presionada.

En otros temas, sin embargo, la CE está teniendo una actitud que está poniendo en riesgo el proyecto europeo. También hay que decir que la Comisión la forman un equipo de comisarios propuestos por los Estados miembros y España ha colocado a Arias Cañete.

 Al Parlamento Europeo cada vez se la ha querido marginar más. La 'troika', por ejemplo, ha sido una institución que ha actuado absolutamente al margen del control democrático del Parlamento Europeo, y que los representantes que la gente vota no tengan capacidad de controlar lo que hacen las instituciones es un grave problema democrático.

¿Es posible luchar contra la 'troika'?

La 'troika' -la CE, el FMI y el BCE-, si todo va bien, será desmantelada porque hay una sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea que impide al Banco Central Europeo participar. Esto es una buena noticia por qué el BCE formaba parte de las negociaciones de los rescates y por el otro lado actuaba con sus mecanismos de política monetaria forzando los Estados miembros a aceptar los términos que le imponía la misma 'troika'. Es muy difícil hacer frente a un entramado de este estilo; lo que ha pasado en Grecia ha sido muy sintomático, ya que hemos estado ante un Gobierno que quería cambiar las cosas y al que se le ha acabado haciendo un chantaje: el BCE puso la banca griega al límite deliberadamente, lo que provocó el corralito, y amenazó con cortar el grifo si Grecia no aceptaba las condiciones. Debemos ser conscientes de que, para desmantelar esta estructura, sólo seremos capaces de hacerlo si como izquierda somos capaces de tejer un auténtico movimiento europeo para hacer frente. Un Estado solo o un partido solo no saldrá.

¿Te ves en Bruselas durante dos legislaturas, como hizo Raül Romeva?

Es lo que quiero y tengo ganas de hacer. Dos y sólo dos, dos son 10 años. Creo que donde puedo tener una contribución más importante para la izquierda catalana en estos momentos es en Bruselas. En política uno no debe tener claro dónde debe estar o donde le gustaría estar, sino donde puede ser más útil. Yo creo que donde soy útil es en Bruselas.

El coordinador nacional de ICV, Joan Herrera ya ha anunciado que dejará de encabezar el partido en la próxima asamblea de los ecosocialistas. Tu nombre suena entre los posibles sustitutos. ¿Aceptarías ser el coordinador nacional de ICV?

Ahora mismo estoy en Bruselas y no preveo ningún otro escenario que no sea seguir de eurodiputado, que es lo que tengo ganas de hacer y lo que tengo en la cabeza.

Trabajaste bien cerca de Raül Romeva: ¿cómo has visto su salto a Juntos por el Sí? Has hablado con él desde entonces?

Hace meses que no tengo contacto con él. Siempre he tenido una buena relación y respeto lo que es una decisión personal que evidentemente no comparto. Creo que haber hecho de cabeza de lista de Artur Mas fue un gran error, y no sé si él estuvo muy cómodo con todo esto.

¿Qué lectura haces del resultado de las últimas elecciones en Cataluña y del resultado de Cataluña Sí se Puede?

La campaña tuvo una dinámica temporalizada entre el independentismo o el antindependentismo, y nosotros como una especie de bloque en medio.

Esto nos hizo la vida muy difícil en campaña. Nosotros en la cuestión de la dinámica nacional aportamos un grado de racionalidad importante, y la racionalidad en estos momentos pasa por decir que, si no hay un mandato democrático claro, expresado en referéndum, no puede haber hoja de ruta nacional.

En estos momentos nos encontramos en una situación en la que el PP no nos deja hacer el referéndum y después parece que la hoja de ruta que podrían pactar la CUP y Juntos por Sí da por hecho que ya no hay referéndum, que podemos seguir para adelante.

La imagen de Cataluña Sí se Puede rechazando la resolución independentista junto a Ciudadanos, el PSC y el PPC ¿no os perjudica?

Nosotros votamos no a la moción de Juntos por el Sí, pero no sólo votamos no a la moción de ellos, sino que lo que hicimos fue votar sí a la nuestra. Los únicos que presentaron una moción alternativa fuimos nosotros, una moción alternativa que decía muchas cosas, entre ellas que el plan de rescate social fuera una de las primeras cosas que se hicieran en esta legislatura, y seguir insistiendo en la idea de que el referéndum era insustituible y que estaba por hacer. Yo creo que nosotros lo que hacemos no es ubicarnos, como han dicho algunos, en el bloque del inmovilismo, sino que lo que hicimos fue presentar un texto propio en el que lo que queríamos era poner el referéndum en primer lugar, un referéndum que no quieren ni el PP ni Ciudadanos ni el PSC, y un referéndum que parece que Juntos por el Sí y la CUP ya han amortizado, y nosotros creemos que es un error.

