Xavier Domènech: “La gran batalla de los de abajo debemos librarla juntos” PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Entrevistas
Escrito por Guillem Martínez   
Sábado, 31 de Octubre de 2015 04:18

Entrevista al cabeza de lista de En Comú Podem por Barcelona

Hace escasas horas que Barcelona en Comú ha cerrado un acuerdo electoral con Podemos y con ICV-EUiA. De hecho, aún siguen negociando algunos puntos de una lista y unos flecos no conclusos. Se sabe, no obstante, que en la lista predomina, en sus primeros puestos, el municipalismo, y que los primeros nombres de personas vinculadas a Podemos o a ICV-EUiA, quedan plásticamente relegados y renovados.

 

Ese acuerdo --que da lugar a una lista cuyo nombre, por ahora, sería En Comú Podem-- supone un cambio sustancial en la lógica o, al menos, en la apariencia, de Podemos --que, tras las municipales, ha tenido serios problemas para visualizar el carácter positivo y exitoso de las fórmulas de confluencia ensayadas por el municipalismo cercano al 15M en Barcelona, Madrid, Cádiz, Valencia, Galicia...--, una vuelta a las lógicas post15M, una apuesta por la ruptura, y una posibilidad para la sorpresa en las elecciones del 20-D, que al parecer contarán con listas que participan de la lógica sin centro y radicalmente democrática del 15M, y que accederán al Congreso como grupos independientes y nacionales, federados de alguna manera a Podemos. Si se confirma todo ello, así como la creación de otras listas parecidas en otros puntos del Estado, se trataría de un gran cambio, que prefigura futuras actitudes y agendas políticas. De todo ello hablamos en esta entrevista con Xavier Domènech, un independiente bien visto por todos los sujetos de la confluencia para encabezar la lista por Barcelona.

Xavier Domènech --Sabadell, 1974-- se inició en el activismo en los 90's, en luchas contra la primera guerra del Golfo, contra el servicio militar obligatorio y contra la precariedad. Con la crisis económica y de Régimen, y con el 15M, se implicó en la defensa de la universidad pública y en la creación de nuevos sujetos políticos para la ruptura --estuvo en el origen del Procés Constituent y de Barcelona en Comú--. Profesor de Historia en la UAB, sus investigaciones han girado en torno a la relación entre movimientos sociales y cambio político, la identidad obrera y la memoria de los fenómenos del siglo XX. Su último libro --importante entre el entorno del post15M-- es Hegemonías. Crisis, movimientos de resistencia y procesos políticos -2010-2013- (Akal, Madrid, 2014). Actualmente, es el responsable de Estudis Estratègics i Programes de Memòria Històrica en el Ajuntament de Barcelona, comisionado creado con Ada Colau y del que, es previsible, deberá dimitir.

En esta entrevista, la primera que da a un medio tras el giro que ha dado su vida, hablamos con este gran admirador del republicanismo pimargalliano -municipalista, antiautoritario, que ve el Estado como un objeto a controlar, y a sus Estados federados como un elemento de control y poseedor de soberanía- del proceso de formación de la lista, de su lógica y de su programa e ideología. 

¿Cómo se forma esta propuesta?

Esta lista se forma a partir de la confluencia de diversos actores políticos, desde la generosidad y la inteligencia de que estamos en un proceso de cambio político, en el que nos necesitamos todas y todos en un proceso que nos debe transformar también a nosotros mismos. En aquello que respecta a Barcelona en Comú, a partir de que hay una reflexión sobre la necesidad de participar en el proceso de las generales españolas. Esta reflexión se va manteniendo a lo largo del último mes, acaba cuajando en un plenario de Barcelona en Comú, que se celebra hace unas semanas, donde se hace una propuesta para intentar impulsar una candidatura catalana que reúna varios requisitos. El primero es que sea una candidatura evidentemente hecha desde Cataluña y para Cataluña, pero que también tenga en cuenta la necesidad de que el cambio que se ha vivido a nivel municipal, en Barcelona y en otros sitios, pueda reforzarse e impulsarse, pueda ir más allá del propio cambio municipal, proyectándose hacia uno de los grandes tapones que tenemos en el panorama político actual, que es el Gobierno de España, la mayoría del PP, y la necesidad de que ese impulso que ya vivimos --que de hecho venimos viviendo desde las calles, desde la emergencia del 15-M, e incluso antes en la lucha contra los recortes--, produzca un gran cambio político, social y cultural en este país. Ese impulso que se encarnó muy claramente en las elecciones municipales del 24 de mayo debe poder seguir adelante, construyendo un instrumento básicamente como la candidatura de tipo ciudadanista, con elementos claros de planteamientos de ruptura, con elementos claros de planteamientos de agregación de las fuerzas populares, para producir, ayudar o acompañar a un cambio más general.

