Elecciones del 26 de mayo : La Concejalía de Empresas de Carmena y el ciclo político Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por Carlos Prieto del Campo   
Jueves, 23 de Mayo de 2019 05:34

Florentino Pérez y Manuela Carmena

Carmena y Cueto ofrecen al sector privado la posibilidad de gestionar el Ayuntamiento de la ciudad de un modo tan eficaz como el de la derecha, pero aislado de la presión de la izquierda social

El proyecto del equipo más próximo a Manuela Carmena al frente del Ayuntamiento de Madrid ha consistido, en una parte sustancial de su operativo político, en reescribir el pacto socioeconómico con el mundo empresarial español y global en torno a las políticas municipales y al proyecto de ciudad, que deben definir el desenvolvimiento de la administración municipal durante los próximos años. Esta línea de conducta ha adquirido un peso paulatinamente mayor a medida que progresaba la legislatura y cambiaban las condiciones políticas en un clave netamente termidoriana, que Carmena ha sabido explotar de modo exquisitamente reaccionario y autoritario como ha quedado palmariamente demostrado en la destrucción de Ahora Madrid y en el ataque a la línea de flotación de Podemos en la ciudad.

En el caso de una gran metrópoli como la madrileña, reescribir este pacto implica, por un lado, el posicionamiento y la ordenación de las grandes opciones de lo público respecto a las estrategias, pretensiones e intereses del sector privado en sus diversas manifestaciones y volúmenes de negocio y, por otro, la definición del proyecto político y de la cultura política desde la que se pretende gestionar una gran ciudad, que, como inmensa cuenca de valor, producción y acumulación, constituye un enorme repositorio de flujos, relaciones económico-financieros y oportunidades de negocio, respecto a los cuales el sector privado tiene un gran interés, constituyendo en sí mismo toda un área de negocio específica que es así considerada por muchas grandes empresas que se relacionan con las Administraciones públicas.

Para evaluar de modo preciso los contornos de ese nuevo pacto con el sector privado es preciso considerar tres problemáticas a fin de comprender el modelo de gestión y el horizonte político de Manuela Carmena en el Ayuntamiento de Madrid, así como su deseo de crear la mencionada Concejalía de Empresas. En primer lugar, es primordial afirmar que el volumen, la asignación y la composición del gasto y la inversión públicos puede ofrecer oportunidades muy diferentes al sector privado y formas muy distintas de relación con la Administración pública municipal en función de los criterios político-estratégicos, que el correspondiente gobierno asuma e implemente en su práctica jurídico-administrativa. Idénticas reflexiones pueden aplicarse, en segundo lugar, a los perfiles de los altos directivos y de los responsables últimos, que definen, organizan e implementan el proyecto político en su vertiente de asignación de recursos, contratación del gasto y decisión de las opciones inversoras, y a cómo responden estos al compromiso con la gestión pública tras las últimas décadas de neoliberalismo duro, de desprecio y devaluación de lo público y de imposición del paradigma neoliberal y de la governance derivada del mismo; igualmente hace falta analizar cómo se comportan o deben comportarse estos gestores si operan en el seno de un proyecto político como Ahora Madrid y en el marco de una articulación con un sujeto político como Podemos, que en 2015 representaba un ambicioso proyecto de transformación de la política y del sistema de partidos del país y un horizonte verosímil de articulación con otras experiencias municipales concebidas en una longitud de onda similar a la de la fuerza municipalista madrileña.

