Yo el supremacista o el mundo de las apariencias Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por José Juan Hdez (UCR)   
Miércoles, 13 de Junio de 2018 05:18

En Canarias, hace años (quizás aún siga pasando), cuando se celebraba una fiesta entre amigos, no era raro que en la sobremesa aparecieran un par de guitarras con las que se iniciaba un repertorio musical que podía ir, el trío Los Panchos mediante, desde la pausada bolerística de un reloj implacable con las horas o anhelante de que el ente amado nos dijera ven, a los aires folclóricos de nuestras islas. Cuando se llegaba a este punto no era raro que, transitando de lo melancólico a lo ardoroso, con ritmo de Isa parrandera se entonaran los siguientes “versos”:

“Canarias ya no es Canarias

porque está llena de godos,

levántate padre Teide

y dale por culo a todos”

Aclaro que en no pocas ocasiones entre los etílicos cantantes había alguno nacido en tierras peninsulares. En general, el término godo se usaba (creo que desgraciadamente va cayendo en desuso) para nombrar a la persona que venía de la península con ínfulas, con la mirada altiva y la cresta excesivamente levantada.

Yo hace mucho tiempo que no participo en jolgorios de este tipo, pero me temo que hoy en día los hipotéticos cantadores se tentarían la ropa a la hora de arrancarse con la mentada coplilla. No faltaría la mente lúcida que los acusara de xenófobos y quizás un juez con ganas de encausarlos por esa mierda llamada “delito de odio”. Un delito creado (y aplicado) por aquellos a los que odiamos la centésima parte de lo que se merecen. Tal vez podría tachárseles también de supremacistas o incluso de racistas. Sí, supremacistas aborígenes inflamados con la sangre del enloquecido Beneharo o del suicida Bentejuí. Me gusta. Odio eterno a la raza goda y alianza táctica (hasta la liberación, ni un paso más) con el supremacista mayor del aún reino: el catalán Torra. Si se anima Euskadi, ahora que el PP amaga con putear al PNV en el Senado, siguiendo la consigna del Che (luchador internacionalista por el derecho a la autodeterminación de los pueblos, cuidado que alguna cabecita de esas que dicen que la clase obrera no tiene patria puede explotar) surgirían, rodeantes, al norte, al este y al sur, un, dos, tres Vietnam en el estado español.

Ni siquiera sé ya si la ironía expuesta es un refugio deseable o decente. En cualquier caso es un arma ínfima para combatir la enormidad de la artillería mediática que tiene como exclusivo objetivo presentarnos una realidad lo más distorsionada posible. Una realidad donde, pobre Malcom X, sustituida la clase trabajadora por la clase media, pululan como setas en otoño los amantes de los opresores.

Pedro Sánchez, sé que es una afirmación muy arriesgada, es un tránsito de la derecha conservadora con rasgos franquistas del PP a una extrema derecha que, camuflándose tanto como haga falta en ese comodín multiusos llamado liberalismo, viene con el cuchillo en los dientes a lomos de una oligarquía que (con sentencias oteando sobre el PP), está preparando desde hace un par de años un posible cambio de actor principal en el terreno de la derecha. Esta situación, con todas las fanfarrias mediáticas cantando las loas albertianas ante el enmerdado (genial parodia en Polonia de un Titanic pepero anegado por la inmundicia) Mariano, es bajo mi pesimista punto de vista irreversible, al menos a medio plazo.

Tengo escasas dudas de que una población “machacada” por los grandes medios, los que son la única fuente informativa de millones de personas, con mensajes que establecen estrecha competición entre los simple y lo simplón, acabará aupando al poder a ese joseantoniano de nuevo cuño que, como su predecesor, solo ve españoles sin distinción alguna. Españoles que deben colaborar hermanadamente sin atender a distinción de clase alguna. Contra la lucha de clases esgrimida por la antiespaña marxista se levanta el fascismo naranja con su teoría de la colaboración de clases para el engrandecimiento de España (ni rojos ni azules, ni empresarios ni trabajadores: todos españoles iguales. Sí, son los impulsores de la desigualdad los que pondrán todo el acento del mundo en engañarnos diciéndonos que somos iguales). La parte del discurso falangista que defendía la “dialéctica de los puños y las pistolas” la tienen guardada... por ahora. No la necesitan. Vivimos bajo la contundencia noqueadora de una oligarquía judicial que abre el camino hacia esa España renovada, donde parece que otra vez “empieza a amanecer”.

Entretanto aquí tenemos, de nuevo en el escenario, al PSOE. El bálsamo que mejor suaviza la fina piel del progre hispano. Un espécimen especialmente repelente en su versión artística o intelectual, pues ha sido incapaz, básicamente en aras de cuidar su cartera, de denunciar la injusticia que supone la existencia de presos políticos. Vivimos tiempos tan miserables, que todavía hay quién discute que los líderes independentistas catalanes están en prisión provisional vengativa por la única causa de pretender, voto mediante, la realización de un objetivo político.

El encorsetado pensamiento común es mágico: en democracia no hay presos políticos, España es una democracia, luego en España no hay presos políticos. Buena parte de la población va servida con esta simpleza que le evita plantearse porque cada vez entra más gente en la cárcel por su acción política o es perseguida por rapear, por ejemplo, que el destino natural de cualquier cabeza que osa proclamarse rey es el cesto de la guillotina.

Decía un poco más arriba que ha salido al escenario el prestidigitador que mejor embelesa las conciencias buenistas de los que buscan el equilibrio entre su cartel público y su cartera privada. Me resultó enternecedor ver a los ex asaltacielos gritando “sí se puede” (no deberían olvidarse que para el PSOE ese afirmativo es siempre condicional) en el Congreso, mientras la bancada socialista los ignoraba.

El partido esencial e insustituible del régimen del 78 es el PSOE. En los últimos 40 años la derecha ha tenido, en orden cronológico, dos representantes, UCD y PP, avizorándose la próxima hegemonía de un tercero: Ciudadanos. El PSOE, en cambio, es toda la “izquierda” tolerable. Unidos Podemos, aún teniendo un programa tímidamente socialdemócrata que situaría en el campo de la ultraizquierda al PCE, e incluso al PSOE del 77, es para los poderes fácticos hispanos la encarnación del peligro rojobolivarianoseparatista.

Este partido esencial tomará algunas medidas cosméticas que nos pondrán una sonrisa en los labios y procederá a lo que toca: apuntalar el régimen. Y como muestra tenemos al individuo que portará la cartera de exteriores: Borrell el filonazi. ¿Me he vuelto loco? ¿Soy injusto?

Vuelvo al inicio de este texto: la facilidad con que se extienden certificados de xenofobia, racismo y supremacismo. El movimiento independentista catalán ha sido estigmatizado con los conceptos anteriores por mucha gente que, estoy convencido, padece los ismos antes mencionados en el terreno que importa, el de los hechos. Por ejemplo, impugnando ante el Tribunal Constitucional una ley de la Generalitat que establece una sanidad universal que incluye a los inmigrantes ilegales. Hoy en día vivimos tiempos oscuros en que el fascista tilda de tal al antifascista.

Sé que Borrell no es filonazi, pero en la campaña electoral del 21D habló de la necesidad de desinfectar Cataluña. A Quim Torra lo crucificaron por el artículo, manipulado, de las bestias. Podríamos decir, abundando en la concepción del trazo grueso, que Borrell degrada al independentismo al siniestro papel de silente bestia microbiana, poniéndose casi a la bajura de un matón judicial, un Llarena cualquiera.

 

Artículo también publicado en la página personal del autor: El Blog de José Juan Hdez