¿Esta propuesta es extrapolable a otras circunscripciones en las que ya hay una lista municipal grande y victoriosa? ¿Es extrapolable a Madrid, a Galicia, a Cádiz...?

Esta lista obedece a la realidad catalana. En las elecciones municipales vivimos un cambio que se vio claramente, en el caso de Barcelona, con la llegada a la alcaldía de Ada Colau y Barcelona en Comú, y en el caso de Cataluña con la subida de las candidaturas de las CUP, En Comú, las CAV y otras experiencias de confluencia como las que se dieron en Badalona o Cornellà. Fue en este sentido un verdadero terremoto político y popular. Un terremoto que también se vivió a nivel del Estado, Madrid, evidentemente, Zaragoza, Cádiz, etc., y lo que ha pasado en Galicia, que probablemente se ha analizado poco, porque en Galicia el cambio yo creo que es bastante profundo.

El 24 de mayo fue un gran cambio, que tenía mucho de primavera republicana de 1931, si se quiere. En relación a las grandes ciudades del Estado español se produjo un cambio importante, donde entraron formaciones completamente nuevas y de nueva política en muchos casos, que llegaron para cambiar las cosas radicalmente. Ese tipo de cambio no solo se dio allí, también el resultado de las autonómicas fue espectacular. Lo que pasó el 24 de mayo es que el PP perdió sus grandes bastiones, y parece que eso se ha olvidado muy pronto. Perdió los bastiones de Valencia, de Baleares, los espacios de poder en Galicia. En el caso municipal, perdió Madrid como ciudad. Creo que nadie hubiese imaginado por parte del poder ese resultado meses atrás, y que por tanto se han sembrado unas bases fuertes para iniciar el cambio. Esto parece que se ha olvidado muy pronto y cuando uno lee los análisis actuales incluso da la impresión de que no haya ni sucedido y que el cambio lo encarne un partido que no ha participado en ninguno de estos procesos de cambio real. Es el caso de Ciudadanos alimentado por las encuestas, el Ibex 35 y el impulso de unas elecciones catalanas vividas en clave plebiscitaria donde Ciudadanos se convirtió en el partido del No o una parte importante del No. Pero Ciudadanos, en estos momentos, por mucho que se esfuerce, no representa un espacio nuevo. Su programa económico y su misma proyección obedecen bastante a la realidad del Ibex35 y a las palabras del director del Banco de Sabadell, Josep Oliu, de que necesitaban un Podemos de derechas. Yo creo que esa doble realidad ha salido reforzada en las elecciones catalanas, así como esa apariencia de nueva propuesta política pero, en realidad, Ciudadanos y sus recetas económicas son volver a lo ya muy muy viejo. Esa idea de que tenemos que crear las condiciones para aumentar la riqueza, con medidas que en realidad son las que nos han llevado a la crisis, y después ya hablaremos de distribución. Eso es muy muy viejo, y además no es una salida a nada. Por tanto todos estos elementos nos llevan a considerar que hay posibilidades para candidaturas que protagonicen un cambio ciudadano, basado en el impulso del cambio real que ya se está dando, y es esa reflexión la que nos lleva a impulsar con fundamento, y con otros sujetos políticos, la posibilidad de configurar esta candidatura.

¿Cree que Podemos ha tomado nota del éxito de la confluencia y del fracaso de la no confluencia?

Yo creo que Podemos se construye como una herramienta muy determinada hacia el cambio en las nuevas elecciones generales. Su idea principal eran las elecciones generales, no las municipales, esa herramienta se construye para un tiempo corto, pero en ese tiempo han pasado también muchas cosas. Y Podemos ha debido metabolizar esos cambios y eso implica transformaciones, trabajos en confluencia, que de hecho esto es lo que se está produciendo en Cataluña, Valencia y Galicia.