Finamente, estas opciones de gestión desde las Administraciones públicas se enmarcan inevitablemente en el cuadro político-administrativo en el que, por un lado, las prácticas y la cultura administrativa de la institución correspondiente, en nuestro caso el Ayuntamiento de Madrid, se hacen carne con el ordenamiento jurídico como opción real de un determinado conjunto de políticas transformadoras y, por otro, la aplicación de la norma produce sus efectos materiales últimos sobre la realidad de la ciudad y la vida de los ciudadanos y ciudadanas: se trata de un aspecto fundamental cuando se accede a la gestión de una institución, porque esta interrelación entre la norma jurídica, la gestión administrativa y el proyecto político se halla dotada de una enorme carga política a la hora de llevar adelante todo proyecto serio de transformación y tenía, por consiguiente, una importancia esencial en el modelo de transformación sofisticado y enérgico necesitado por el Ayuntamiento de Madrid tras veinticuatro años de gobierno del PP, que pretendía implementar la coalición Ahora Madrid, que aupó a Manuela Carmena a la alcaldía de la ciudad.

Dependiendo de cómo responda un grupo político determinado a estas tres problemáticas, tenemos toda una tipología en el contexto de 2015-2019 del carácter (eficientemente) democrático, (suficientemente) participativo, (potencialmente) expansivo y geométricamente articulable con otras experiencias políticas similares de un concreto proyecto político, en nuestro caso el proyecto de Ahora Madrid para el Ayuntamiento de la capital. Las opciones de Carmena al respecto, que nos sirven para encuadrar el análisis de la Concejalía de Empresas, responde analizada de modo muy sucinto, en primer lugar, a una asignación de recursos y de gasto, que no ha roto de modo neto con la inercia y la senda de gasto e inversión establecida por las administraciones del PP ni ha desvinculado las grandes partidas de gasto de la concesión y de la gestión privadas en buena parte de la prestación de servicios sociales de la ciudad, al tiempo que abría las grandes opciones urbanísticas, que suponen operaciones económico-financieras de envergadura para a planes no subordinados en absoluto a la gestión común de los grandes recursos del suelo público, las opciones de vivienda y la financiarización de la activdad urbanística pública.

En segundo lugar, el equipo de Carmena no ha introducido un tipo de alto gestor y de gestores medios totalmente desligados y absolutamente ajenos a la governance neoliberal de lo público y del comportamiento de las Administraciones públicas respecto a los poderes salvajes del sector privado, ni tampoco ha reinventado formas de gestión administrativa y de rendición de cuentas ligadas a la originalidad y al fortalecimiento de un proyecto político de transformación como el liderado por Ahora Madrid y Podemos, el cual en principio la alcaldesa aceptó cuando se incorporó a presidir la lucha de la coalición por la alcaldía de la ciudad.

Finalmente, la relación de la gestión administrativa y el proyecto político en el Ayuntamiento durante este periodo de gobierno ha respondido más a la estrategia de Carmena de apropiarse personalmente de un proyecto colectivo que al engranaje de este con la capacidad de gestión que posee un administración municipal como la madrileña y su impacto sobre las diversas dinámicas de la ciudad; igualmente, tampoco ha introducido atisbo alguno de una nueva cultura político-administrativa en el consistorio, que ha reproducido mansamente a vieja cultura burocrática del PP y del Estado tradicionalmente vigentes, lo cual se ha visto agravado durante la legislatura por la imposición torticera por parte de Montoro de la normativa reguladora del gasto y la austeridad procedentes de la Unión Europea e implementadas con gusto por el PP y tímida y maliciosamente por Carmena como evidencia la destitución de su concejal de Hacienda, Carlos Sánchez-Mato en diciembre de 2017. El corolario de esta evaluación de la cultura política y jurídica en la gestión de la alcaldesa indica que su modelo ha sido, pues, ineficientemente democrático, insuficientemente participativo, imposiblemente expansivo y difícilmente articulable con otras experiencias políticas similares activas durante el periodo 2015-2019 y todavía tal vez potencialmente objeto de articulación durante el periodo 2019-2024.

