Crímenes de guerra made in Spain PDF Imprimir E-mail
Opinión / Actualidad - Economía
Escrito por David Bollero   
Sábado, 12 de Mayo de 2018 00:00

En marzo de 2015 Arabia Saudí comenzó sus crímenes de guerra. En 2015, el Estado español, con su Gobierno y su rey a la cabeza, se manchó las manos de sangre, incumpliendo los Tratados Internacionales de Comercio de Armas y la propia legislación española. Así lo denuncia, entre muchas otras ONG, Amnistía Internacional (AI), que el próximo 27 de mayo organiza en Madrid la carrera ‘Deja tu huella por Yemen’, en un intento por concienciar y visibilizar un conflicto que quienes se enriquecen con él tratan de ocultar.

¿Cómo es posible que la opinión pública prácticamente no sepa nada de un país de menos de 30 millones de habitantes en el que, según datos de la ONU, el 75% de la población precisa ayuda humanitaria y cerca de 11 millones de personas ayuda urgente para sobrevivir? Sencillo: hay negocio de por medio y, el máximo responsable del genocidio es, precisamente, quien propicia ese negocio.

Las cifras varían según las fuentes, pero un informe del Centro Legal de Derechos y Desarrollo de Yemen revela que desde que Arabia Saudí comenzó sus bombardeos indiscriminados, ya se han producido cerca de 35.500 víctimas civiles, con más de 13.600 muertos, alrededor de 22.000 heridos y unos 3 millones de personas desplazadas internamente. “Crímenes de guerra”, me dice Carlos Escaño, el responsable de Campañas de Derechos Humanos (DDHH) en Amnistía Internacional España.

España es uno de los proveedores de armas y equipamiento militar con el que Arabia Saudí está masacrando a población civil en Yemen. En aquel conflicto, no hay una Rusia a la que culpar. ¿Qué opciones hay? Ocultar el conflicto y seguir llenando la saca de dinero, como mercenarios de DDHH que ya han demostrado ser, en numerosas ocasiones, tanto los diferentes Gobiernos de España (PP y PSOE) como la Corona. Cerca de 800 millones de euros en exportación de armas a Arabia Saudí, según AI, avalan tal afirmación.

Arabia Saudí es tan ruin y mezquina como Israel -ambos aliados en su confrontación con Irán y, por tanto, amiguetes del deleznable Trump-: no sólo vuelca su brutalidad física contra la población civil sino que, además, ha desplegado un bloqueo en todos los puertos de Yemen, privando al país de combustible, alimentos y medicinas.

¿Qué sucede mientras en Yemen? Que se ha padecido la peor epidemia de cólera de los últimos, cifrándose por miles las víctimas mortales. Para celebrar esta tragedia humanitaria, Felipe VI, Rajoy y sus secuaces recibieron hace unas semanas con honores al príncipe heredero saudí Mohamed bin Salmán. Cualquiera con un mínimo de decencia no podría contener las ganas de vomitar, calando de arriba a abajo a estos amigos ¿de la muerte? No, de los crímenes de guerra, pues eso es lo que se comente en Yemen.

Escaño me explica cómo países como Alemania, Bélgica, Suecia, Canadá, etc. han demostrado tener dirigentes con más moral y decencia que los españoles. Ya no venden armas a Estados asesinos como Arabia Saudí. Además, la mezquindad no es sólo cosa borbónica o de PP y PSOE, también de nuevos partidos, como Podemos. Así se constanta tras ver cómo el alcalde de Cádiz, José María González, Kichi (Podemos), antepone los puestos de trabajo a las vidas humanas en otro país.

Gracias a las corbetas que se construirán en los astilleros de Cádiz, se generarán cerca de 6.000 trabajos directos e indirectos durante cinco años, nos vende Navantia. La otra cifra interesante para Gobierno y Casa Real son los más de 2.000 millones de euros de ingresos. En Yemen, en cambio, la cifra que interesa son los más de 2.200 muertos por el brote de cólera porque corbetas como las que saldrán de Cádiz han impedido la llegada de medicinas al país.

Por eso, acciones como las de Amnistía Internacional, campañas como la que realizan sobre Yemen, son tan importantes. Ellos informan sobre conflictos ocultos como el de este país de Oriente Medio, señalan las complicidades asesinas como la de España. 

Mientras no entendamos que no hay puesto de trabajo ni ingreso que se justifique si implica tal sacrificio humano, seguiremos en el pozo de miseria del que no podemos salir. Somos víctimas de nuestra propia ceguera: a quienes permitimos comerciar con DDHH en el extranjero les abrimos la puerta a hacerlo a nivel nacional. Y lo hacen, tod@s ell@s, vaya si lo hacen al grito de “¡Os jodéis!”.  ¿Qué diferencia hay? Las personas, personas son y el dinero vale igual venga de donde venga. Esa afirmación es irrefutable, o ¿acaso usted es de los que cree que su vida, por ser español/a vale más que la de una persona yemení?

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Fuente: Público