Cuesta asimilar que llegó el día. Ni 155 ni DUI. |
Opinión / Actualidad - Política |
Escrito por Ada Colau |
Domingo, 29 de Octubre de 2017 00:00 |
Tanto hablar del choque de trenes en condicional o en futuro, cuesta asimilar que haya llegado el día.
Una década de desidia del Partido Popular con Catalunya culmina hoy con la aprobación del Senado del artículo 155.
Por la misma vía, en contradirección, un tren más pequeño, el de los partidos independentistas, ha avanzado sin frenos, con prisa kamikace (ara és l’hora, tenim pressa), tras un error de lectura en las elecciones del 27S. Una velocidad impuesta por intereses partidistas, en una huída hacia adelante que se consuma hoy con una Declaración de Independencia hecha en nombre de Catalunya, pero que no cuenta con el apoyo mayoritario de los catalanes. Muchos, muchísimos, llevamos años advirtiendo del peligro y, en las últimas semanas, trabajando en público y en privado por evitar este choque. Somos mayoría, en Catalunya y en España, quienes queríamos que pararan las máquinas, que se impusiera el diálogo, la sensatez y una solución acordada. Siempre estaremos a tiempo de volver al diálogo. Pase lo que pase, no dejaremos de pedirlo. Pero ahora nos toca defender las instituciones catalanas, luchar por preservar la cohesión social y la prosperidad de Barcelona y Catalunya. Estaremos con la gente, luchando para que no se vulneren sus derechos. Sanando las heridas que todo esto está causando, y apelando a las gentes del resto del estado para que luchemos juntos porque esta democracia que hoy peligra también es la suya. Tampoco dejaremos de pedir al PSOE/PSC que deje de apoyar a los que hoy aplauden, o será imposible que formen parte de ninguna alternativa creible e ilusionante. Yo tengo claro dónde estaré: implicada en la construcción de nuevos escenarios de autogobierno que nos den más democracia, y no menos. Eso incluye trabajar para echar al PP, que hoy, con sus crueles aplausos, celebraba el dolor de todo un pueblo. Pero también, o sobre todo, trabajaré para feminizar la política, para lograr que la empatía sea una práctica habitual que permita construir grandes consensos en los que nuestra diversidad sea nuestro mayor tesoro.
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