Sector privado antes que fuerza política

Desde el punto de vista de la relación de fuerzas presentes en la coyuntura política de 2015, el núcleo duro de Carmena liderado por Luis Cueto, tras haber comprendido muy rápidamente que el proyecto de transformación del Ayuntamiento de Madrid, así como el conjunto de las políticas que deberían implementarlo de acuerdo con el proyecto ambicioso que había aupado a Ahora Madrid al consistorio, carecía de la fuerza política y de la coherencia interna necesarias para convertirse en un plan de gobierno colectivo liderado desde la alcaldía, pero sometido a una construcción colectiva sobredeterminada por el liderazgo multilateral de Podemos y de las fuerzas políticas y movimientos sociales implicados en el mismo, comenzó a diseñar las estrategias de contacto necesarias para que el sector privado pudiera reescribir su peculiar relación con las instituciones publicas, que caracteriza la historia política de este país.

El sector privado español —o activo en la formación social española— ha estado acostumbrado en general a gestionar la relación con lo público y con los recursos públicos de formas realmente contundentes en las que la legalidad de las actuaciones y el filtraje político de las pretensiones y derechos se remite a un espacio habitualmente mal definido de ajustes y microajustes político-administrativos en los que las relaciones personales y la connivencias de todo tipo crean zonas privilegiadas de contacto y posibilidades de redimensionamiento de las expectativas y de las propias operaciones contractuales.

Si el proyecto de transformación que aupó a Ahora Madrid al Ayuntamiento de Madrid se comenzaba a implementar desde los primeros momentos de forma coherente y si esa implementación se convertía en un campo político colectivamente monitorizado, controlado y multilateralmente gestionado para dar vida a un nuevo experimento coherente de gestión de lo público, ello suponía, en un primer momento y de modo preliminar, la puesta en tela de juicio de buena parte de las políticas llevadas a cabo por el PP, el examen minucioso de buena parte de las operaciones y de las relaciones contractuales ligadas al modelo de gestión de la derecha, y el cambio de relación de lo publico y lo privado en la economía política del Ayuntamiento, lo cual implicaba por definición el cambio de la asignación de recursos y, por ende, de la operativa contractual y de las formas y métodos de diseño y gestión democrática de ambas, más allá de la monótona remisión a la normativa de la contratación publica como límite supuestamente único e infranqueable de una gestión correcta y eficiente de los recursos públicos.

Suponía también, al calor de las trasformaciones que habían lanzado el 15M y Podemos, la drástica redefinición de las prioridades estratégicas de la nueva administración municipal, que debían redundar de modo inevitable en un nuevo modelo de ciudad, cuya materialidad debía manifestarse en una profunda transformación de las prioridades de gasto e inversión, a una radical en tela de juicio de las formas de organización de la gestión de los derechos sociales y políticos que constituían la fuerza motriz del mencionado modelo y, por ende, de las formas de gestión interna de este ambicioso y razonable proyecto de devolución de la ciudad a las inmensas mayorías madrileñas.

Ambas líneas de acción atentaban contra el statu quo de la inserción en el Ayuntamiento de Madrid de un sector privado poco proclive a establecer una relación horizontal respetuosa con lo público y acostumbrado a unos u otros niveles y modalidades de trato de favor o, al menos, de condescendencia en el conjunto de las Administraciones públicas locales y autonómicas durante casi dos décadas y media de gobierno monocolor de una derecha como la representada por el PP, cuyo perfil es realmente abracadabrante según ha quedado sentado en sede judicial.

Cuando Carmena y su núcleo duro comprenden para su sorpresa, primero, y para su alborozo, después, que la integralidad de este proyecto y la consistencia de la voluntad política para implementarlo no resistirá su negativa a trabajar políticamente con la coalición de sujetos políticos que han aupado a la alcaldesa a la dirección del Ayuntamiento de acuerdo con un proyecto de largo alcance para cambiar estructuralmente el modelo de gestión municipal; cuando comprenden que la composición del grupo municipal de Ahora Madrid es mucho más heteróclita, dúctil, maleable y divisible de lo que podía suponerse al calor del lanzamiento de la candidatura y que la presencia rectora de Podemos iba a ser incapaz de dotar de direccionalidad al proyecto de transformación de Madrid, que había llevado a la ciudadanía a votar por un cambio en profundidad de las formas y de los objetivos de la política municipal, entonces el proyecto de definir un nuevo pacto con los actores del sector privado más implicados o potencialmente implicados en el campo de la acción político-administrativa del consistorio comienza a dibujarse con toda nitidez en el proyecto la alcaldesa y su equipo de gobierno, que no es ni mucho menos el derivado de la representación democrática conseguida por Ahora Madrid en las elecciones de 2015.