En el caso de Cataluña ello es todavía más evidente aún por el nivel de complejidad  política a la que se ha llegado como suma de muchos procesos de cambio agregados. Pero no olvidemos tampoco que a pesar de que en el proceso soberanista en Cataluña quememos etapas como si fuéramos un relámpago político, con el peligro que conlleva también de entrar en una situación de bloqueo político, que estas serán las primeras elecciones generales en las cuales el derecho a decidir se pondrá en juego electoralmente. Porque el proceso soberanista es un proceso que toma fuerza --evidentemente sus raíces son muy anteriores-- en 2012. En 2012 estábamos en pleno Gobierno del PP, y entre ese momento y hoy no ha habido unas elecciones generales. Es la primera vez que se abrirán las urnas para unas elecciones generales en Cataluña y en España, donde ese tema va a ser de discusión y de debate. Tampoco olvidemos, y de hecho lo ponemos en el centro, que nuestra situación, que es la situación de los países del sur de Europa, es la de una feroz ofensiva contra los derechos de las clases populares y contra la misma soberanía democrática. En la lucha contra esta situación necesitamos estar todos, necesitamos las fuerzas que estamos ejerciendo todos los sujetos del cambio a nivel de Estado. Es decir, que aquí va a haber una gran batalla. La batalla que se va a plantear desde Cataluña, Baleares, Valencia, Galicia, Andalucía, Asturias, desde Madrid, y que esa gran batalla de los de abajo y las periferias, y desde el mismo centro, debemos poder librarla juntos, a pesar de que las soluciones deban tomarse luego por cada realidad distinta.

¿Este tipo de listas implica una refundación de Podemos, es decir, abandonar Vistalegre, y volver a la idea de que no hay forma política definitiva del 15-M, como de hecho ha ido sucediendo en todas las elecciones post15-M?

Yo creo que esta reflexión se le debe preguntar a Podemos. Lo que sí es cierto es que vivimos un ciclo largo de grandes transformaciones, que ahora nosotros nos concentramos en transformaciones políticas, pero son transformaciones sociales, económicas, culturales, de todo tipo. Ese ciclo largo podríamos decir que empieza en los setenta, pero si nos situamos en el contexto actual empezaría entre 2008 y 2011, que tiene su momento clave de inicio evidente con la irrupción del 15-M, y que en ese ciclo hay un ciclo corto, que es el de las sucesivas elecciones que estamos viviendo desde las europeas de 2014. Tanto en el ciclo largo como en el corto hemos vivido diversas mutaciones, y es muy probable que en ninguna de las fases nos encontremos con la última y definitiva formación. Con lo cual lo que era válido ayer igual ya no es válido ahora, y probablemente lo que sea válido ahora no lo sea mañana. El hilo conjunto de fondo, que yo creo que nos une a todos en este proceso, es la idea de que en todos los espacios, o tomamos nuestro destino en nuestras manos, e intentamos transformar la realidad que tenemos delante, o vamos absolutamente atrapados en una lógica, que es una lógica antisoberana, antidemocrática y antiderechos sociales y populares.

¿Por qué no fue posible un pacto similar en las autonómicas catalanas?

Barcelona en Comú en las autonómicas, cuando se gesta toda la lista de Cataluña Sí Que Es Pot, está justo metabolizando su entrada en el gobierno del Ayuntamiento de Barcelona, que no es moco de pavo. Con lo cual concentra todas sus fuerzas y todas sus capacidades en intentar llegar al gobierno y construirlo, y empezar a hacer las primeras medidas de cambio en ese momento. Barcelona en Comú como tal, en ese momento, decide concentrarse en el principal reto que tiene delante, que es el municipio. Esto conlleva que no esté presente en el debate de la formación de Cataluña Sí Que Es Pot, y por tanto no participa de esas elecciones.

La propuesta es tener un grupo catalán en el Congreso, ¿es una metáfora de algún tipo de cambio, algún tipo de complicidad nueva en el Estado?

Lo de tener un grupo propio, catalán, en las Cortes, desde la perspectiva de lo que ha sido la tradición de izquierdas en Cataluña, es una historia ya larga. Ha habido varios intentos de hacer emerger grupos catalanes propios, que de una forma representen la realidad, que Cataluña es una realidad soberana en sí misma, que tiene un sistema político diferenciado del resto de sistemas políticos del Estado, y que por tanto eso debe poder ser reflejado políticamente con la fórmula de un grupo catalán. En este caso esa reflexión, que es una condición sine qua non, ya estaba presente en los debates desde 2013 o 2014: cómo se podría configurar algún tipo de participación en el Estado que recogiese la realidad catalana en toda su diversidad. Y esto se acaba encarnando, porque es una reflexión que en este caso, en el caso de Podemos, es una reflexión que finalmente es compartida. La idea de que debemos andar hacia una representación real, no subordinada políticamente, en el Congreso de los Diputados, en aquello que atañe a la representación de los intereses de las clases populares catalanas, que a su vez confluya con las aspiraciones de las clases populares del resto del Estado.

