La robotización de la producción de bienes y servicios exige un impuesto a las transacciones financieras Imprimir
Opinión / Actualidad - Economía
Escrito por Miquel Gorospe   
Viernes, 08 de Diciembre de 2017 06:19

Hace años, cuando aparecieron las primeras máquinas en la revolución industrial, se eliminaban puestos de trabajo y, al tiempo, se facilitaba tener más bienes producidos por la industria… ¡El progreso!

Más adelante, en el campo, los tractores sustituyeron la mano del hombre, y se consiguió una producción mayor con menor esfuerzo. Pero también se redujo la necesidad de mano de obra.

Esto fue mucho más grave con las maquinas más sofisticadas, como las cosechadoras, las algodoneras… que reducían el número de personas necesarias en tareas agrícolas en el campo, y los salarios se convertían en beneficios económicos que iban a parar a los países fabricantes de esas máquinas y a los propietarios de las fincas… pero se aceptaba porque era el progreso.

Después aparecieron los ordenadores que sustituían a personas en los despachos para mecanografía, en cálculos, en los bancos… mientras los cajeros automáticos sustituían al personal de banca, las máquinas expendedoras sustituían los estancos o algunas compras en bares… hasta hoy que, en los aeropuertos, al entrar en un país, el pasaporte lo comprueba una máquina y te deja entrar … o no.

Hace tiempo que hay robots que construyen coches u otra maquinaria, ensamblan piezas y sustituyen a personas. Y va en aumento.

Alguien como Bill Gates ha dicho que los robots deberían pagar impuestos. ¿Pero qué robots, los de fábricas? ¿Los cajeros automáticos? ¿Los ordenadores? ¿Cómo fijar las tasas? Complejo y de difícil implantación.

Pero hay un problema; en España, de los ingresos presupuestarios (no financieros) para 2017, el 48% son cotizaciones a la seguridad social que las empresas y los trabajadores abonan a la Seguridad Social y el 14% del total de ingresos de impuestos procede de la renta de las personas físicas (IRPF), lo percibido por trabajar. Es decir, el 62% proviene del trabajo.

El problema grave es que los robots, al eliminar el trabajo de personas, personas que tienen un sueldo y cotizan, que aportan a los ingresos del país este 62%, que sirve para cubrir gastos del Estado… eliminan también el dinero necesario para los gastos sociales. Si los trabajadores son sustituidos por máquinas y no va quedando donde trabajar, dejan de pagar impuestos y seguros sociales y pasan a ser personas en paro sostenidas por el Estado. Pasan a ser gasto social y la reducción de sus ingresos repercute también en el consumo…

Por otra parte, en los presupuestos de 2017, se prevé que el impuesto sobre el beneficio aporte el 9% del total de ingresos, pero en 2007 era el doble; ha disminuido la aportación de las empresas al Estado español por impuesto de sociedades, porque muchos proveedores de máquinas esconden sus beneficios en los Paraísos (Guaridas) Fiscales, defraudando a Hacienda, por lo que tampoco cotizan y así se reducen rápidamente los ingresos necesarios para mantener el estado del bienestar.

¿Qué hacer?

Si se cobran impuestos por los robots, con todas sus enormes dificultades, nunca podremos llegar a recibir lo que se deja de cobrar por seguros sociales, IRPF e Impuesto de sociedades (70% de los ingresos no financieros).

Sin embargo, hay caminos de los que se habla hace tiempo, caminos que es imprescindible poner en marcha cuanto antes, para poder captar los recursos necesarios para mantener el estado del bienestar y cumplir con los derechos humanos económicos, sociales y culturales.

En la actualidad, se calcula que el PIB mundial (la suma de todos los bienes y servicios producidos) son unos 75 billones de dólares, pero se calcula que la especulación financiera mundial es muy superior a los 5.000 billones de dólares. Es decir, 70 veces el PIB mundial. Los grandes negocios del mundo están en la especulación financiera que todo domina y puede llegar a hundir o salvar un país económicamente.

Bien, pues a pesar de ser el mayor negocio del mundo, generalmente refugiado en guaridas financieras o paraísos fiscales, y por tanto no paga Impuesto de Sociedades, tampoco paga absolutamente ningún impuesto por la compra o venta de ningún producto financiero.

Si compras una barra de pan, en España pagas un 4% de IVA. Si compras miles de millones de € en productos especulativos, no se paga nada. No hay un IVA financiero. Por eso es imprescindible exigir un Impuesto a las Transacciones Financieras que cubra la reducción de ingresos por la robotización de la actividad económica.

Si no lo hacemos, nuestros hijos no tendrán estado del bienestar

Publicado en Nueva Tribuna