La salida del PP del Ayuntamiento y la llegada de Podemos y sus aliados se percibía como un proceso posible de redefinición integral del uso de lo público por un movimiento político que había cumplido la proeza de desalojar a un bloque de poder que parecía impermeable a cualquier comportamiento legalmente correcto, pero dudoso e injusto políticamente, o directamente ilegal y corrupto administrativa y jurídicamente: este doble eje era el ecosistema en el que se desenvolvían, entre la corrupción y la privatización como polos aglutinadores de su acción de gobierno, las políticas del PP durante los años de la austeridad y en ambas las diversas opciones del sector privado encontraban innumerables formas de conexión, rentabilidad y vinculación entre el partido y los diversos sectores empresariales implicados a los distintos niveles de sus respectivos ámbitos de actividad empresarial. Si realmente el proyecto de Ahora Madrid contaba con un trabajo político interno serio y coherente y con una direccionalidad política prestada por Podemos como proyecto de alcance estatal de transformación de las políticas de la austeridad, primero, y como proyecto contrario a las formas de utilización de lo público para favorecer el actual modelo de gestión de la crisis y de governance neoliberal y de propiciar descaradamente el modelo de gestión privado de los grandes servicios públicos y de las políticas municipales, que conforman un modelo de ciudad democrático, entonces el conjunto de los agentes privados que se hallan conectados de uno u otro modo a los flujos económico-financieros del Ayuntamiento de Madrid podrían ver drásticamente redimensionados sus modelos de negocio y por ende exponerse a la radiografía democrática y participativa de una ciudadanía severamente estresada por el modelo de ciudad impuesto por el PP y por las políticas de ajuste diseñadas por la Unión Europea y despreocupadamente gestionadas por el Gobierno de la nación desde 2012.

El catálogo de estos actores privados es muy amplio y contempla sujetos empresariales locales, nacionales y transnacionales, como lo es el conjunto de sujetos y colectivos sociales que son afectados por las políticas municipales y autonómicas. La complejidad de la gestión municipal de una metrópoli abarca en su microcosmos toda una panoplia de flujos de valor y de posibles esferas de negocio, que tocan prácticamente todos los aspectos de la reproducción social, cuya realidad es importante para esos actores económicos en términos estrictamente empresariales y fundamental políticamente para los sujetos políticos que animan el proyecto de transformación liderado por Ahora Madrid y Podemos en tanto que las políticas municipales de una metrópoli impactan de modo innegable en el disfrute de los derechos fundamentales, así como en el resto de políticas gestionadas por las Administraciones autonómicas y, en el mejor de los casos, centrales sobre las cuales pueden tener un efecto innegable en el ámbito de las políticas económicas y sociales o, directamente, sobre las opciones políticas y la economía política del propio Estado si ese campo municipal logra convertirse en verdadero laboratorio de construcción de nuevos derechos producto entre otras dinámicas de una gestión original de los recursos públicos.