El referéndum es el que da un gran consenso al catalanismo en estos momentos. Nosotros habíamos conseguido una gran mayoría política a favor del derecho a decidir, la mayoría del 9-N, incluso con el PSC, que durante mucho tiempo estuvo defendiendo el derecho a decidir. Claro, ahora tenemos una fotografía del Parlamento en el que se lleva adelante una hoja de ruta nacional no con una gran mayoría, sino con dos fuerzas que representan el 48% de los votos. La pregunta es:  ¿esto tiene suficiente fuerza para salir adelante? Yo tengo mis dudas. Yo creo que hay que volver a una gran mayoría para hacer avanzar el país, y esto significa retomar la idea del referéndum, donde yo creo que tarde o temprano volveremos. Todos los partidos volverán a la idea del referéndum, porque se verá que todo lo demás es prácticamente imposible. Para que se nos reconozca la voluntad de ser lo que queramos, necesitamos una legitimación democrática vía referéndum que ahora no tenemos.

Para que sea una opción creíble, ¿debe haber cambios en España que permitan pensar que esta es una opción?

Cambios en España y aliados en Europa, que esto es una matraca que desde ICV siempre hemos dicho, que las vías unilaterales eran prácticamente imposibles y que nosotros lo que necesitábamos era encontrar aliados para desbloquear el conflicto, y esto significa trabajar con aliados en el Estado y la Unión Europea. Los que hemos hecho más trabajo somos nosotros, porque, si Izquierda Unida, Equo y ahora Podemos defienden el derecho a decidir, es porque nosotros hemos estado insistiendo y trabajando con ellos. Si Pablo Iglesias, hace poco sale de la Moncloa y lo primero que dice es "yo no me apunto a este frente constitucionalista que tú estás montando, yo creo que a Cataluña se le debe hacer una nueva oferta y yo creo que a Cataluña se le debe permitir votar ", esto también se debe a que desde aquí ha habido un trabajo. O si Ska Keller fue la única candidata a presidir la Comisión a defender el derecho a decidir, es porque nosotros hemos estado trabajando. Aquí una parte del soberanismo ha pensado que hacer trabajo de buscar aliados en España y en Europa no era necesario, que se podía sacar una hoja de ruta unilateral desde Cataluña y que era suficiente. Y Grecia muestra un poco esto, en el sentido de decir: puede un pueblo pequeño afrontar todos los poderes que tiene en contra sin aliados? No, yo creo que necesita aliados. Hay mucha gente que te dice por los pasillos en Bruselas que no tiene sentido que Escocia haya votado y que a Cataluña no se le permita. Si vas a Bruselas y dices que has hecho unas elecciones que no eran un referéndum y que con un 48% de los votos pretendes sacar adelante una hoja de ruta independentista, esto ya no se entiende muy bien y genera confusión.

¿Qué piensas que está dispuesta a aceptar la Unión Europea en este tema?

Nosotros lo que tenemos que poner delante de los gobiernos europeos y la Comisión Europea es la contradicción que supone que el pueblo escocés haya podido votar y Cataluña no. Cuando le dices eso a un representante, no sabe qué contestar, genera dificultades, intuyo que en la Comisión Europea se percibe que esto no es razonable.

Genera dificultades, pero la respuesta siempre suele ser que se trata de un asunto interno.

Es mucho más fácil para ellos decir que es un asunto interno si les cuentas que tenemos un Parlamento que con un 48% está intentando sacar adelante un tema que si dices "aquí no se deja hacer un referéndum aunque un 80% de la gente lo está reclamando ". De hecho, cuando el foco era el derecho a decidir, tuvimos alguna declaración, muy aislada, de algún responsable político de Bruselas no directamente se había mostrado favorable pero sí había mostrado comprensión hacia el tema. Y esto se ha acabado. De la Unión Europea, lo que podemos esperar es defensa democrática. Lo que nos hace fuertes en Bruselas es el referéndum.

En Cataluña el foco político está muy puesto en el soberanismo. Hay sectores dentro de ICV más partidarios de una Cataluña independiente que otros. ¿Cuál es tu posición respecto a la independencia de Cataluña?

Somos un partido que siempre ha intentado no dividirse por la cuestión nacional. Nosotros dijimos que éramos un partido plural, donde teníamos una agenda ecosocialista compartida con diferentes sensibilidades sociales. Yo nunca me he escondido: soy federalista, lo he sido siempre y sigo defendiendo la idea de un encaje federal de Cataluña dentro del Estado, pero comparte proyecto político con mucha gente que defiende la independencia y estamos muy cómodos haciéndolo juntos, y creo que es muy positivo, esto.

