Contra el relato de la Transición PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Nuestra memoria /Libros
Escrito por David Becerra Mayor   

No quisiera hacer una crítica disuasoria, pero hay que empezar señalando que El tiempo cifrado de Matías Escalera Cordero es una novela compleja. Acostumbrado el lector a consumir las novelas que el capitalismo le sirve, una vez que la literatura se ha convertido en una mercancía más, y las novelas, destinadas más al consumo que a la lectura, se construyen mediante tramas ligeras, conservadurismo formal, pensamiento débil y una ausencia de conciencia crítica, El tiempo cifrado nos lo pone difícil.

 

Decía Julia Kristeva, al definir la intertextualidad como elemento constitutivo de la literatura, que toda obra no era sino un mosaico de citas. Sobre esta noción parece levantarse la estructura de esta última novela de Escalera Cordero, que en ocasiones bordea, acaso intencionadamente, el pastiche posmoderno, ora con una cita de una famosa canción de la "movida madrileña", ora con un fragmento extraído del Libro de Buen Amor. Pudiera parecer que, como en la novela posmoderna, se mezclaran en la novela los registros, se fundieran y se confundieran elementos propios de denominada "alta" cultura –sea lo que sea– con la cultura pop. Pero nada de eso ocurre: el texto delimita muy bien el uso –y la instrumentalización– de las citas, y cada uno de los registros cumple una función específica en el texto. Si los fragmentos de canciones, famosas en los años ochenta, tiempo en que transcurre la trama de la novela, apuntalan el relato que el capitalismo va escribiendo sobre sí mismo, invitando a la juventud a vivir el presente, a consumir y a consumirse cada día, los versos del Arcipreste de Hita se actualizan para entrar en colisión con un mundo que aparenta ser perfecto y cerrado, pero que está lleno de fisuras y en el que de un momento a otro pueden estallar las contradicciones.

Como los personajes del Libro de Buen Amor, quienes habitan El tiempo cifrado de Matías Escalera son seres aislados, angustiados, alienados y también fragmentados como fragmentado se presenta el texto. Cuenta Erich Fromm, en El miedo a la libertad, que durante la descomposición del sistema de explotación feudal, el nuevo sujeto "libre" que nacía con el capitalismo experimentaba su libertad en términos negativos, entendiendo su nueva situación como abandono. El nuevo individuo se sentía en efecto solo en un mundo que interpretaba como un escenario hostil. Y así se sentía el Arcipreste y así se sienten los personajes de la novela El tiempo cifrado, desplazados en un nuevo mundo que nace, el nuevo capitalismo avanzando que surge con el régimen de la (mal) llamada "transición".

Matías Escalera ha declarado, en distintos actos y entrevistas, que tras pasar en el extranjero algunos de los años clave de la "transición", en "dos países que hoy no existen" –la URSS, primero, y Yugoslavia, después–, al regresar de nuevo a España no pudo sentir sino un shock al observar que sus compañeros de luchas universitarias habían perdido de pronto su conciencia de clase, su vocación política, para convertirse en "ciudadanos ejemplares", con familia, coche e hipoteca; creían que habían pasado a engrosar la clase de los ricos. Parecía que finalmente, la voluntad de aquel ministro franquista que quería convertir España en un país de propietarios, en vez de proletarios, se había hecho realidad. Empieza la etapa de la alienación en el consumo, donde los nuevos sujetos no se reconocen en su clase sino en sus mercancías. Ese shock biográfico se vuelca en la novela, que convierte ese extrañamiento en un complejo y fragmentario artefacto literario, que es El tiempo cifrado.

Una novela que, en definitiva, cuestiona qué ha hecho el capitalismo con nosotros como ciudadanos, pero, a la vez, qué ha hecho el capitalismo con nosotros como lectores. El tiempo cifrado es una invitación a repensar nuestra posición en el mundo, a que volvamos a convertirnos en sujetos activos desde la política, pero también desde la literatura. Porque otro mundo –y otra literatura– es posible. El tiempo cifrado es un ejemplo.

-------

Fuente: Mundo Obrero