Carmena y su núcleo duro, que como decimos es nítidamente distinto del colectivo de concejales y concejalas elegidos en 2015 y de su potencial trabajo político colegial y colectivo, entienden que este nuevo pacto con el sector privado y con los actores fuertes relacionados de uno u otro modo con la actividad municipal es esencial para su supervivencia política como grupo gestor con opciones políticas tras la conclusión del periodo de gobierno iniciado en 2015 y/o tras la eventual salida de la alcaldesa del juego político, dado que como grupo desligado de cualquier proyecto de transformación medianamente consistente y desvinculado, internamente, de las dinámicas de representación generadas por Podemos y Ahora Madrid y, externamente, de cualquier proyecto posible de agregación en torno a un proyecto político compartido con el resto de Ayuntamientos del cambio, no tiene otra moneda política de cambio que mantener a corto plazo la vinculación tenue con el área de izquierda que ha hecho posible su elección optando, sin embargo, para ello por un modelo distorsionado y contradictorio de sus propias prácticas de gestión político-administrativas y de sus opciones políticas respecto al programa de Ahora Madrid, que le sirva para comprar tiempo a fin de establecer ese nuevo pacto con el sector privado y con los poderes empresariales, económico-financieros y privado-institucionales, mientras destruye la vinculación con el área social y política que ha aupado a Carmena y su grupo a la alcaldía de la ciudad y se desliga de Podemos como gran paraguas del proyecto político de transformación a escala nacional.

En realidad, viendo la secuencia de los acontecimientos de los últimos cuatro años y la debilidad política del equipo gestor de confianza por el que opta Carmena desde un inicio, este diseño estratégico se conformó muy rápidamente en la mente de Carmena y Cueto, que desde muy pronto vieron que la gestión del Ayuntamiento ofrecía una excelente oportunidad de apropiarse de un proyecto de representación democrática del que percibieron muy pronto que carecía de un proyecto transformador lo suficientemente recio como para no ser manipulado a placer con el fin, de acuerdo con un cálculo que sorprende por lo mendaz y lamentable, expropiarlo para su propia empresa política de control e influencia a medio plazo sobre las políticas municipales de la ciudad de Madrid.

Obviamente, el envite era arriesgado y los contrincantes por la derecha barajaban apuestas similares de entrega de lo público al sector privado o de modulación del primero a los diseños expropiadores de este último, que dada la nueva correlación de fuerzas a escala europea y global, las alianzas potenciales con actores empresariales, financieros y tecnológicos globales y el entorno de desregulación y baja politización imperantes en España, a pesar de las rupturas del 2011 y 2014, ofrecían un enorme espacio de creatividad para privatizar y financiarizar el conjunto de la riqueza urbana de una cuenca productiva como la de la ciudad de Madrid.

Carmena ha intentado, pues, en un primer momento esterilizar Ahora Madrid y cortocircuitar la potencial relación política con Podemos, para después desplazar paulatinamente las aristas más afiladas del programa de la coalición que la llevó al poder creando el espacio y las condiciones para que una vez destruido el grupo municipal de Ahora Madrid y expulsado a Podemos de la contienda electoral en las elecciones del 26M, definir el espacio político correspondiente a un sector privado ansioso por reeditar el pacto de gobierno de un contenedor de valor tan apetecible como la metrópoli madrileña.

Para suscribir este pacto y para crear la atmósfera propicia para culminar la expropiación del proyecto ciudadano de Ahora Madrid y Podemos, las mencionadas operaciones políticas de esterilización y neutralización efectuadas por Carmena no tienen literalmente precio, porque demuestran al sector privado y a los poderes fácticos que un ciclo político ha podido ser cauterizado mediante una simple y burda operación de captura de lo que en otro caso podía constituir la introducción de una economía política municipal situada en las antípodas de la privatización, la uberización y la explotación de la riqueza común y colectiva, que propugna un sector privado afectado por una fuerte crisis de rentabilidad estructural y ansioso por abrir espacios inéditos de acumulación y valoración de sus recursos.

Carmena y Cueto, desprovistos desde el principio de un proyecto político coherente y exonerados de una presión política fuerte que desde el exterior se impusiera a sus planes más inmediatos de privatizar el proyecto de Ahora Madrid, ofrecen al sector privado la posibilidad de gestionar el Ayuntamiento de la ciudad de un modo tan eficaz como el de la derecha, pero aislado de la presión de la izquierda social que desea realmente reapropiarse de los recursos públicos y puja por dirigir la potencia de la Administración municipal hacia un horizonte de socialización del valor que se genera en la metrópoli madrileña y por articular las políticas municipales transformadoras presentes en el resto del España en un proyecto de suficiente envergadura como para cambiar las reglas de juego municipales (y, en realidad, autonómicas), lo cual en el actual contexto supone el cambio del marco de la gestión, de sus modelos legales y de su capacidad de relación con el resto de Administraciones y por ende con la Unión Europea.