Ha hablado antes de referéndum. ¿Aún hay opciones políticas para un referéndum?

Yo creo que sí, ya sé que por todas partes nos van a llamar ilusos, pero en realidad solo hay una solución posible, independientemente de en qué fase te sitúes del proceso. Después del 27 de septiembre una fuerza política de las más importantes que participan de la lógica del plebiscito, que es la CUP, dice bueno, este plebiscito se ha ganado, pero no ha salido mayoritario, en el sentido que ellos apuntaban que era necesario. Ciertamente esas elecciones dieron una mayoría a las fuerzas que apuestan por la independencia de Catalunya, pero no creo que se pueda dar por descontado ese referéndum si se quiere desbloquear la situación catalana, su negación, venga de donde venga, y ciertamente aquí su negador constante ha sido el Gobierno del Estado, puede llevar a saltos sin red que difícilmente puedan acabar siendo una solución política a un problema político. Que tiene que haber un referéndum me parece evidente. Independientemente de si ese referéndum surge de un pacto con el Estado o el Gobierno, o si surge de otra manera, tiene que existir.

Creo además que esa opinión es compartida por una parte no desdeñable de la opinión pública en España y claramente en Cataluña. Y creo que esa salida puede dar distintas formas jurídicas, más allá de la apertura de procesos constituyentes, en Catalunya y en las diversas realidades de España. Más allá de que no todo empieza y acaba en la decisión del referéndum, aquí hay decisiones sobre múltiples temas, que afectan a la crisis de soberanía y democracia que estamos viviendo desde hace tiempo.

Pero sí. Yo creo que hay salidas. En esa idea de Mariano Rajoy de ni quiero ni puedo, el ni puedo es falso. Se puede y no se quiere, como se pueden y no se quieren tantas cosas desde las fuerzas inmovilistas que intentan sobrevivir al cambio y no protagonizarlo en un sentido democrático y a favor de las clases populares.

Ha hablado de ir al Congreso a emitir políticas de ruptura. ¿Cómo se hace eso?

La experiencia de todas estas convocatorias electorales nos dice que, a pesar de que siempre antes se diga que en realidad no va a pasar nada, que todo va a seguir absolutamente igual, tal y como se viene repitiendo en cada una de las convocatorias electorales, cuando se han abierto las urnas han pasado cosas. Es decir, pasaron cosas en las europeas, pasaron cosas en las autonómicas y en las municipales, cosas que, tal vez porque vivimos en un tiempo político tan acelerado a veces no valoramos en toda su profundidad. Lo que pasó en las elecciones municipales del 24 de mayo, y lo que pasó en las autonómicas en diferentes realidades del Estado, creo que fue brutal. En el caso de las elecciones generales españolas creo que va a haber muchas sorpresas, a pesar de lo que puedan apuntar las encuestas. De entrada creo que el bipartidismo puede pretender sobrevivir como si todo continuara igual, pero es ya un zombi político, veremos en esa realidad qué potencia tienen las fuerzas de cambio real. No aquellas fuerzas de cambio que se presentan como reales para repetir lo mismo que ya se hizo, en política económica, a pesar de que se hable de nuevas fórmulas, sino las de cambio real.

Después de 2011, y sin poseer medios de comunicación que ofrezcan ese servicio, en la sociedad se ha abierto paso un nuevo diagnóstico de la democracia y de la crisis. Se ha descubierto, por ejemplo, que el IBEX es el poder en España. ¿Se puede seguir haciendo política para la ciudadanía normal, se puede confiar en ella todavía, con estos análisis?

