Mauthausen 5 de mayo de 1945. El campo español PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Republicanos en la II Guerra Mundial
Escrito por Llorenç Carbonell   
Lunes, 09 de Diciembre de 2013 00:00

El 5 de mayo de 1945 el 41º Escuadrón de Reconocimiento de la 11ª División Acorzada de los Estados Unidos, encuadrada en el 3er Ejército Americano, llegaba a las puertas del campo de concentración de Mauthausen. Al día siguiente se hacía la famosa fotografía de la entrada del campo, con la pancarta en la que podía leer: «Los españoles antifascistas saludas a las fuerzas libertadoras».

 

 
A aquel campo de concentración, designado como “Grado III” estaba destinado para los “enemigos políticos incorregibles del Reich” lo que equivalía al extermino de sus internos por medio del trabajo y los malos tratos. En agosto de 1940 llegaron los primeros prisioneros de origen español, repudiados por el gobierno fascista del general Franco, los nazis los iban a usar como mano de obra esclava. En total alrededor de 7.300 internos llevarían la S de “Spanier” en los triángulos de sus uniformes, para 1945 los supervivientes republicanos se formaban parte de la organización clandestina de los presos del campo.
 
 
Testimonio de Ramiro Santisteban, prisionero en Mauthausen:
 
                Después el trabajo era subir piedra de la cantera. Era un sargento que mandaba, con el cabo, el cabo mandaba para bajo las órdenes del sargento que nos acompañaba. De la cantera al campo. Y siendo un poco tolerante nos dejaba ir al paso para bajar. Si era un verdadero asesino, una vez que habías descargado la piedra, corriendo abajo. Si por casualidad querías hacer el vivo y coger una pequeña piedra, ahí se te caía el pelo porque llamaba a 2 cabos, les hacía coger una piedra y te la ponían en el hombro. Y ahora sube los 186 escaleras. Cuando llegaban esos aso era raro que el pobre que el ponían la piedra llegada a arriba. Si la piedra caía, imaginaros lo que representaba para una columna que viene detrás, la piedra dando botes. La mayoría se van por el suelo. Y esto era el transporte. Si no esperaban ningún transporte podía durar quizás un mes ese trabajo. Si esperaban otro ya lo cortaban para que el otro grupo cogiera el relevo. Y después de haber pasado esta cuarentena podías trabajar en la cantera o en la carretera, esa que hoy sube el campo. Esa no existía, era un camino. Para mí ha sido el primer trabajo, esa carretera, fuimos los españoles quienes la hicimos.
                Y después todos los trabajos para la construcción del campo. Albañiles, carpinteros. Si, porque tenías oficio, caías en un grupo de especialistas podía tener suerte y de vez en cuando te daban un poco, un cazo más de rancho. No por hacerte bien, sino porque les convenía conservar ese especialista para el trabajo que necesitaban. Los SS lo tenían todo bien calculado. Sabían que un preso en Mauthausen sin maltratarle, sólo con el trabajo y la comida que le daban, no aguantaba tres meses. Sin maltratarle.
(Pág. 163)
 
                (…) Nos encontramos solos, perdidos. Pero en fin, ya habíamos sufrido la guerra de España y los campos en Francia y podíamos aguantar más que los demás.
                Otra cosa que tengo también a señalar, que ha sido la única nacionalidad, los españoles, que cuando murió el primer español pedimos permiso al jefe de barraca para hacer un minuto de silencio. Lo pensó un poco el jefe. Echó una carcajada y dijo «¿Y por qué no?» Y ha sido la única nacionalidad en el campo que se hizo un minuto de silencio. Esto lo hicimos varias veces pero inmediatamente fue imposible. Ya no era uno el que moría. Eran decenas por día. Y ya lo dejamos. Pero hemos dejado un recuerdo en el campo. Los franceses cuando hablan de los españoles de los campos de Mauthausen o escriben libros con mucha frecuencia, emplean las palabras de Mauthausen, el campo de los españoles. Porque poco a poco logramos buenos puestos. Y al final de la guerra podemos decir que eran los españoles los que mandaban en el interior del campo de los presos. Para nosotros un orgullo. Los españoles se han comportado bien. Y éramos apreciados por todas las nacionalidades del campo. Por eso, porque veían una cosa que no existían en otras nacionalidades. Yo siempre he dicho que es el resultado de la guerra de España, los campos en Francia. Eso había creado entre nosotros una cierta hermandad. Cuando veías un muerto lo primero que mirábamos era el triángulo. Estábamos tan acostumbrados a la muerte que no nos hacía ninguna sensación. Por eso mirábamos el triángulo. Si era un triángulo azul lo sentíamos. Si era francés no. Si era alemán o ruso, tampoco, ya no le dábamos importancia a la vida para nada.

 
 
 
Libro: Historias de los españoles en la II Guerra Mundial
Autor: Alfonso Domingo
Editorial: Editorial Almuzara (Bolsillo 2011)
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