La Concejalía de Empresas de Carmena y Cueto es la materialización explícita de la mencionada correlación política de fuerzas que acabamos de analizar y la expresión de la voluntad de que las relaciones se intensifiquen en la línea de privatización, financiarización y uberización indicadas, porque está claro a estas alturas que la correlación permitirá imponer el modelo analizado sin cortapisa alguna por parte del grupo municipal de Más Madrid, si se llegase a revalidar la alcaldía, o que se aportará el peso inerte de los miembros de este grupo a la posible alianza conservadora o tímidamente reformista que pueda salir de las urnas, que no tendrá otra presión por la izquierda que la proveniente de Madrid en pie, si esta opción política logra representación.

El programa progresista de Carmena tiene los límites políticos y sociales, que ha logrado imponer durante este periodo de gobierno a Ahora Madrid y a Podemos y que la alcaldesa y Cueto reproducirán durante el siguiente. Por el contrario, la zona de contacto y la relación con el sector privado nacional y transnacional crecerán y se intensificarán sustancialmente y la señal pública de ello es la creación de esta Concejalía y el encargo de gestión de la misma a Luis Cueto, sujeto cuya única política es la de cumplir obedientemente esta tarea de acuerdo con los artífices y representantes de los grandes intereses empresariales en juego, todo ello aderezado por los peones y alfiles más aptos para navegar tales aguas.

Por otro lado, este desplazamiento llevará a Carmena a aliarse con los grupos municipales de la derecha en las grandes líneas y en las operaciones emblemáticas de este nuevo diseño del modelo de ciudad, comenzando obviamente con las grandes operaciones urbanísticas ligadas a la Operación Chamartín, la Operación Berrocales y la Operación Campamento, en el que estos nuevos socios votarán conjuntamente para poder obtener sus propias ventanas de oportunidad y de introducción de sus propios intereses económicos y de sus correspondientes predilecciones ideológicas, todo ello dependiendo por supuesto de los resultados finales obtenidos por cada una de las fuerzas en liza el 26 de mayo.

Igualmente, el gobierno en la sombra de Carmena ha supuesto en esta legislatura la no modificación de los modelos de gestión ni el recambio sustancial de sus gestores de rango alto y medio, lo cual es un logro para ella y su equipo, dado que ello ha bloqueado la imposición de mayores cotas de transparencia, participación y rendición de cuentas a los ciudadanos de acuerdo con las justas pretensiones de Ahora Madrid y de la ola de relegitimación democrática desencadenada por el 15M y Podemos. Este aspecto es fundamental para el nuevo new deal que Carmena y Cueto ofrecen al sector privado y al conjunto del establishment: no habrá disputa en torno a los procesos de toma de decisiones y la conformación del plan de gobierno de Más Madrid, ni la complejidad de las posibles opciones en juego será sometida a las pretensiones democratizadoras de las fuerzas políticas de la izquierda ni a una potencia nueva maquinaria administrativa en proceso de democratización, porque ello quedará bien celado en la nueva Concejalía y en el espacio de discreción cómodo y confortable que Cueto impondrá a la misma.

