Argentina contra Franco: La impunidad franquista es contra los Derechos Humanos. PDF Imprimir E-mail
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Escrito por Ramón Pedregal Casanova. / UCR   
Sábado, 19 de Abril de 2014 00:00

Escribo estas líneas recordando a mi hermano de clase Armando López Salinas, que sufrió el franquismo, luchó por la República, y no renegó de ella.

En la contratapa de “Argentina contra Franco. El gran desafío a la impunidad de la dictadura”, de muy reciente publicación, el periodista Pascual Serrano nos indica la importancia de la información precisa y razonada que se ve proyectada en libros como este. Y es que hay un interés por encima de la ética que ensucia la prensa en todas sus formas hoy en España, el interés reside en que esa prensa es propiedad privada de quienes tienen sus cuartos empeñados en el régimen monárquico. Tan sólo se salvan algunos medios digitales que cada día que pasa resultan más creíbles y efectivos. Si los medios del régimen tratan algún problema como el que trata “Argentina contra Franco” lo hace sin dejar huella en la mayoría de los casos, entre otras cosas por la lluvia permanente de una línea general en contra.

 

El libro “Argentina contra Franco” contiene una serie de testimonios sobre la dictadura franquista, declaraciones que están en la base de la denuncia ante el Tribunal que en Argentina sostiene el derecho internacional a la justicia por crímenes de Lesa Humanidad, crímenes que por su carácter social no prescriben.

Si tenemos en cuenta que España es el 2º país del mundo con mayor número de personas democráticas que los asesinos fascistas hicieron desaparecer, que se han localizado cerca de 1.500 fosas comunes, que se han encontrado 135.000 nombres de esas personas; si tenemos en cuenta que durante la guerra que emprendieron los fascistas asesinaron a 500.000 personas; si tenemos en cuenta que otras 500.000 personas se vieron perseguidas y debieron salir de España para salvarse; si tenemos en cuenta que fusilaron después de la guerra a 200.000 personas; si tenemos en cuenta que cogieron 300.000 presos y presas que luego torturaron, hicieron pasar hambre, frío y enfermedades hasta causar la muerte; si tenemos en cuenta que cientos de miles fueron condenados además a hacer trabajo esclavo; si tenemos en cuenta que a los familiares y conocidos o amigos de los demócratas fusilados, o presos en cárceles y campos de concentración, o asesinados en caminos y paredes de cementerios, les hicieron sufrir durante su dictadura toda clase de penalidades, detenciones, registros, que les dejaban sin trabajo, que les quitaban su casa, sus propiedades, que dejaban a sus hijos e hijas sin colegio, que les robaron a los recién nacidos, que obligaban a sobrevivir en un submundo en el que dominaba el terror y la explotación más inhumana; si tenemos en cuenta los abusos de todo tipo que la burguesía fascista, la iglesia fascista, los terratenientes fascistas, los patronos fascistas, el ejército fascista, la policía fascista, los jueces fascistas, el gobierno fascista, si tenemos en cuenta que todos ellos juntos hacían el mundo de las clases trabajadoras, quizás entendamos cómo era la vida para las buenas gentes que defendieron la democracia en la República, y cómo fue la vida para las generaciones que vivieron bajo el fascismo. Si a esto añadimos cómo se planificó la llamada “Transición”, cómo la condujeron quienes cambiaron de ropaje, el ejemplo máximo es la herencia de la Jefatura del Estado, cómo los mismos se reasignaron el poder sin renunciar al pasado que les ha inculpado siempre, quizás entendamos el por qué de la impunidad con que actúan hoy, el por qué tienen tanto favor y benevolencia en los órganos de poder, y quizás también entendamos el por qué hay tanta pasividad social. Así manifiestan que el cambio a la llamada “democracia” fue sólo en la superficie, en aquello que no cambiaba el núcleo de su dominación.