Creo que es muy importante que lo que apunta el 15-M, que de hecho apunta ya toda la historia de los movimientos de emancipación, es que las formas de cambio son multilaterales y se dan en diversos niveles. Eso significa que no todo el cambio, evidentemente, se puede producir por el asalto institucional, pero que esa representación institucional prefigura realidades que se están dando, y puede ofrecer materiales, palancas, proyectos, fuerzas a un gran cambio que creo estamos gestando desde hace unos años y que seguirá. Existe la necesidad de construir una democracia que sea digna de su nombre, que contenga en sí misma soberanía económica, social, cultural, que permita a las personas controlar su vida. Esa necesidad nos va a llevar tiempo, nos va a llevar trabajo, y hace indispensable estar presente en cada una de las batallas, para producir ya los primeros cambios. Como mínimo para mejorar la suerte de la ciudadanía, de las clases populares. Porque ahora se habla mucho de que estamos saliendo de la crisis. Una salida muy inestable de la crisis, pero es una salida hecha básicamente a costa del aumento de los beneficios del capital financiero que estaba en el origen de esta crisis, los principales beneficiarios son los que lo provocaron, y una devaluación interna que en realidad significa devaluar nuestros derechos y nuestros salarios. Y eso como mínimo debe poderse evitar. Y revertir.

La rapidez o la lentitud nos hace perder la visión. ¿En qué momento estamos ahora de la crisis española, la crisis del sur y la crisis europea?

Lo poco que me ha enseñado la historia es que nada está escrito. Ayuda más a poder intentar pensar nuestro presente y nuestro futuro, que no a iluminarnos demasiado. Somos bastante humildes porque sabemos que todo aquello previsto puede cambiar al instante.

Nos encontramos en una fase en la que después de unas políticas durísimas, en las que además se pretende profundizar y seguir profundizando, aquello que llamaban rescates, rescate bancario en el caso de España, rescate griego en Grecia, en realidad se han convertido en secuestros de la soberanía popular con la implantación de políticas que nadie llevaba en su programa electoral, ni el PP llevaba en su programa electoral las medidas que ha tomado. Después de haber vivido esto, en el periodo electoral nos cuentan que todo esto ya ha acabado, que la crisis ha terminado, pero la realidad es que si ganan van a seguir aplicando las mismas recetas. Cuando se pregunta en las encuestas si la gente cree que estamos saliendo de la crisis, mayoritariamente sale que sí; cuando se pregunta usted cree que su familia está saliendo de la crisis, mayoritariamente sale que no. Con lo cual, entre la percepción construida de lo colectivo y la particular, hay una disonancia, que creo que indica cosas. Y estamos en esa fase. Una fase que, yo lo creo así, es de acumulación fuerzas, de introducción de cambios, cambios reales ya, perceptibles --en el caso de los municipalismos es clarísimo-- que nos deben llevar a construir un nuevo tipo de reglas de juego y un nuevo tipo de sociedad. Ese proceso tendrá sus momentos, más intensos, menos intensos, pero no nos queda otra que seguir jugando ese proceso. Porque si no jugamos ese proceso de intentar recuperar la democracia, recuperar nuestros derechos y nuestra soberanía, si no jugamos a eso, lo otro ya es conocido. Lo otro es que vengan unos hombres de negro y nos digan lo que tenemos que hacer. Y eso seguro que no es democracia.

Corríjame, pero el resultado final de todo esto, ¿es una suerte de vuelta, en algún aspecto, a aquel republicanismo federal, de proximidad, tan sexy, del siglo XIX?

No soy quien para decirlo y lo cierto es que aquí confluimos muchas personas y sujetos de tradiciones y proyectos políticos diversos que nos enriquecemos y nos hacemos fuertes precisamente a partir de esa diversidad. En mi caso particular, es cierto que esa es mi tradición, la del republicanismo de Pi i Margall, que es el padre de todas las izquierdas catalanas, de las federales, hasta las independentistas, que partía de la idea de la construcción de la soberanía desde el espacio municipal, para irse articulando en diferentes espacios de soberanía plena y a la vez compartida, como una forma precisamente de convertir la democracia política, cultural y económica en una herramienta de los de abajo, fuera de cualquier posibilidad de control de los de arriba. Puede parecer una antigualla, pero en sociedades complejas como las nuestras, creo que es la única forma de afrontar los grandes retos de presente y futuro que tenemos en un sentido plenamente democrático y no tecnocrático. Además ellos fueron los primeros que lucharon por la libertad, la igualdad y la fraternidad en nuestras tierras. Tiendo por tanto a confiar mucho en este tipo de gente. 

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Fuente: Ctxt Contexto y acción