Si existe una concejalía para gestionar estas relaciones con las empresas, ello supone por definición una sustancial sustracción de contenidos, espacios de debate y dilucidación colectiva de los impactos, modalidades de interacción e implicaciones, que esas relaciones tienen en el resto de áreas de gestión municipal y de los posibles grupos y sensibilidades políticos que podrían haber conformado una candidatura en la línea de la establecida por Ahora Madrid. La gestión y la destrucción por Carmena de esta coalición y la destrucción de Podemos como sujeto político en el Ayuntamiento de Madrid responden a esta estrategia lamentable de Carmena, Cueto y ahora de Más Madrid de empresarializar el Ayuntamiento y de privatizar lo público mediante relaciones no sometidas a un riguroso, amplio y exhaustivo debate político, siendo la manida opción de las alianza público-privadas la muestra patética de tal novedad prematuramente envejecida y agonizante desde el punto de vista de la democratización y reivindicación de lo público y lo común.

Y una buena primer línea de descomposición del proyecto de esta derecha sociopolítica y de este progresismo siempre asustado ante el cambios y las bifurcaciones sistémicas, que ni siquiera en los momentos de mayor crisis e incertidumbre logra ser original y políticamente constituyente, es la la candidatura de Madrid en pie con Carlos Sánchez Mato a la cabeza, que para abordar la creación del espacio institucional y social apto para proceder a esa reconstitución de la política municipal —o de la política tour court— parte de una hipótesis doble: la primera postula que el trabajo municipal interno debe ser en sí mismo un laboratorio político para calibrar cómo lo público y común debe constituir el astrolabio antagonista de la gestión municipal y para pensar cómo ambos campos no deben ser entregado a la codicia cortoplacista y lesiva de la voracidad empresarial, al tiempo que reivindica la necesidad de un sobresaliente esfuerzo intelectual para la ideación y gestión de las nuevas políticas públicas capaces de enfrentar la profunda crisis de desigualdad, sostenibilidad y legitimidad, que atenaza la política y la representación democrática actuales; la segunda hipótesis afirma que el pulso del contacto, la participación y la cartografía de las necesidades de los sectores más golpeados por las políticas neoliberales del PP y por la parsimonia siempre acechante de las soluciones del PSOE, así como la interacción con los grupos y colectivos militantes y profesionales más activos en la defensa de esos intereses y más lúcidos a la hora de diseñar al detalle e implementar con todo el grano de la buena gestión pública ese conjunto de políticas e iniciativas públicas, resulta primordial y crucial para trazar los contornos de la nueva gestión y administración municipal, que ha de ser lo suficientemente democrática e inteligente como para evitar la catástrofe de su sedación por el pequeño juego de elites desconectadas irremediablemente de las grandes mayorías y ocupadas de sus misérrimas aventuras prepolíticas y por ende predemocráticas.

El grado de confianza derivado de las alianzas ya tejidas y la satisfacción y el reconocimiento de la pieza política rendida a los poderes fácticos son percibidos por Carmena desde hace meses como realmente altos y con total desvergüenza y altanería tras la disolución de Ahora Madrid como opción electoral concreta y la retirada de Podemos de la contienda electoral municipal. Lo realmente alucinante de toda la operación es la imbecilidad mayúscula de los concejales y concejalas de Podemos o independientes procedentes de los movimientos sociales dispuesta a dar cobertura a una operación tan burda como reaccionaria en el corto y medio plazo. Y así resulta sintomático que Zarzalejos adscriba a Errejón, en el mismo artículo lacayuno publicado hace unos días en El Confidencial en el que menciona la presencia del sobrino Cueto en la sala de calderas del Ayuntamiento, el estatuto de nuevo sobrino de Carmena, metáfora perfecta que cierra en pleno 2019 el círculo de esta comedia neoliberal de los horrores conservadores. Porque esta empresarialización y esta sustracción de la reproducción de la constitución material de la ciudad de Madrid no podía hacerse sin dotar de una nueva legitimidad débil, agujereada y tramposa al nuevo ciclo político, que debe construirse sobre la cauterización y despotenciación de la innovación constituyente del 15M y de Podemos como campo de apuesta de la radical reinvención de la política. La apuesta de esta nueva derecha conservadora fracasará obviamente.

Carlos Prieto del Campo, Es editor de la New Left Review en español.

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Fuente: El Salto Diario