Bórrell y la desinfección que viene Imprimir
Opinión / Actualidad - Política
Escrito por José Juan Hdez UCR   
Domingo, 17 de Diciembre de 2017 00:00

No deja de sorprenderme (mi familia dice que siempre estoy sorprendiéndome) que el independentismo no tenga el 60 ó 70 por ciento de simpatías en Cataluña. El principal motivo es que yo no querría estar ni cinco minutos en compañía de una gente, el español común, profundamente codigopenalista (para que usar la razón si tengo una ley a mano que me quita el trabajo), que mayoritariamente, y no exagero, me detesta. Sé que decir esto es políticamente muy incorrecto, pero la persona común, el envenenado por la dosis diaria de anarrosas o grisos o las dosis más suaves, más elaboradas, de los ferreras, si pudieran se quedaban con el solar y repoblaban el territorio con otra “especie” menos levantisca.

 

Para desinfectar la sociedad catalana nada mejor que “la que se avecina”. Algo que, si se produce, hará estremecerse de gozo al tipo que con el disfrute de la extrema derecha y la aquiescencia del centro derecha (PSOE) seguirá habitando el Valle de los Caídos: una Causa General contra el independentismo que, como la que en 1940 impulso Franco contra la España Roja, ponga en la picota a todo el movimiento soberanista. Pasarán ante los jueces, con mayor o menor grado de implicación, centenares de personas. Y el proceso durará años. Y quizás se arrepentirán de la duda, de no hacer efectiva la independencia cuando, a inicios de octubre, el estado español estaba grogui ante la realización de un referéndum cuya puesta en práctica, con cierta altanería, tachaba de imposible. Puestos a ser acusados de rebelión violenta, aunque sea pacíficamente, rebélate.

La única esperanza, quizás, de parar la acción ejemplarizante que está en marcha y que probablemente se intensifique tras el 21 de diciembre, está en el propio 21 de diciembre. Sólo un resultado espectacular del independentismo podría hacer titubear a la maquina represiva del estado. Pero el miedo siempre es una poderosa herramienta para el poder. No soy optimista. El “coco” de las empresas que huyen despavoridas, la cárcel o la simple melancolía de la imposibilidad de lograr tus objetivos, de que tus ideas estén condenadas al territorio de los sueños, puede abrirle el camino, decaimiento independentista mediante, al borreliano equipo de desinfección.

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Publicado también en la página personal del autor: El blog de José Juan Hdez