En una entrevista en Rac1 Herrera hablaba de "nueva etapa" para ICV a partir de la primavera. ¿Qué cambios serían buenos para el partido?

En la asamblea que tenemos ahora en el mes de marzo tenemos que hacer balance de una apuesta política muy importante que hemos hecho en este ciclo electoral, que es la apuesta de las confluencias, de concurrir con la expresión de la nueva política, con éxitos notables. Ahora mismo estamos gobernando en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​con dos tenientes alcaldes de Iniciativa. Las confluencias han sido positivas para nosotros y, por tanto, el futuro de ICV se incluirá en el que nosotros diseñemos colectivamente dentro de una estrategia a largo plazo de apuesta por las confluencias. Lo decidiremos colectivamente en la asamblea, probablemente en febrero o marzo.

Aunque digas que ha sido positivo, los resultados en las elecciones catalanas fueron peores que los que había llegado a alcanzar ICV.

Depende, tenemos que mirar todo el ciclo electoral. Nosotros tomamos las elecciones municipales donde sacamos mejores resultados; de hecho, tenemos más alcaldes que nunca, algunos presentados como Iniciativa, otros en confluencias.

Sí, pero hablamos de la confluencia Cataluña Sí se Puede.

Yo creo que las elecciones del 27 de septiembre son un mal indicador para medir el éxito o no de las confluencias, porque eran unas elecciones en las que la polarización en torno al tema nacional hizo muy difícil que la complejidad de nuestro relato nacional pudiera tener un espacio. Pero esto se debió a la polarización ya la instauración del plebiscito, pero no a que la confluencia no funcionara bien. De hecho, nosotros hicimos una campaña que funcionó: los actos estaban muy llenos. Veremos cómo van ahora las generales, en las que yo creo que la dinámica es otra.

¿Como ves que Barcelona en Común se una ahora a las elecciones generales, pero no lo hiciera en las autonómicas?

Yo creo que es muy positivo que se hayan implicado en las generales; es evidente que yo hubiera preferido que se hubieran implicado también en las elecciones catalanas, porque habríamos ganado mucha fuerza, con todo el impulso que supone Barcelona en Común y Ada Colau. No pudo ser, será a las generales, y esto lleva fortaleza y es positivo. Espero que la experiencia de las generales, si funciona bien, ya tengamos una continuidad en las próximas citas electorales, que no sabemos cuándo serán, tal vez en marzo como algunos dicen.

¿Qué análisis haces de que esta unidad de izquierdas haya sido posible en Cataluña pero no haya funcionado de la misma manera en Madrid o nivel estatal?

Hubiera sido deseable que hubiera habido una confluencia en todo el Estado de todas las fuerzas progresistas y de la izquierda alternativa; no ha sido posible en todas partes, pero sí ha sido posible en muchos lugares. Tenemos un proceso de confluencia en Valencia, en Galicia, en Cataluña ...; por tanto, se puede ver el vaso medio vacío o medio lleno, ya mí me gusta intentar verlo medio lleno. Ha sido muy importante poder incorporar todos los actores en la confluencia catalana. Izquierda Unida al final, costó, pero lo conseguimos; ha sido un gran éxito. Como mínimo, desde Cataluña la confluencia se ha hecho con todos los actores que queríamos que estuvieran y esperamos que tenga continuidad, y si puede ser un ejemplo para otros territorios del Estado, bienvenido sea.

Parece que unos han querido más protagonismo que los demás.

Hemos entrado en una grave crisis constitucional del Estado en la que el bipartidismo se está hundiendo, y eso preocupa mucho el establishment español, porque, cuando un sistema constitucional  se hunde, esto pone en peligro todo el sistema constitucional . Y debemos ser conscientes de que hay una gran operación de reflotar lo que debería ser un nuevo consenso constitucional conservador a partir de la emergencia de Ciudadanos, que ha sido una gran apuesta del establishment español para sacarlo adelante .

 Debemos ser conscientes de que tenemos esto y que, si no construimos un gran puente de la izquierda alternativa tanto en Cataluña como en el Estado, no seremos capaces de confrontar esta operación que existe y que está en marcha. Esto significa sumar todos. Y, si esta vez en algunos territorios no ha sido posible, yo espero que lo sea la próxima vez. No voy a entrar en el tema de Alberto Garzón y Pablo Iglesias porque es su dinámica en Madrid.

¿Será posible la próxima, si hay próxima?

Son dinámicas que no sólo pertenecen a Garzón o a Iglesias, sino también a Izquierda Unida y a Podemos como actores, pero prefiero no entrar, porque ya está hecho y es una dinámica que no tiene que ver con nosotros. En todo caso, aquí lo hemos conseguido entre todos.


Entrevista publicada en elcritic.cat