A pesar de tanta opresión el antifascismo, aquí, ha conseguido, entre otras victorias, llevar a los Tribunales a representantes simbólicos del fascismo, a los torturadores Jesús Muñecas Aguilar, de la Guardia Civil, y a Juan Antonio González Pacheco, conocido con el alias de “Billy el Niño. Junto a éstos hay una lista de fascistas que haría larga esta nota, pero que son la muestra de lo que fue el estado de terror en que se vivió y hoy se mantiene larvado.

El libro “Argentina contra Franco” repasa cómo y dónde se ocultaron, y cómo se adueñaron de las instituciones que en muchos casos tan sólo cambiaban de nombre, cómo se colocaron políticamente para continuar enriqueciéndose, tapando su pasado criminal, manejando los hilos en los campos de poder, burlando la Justicia Universal, los Derechos Humanos, la ONU, el Consejo de Europa, los Tratados Internacionales, … y retorciendo sus mismas leyes e impartiendo miedo, falsedad histórica y fascismo en grandes áreas de la población a través de sus medios de comunicación e influyendo con sus miembros allí dónde se encuentran, haciendo pasar el fascismo por norma, costumbre o derecho.

Si el fascismo es inadmisible socialmente, antidemocrático, si la justicia interviene en Alemania cuando el nazismo resurge en libros de texto, en órganos de prensa, ante cualquier manifestación dentro y fuera del poder, si no hay calles, monumentos, placas de homenaje, … al nazismo, es porque la lección democrática que les trajo la derrota del nazismo devolvió a la población los derechos humanos y la paz que conlleva su extensión. ¿Hace falta preguntar por qué aquí es todo lo contrario?.

El libro firmado por Mario Amorós, -historiador de crédito internacional cuyo anterior libro estuvo dedicado al presidente Allende, “Allende. La biografía”- nos hace el relato del franquismo integrando voces de demócratas que sufrieron las mazmorras, las torturas, las persecuciones. El libro no puede ser ignorado, como tampoco los libros de Joan Garcés, Alfredo Grimaldos, …

Recojo aquí, como muestra y conclusión, unas palabras de uno de esos compañeros que lo dieron todo y que hoy forma parte de la querella contra los asesinos y su régimen:

“La Querella Argentina es fundamental porque significa justicia, no solo en el sentido legal sino también moral, para las personas que sufrimos la represión. En nuestra asociación y fuera de ella hay personas que dieron todo lo que podían dar de su vida y de su persona y que a consecuencia de ello tuvieron una vida profesional, material e incluso personal muy complicada y hoy han llegado a una edad avanzada en condiciones precarias. Esta sociedad nunca hizo justicia con ellos y ellas. Todos necesitamos justicia moral, pero algunos también reparación material. Los juicios de Núremberg no solo condenaron a algunos de los principales jerarcas nazis, fundamentalmente establecieron una verdad histórica que impidió para siempre el negacionismo. Lo mismo queremos para el caso de España: la consolidación de una verdad histórica que impida para siempre el negacionismo de los crímenes del franquismo. Después de tanta lucha, en la Transición perdimos la ocasión de construir una democracia verdaderamente avanzada en lo económico y en lo social que hubiera eliminado las raíces de toda esta podredumbre que ha aflorado en los últimos años. El franquismo no fue una dictadura personal, sino una dictadura de clase, ...”

El régimen parece resquebrajarse, la corrupción lo muestra públicamente y sus representantes aspiran a volver a los métodos de la dictadura, en lo político, social, económico, y en la represión. Ahora que el pueblo se ha echado a la calle con las Marchas del 22 M, puede que estemos escribiendo el principio de la ruptura con el pasado ominoso.

 

Título: Argentina contra Franco. El gran desafío a la impunidad de la dictadura.

Autor: Mario Amorós.

Editorial: Akal. Colección A Fondo.

Nota de Pascual Serrano.

 

 

Ramón Pedregal Casanova es autor de “Dietario de crisis”, en Libros libres, de rebelion.org; y es autor de “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”, edita Fundación Domingo Malagón.