Francisco silencia las víctimas del franquismo Imprimir
Nuestra Memoria - La Iglesia Católica y el Franquismo
Escrito por Juan Mari Zulaika   
Miércoles, 30 de Octubre de 2013 00:00

EL nuevo Papa nos sorprende a veces con sus declaraciones. Parece que va a revolucionar el Vaticano. En la reciente beatificación en Tarragona de 522 eclesiásticos muertos en la Guerra Civil, tenía una oportunidad de oro para romper con la trayectoria dolosa de la Iglesia española, que sigue sin condenar la sublevación franquista y propiciar la reconciliación de las dos Españas, la de los vencedores y la de los vencidos.

 

El Papa prefirió intervenir a través de un vídeo y echó balones fuera, sometiéndose al guión tradicional del franquismo. Para nada se refirió al alzamiento ilegítimo, en el que la Iglesia se involucró hasta el tuétano. Para nada aludió a los deberes pendientes de la Memoria Histórica aprobada por las Cortes, aunque en la práctica la tienen relegada a todos los efectos. Se negó a realizar el más mínimo relato del sangriento episodio, limitándose a generalidades que no aclaraban el porqué de la macro-beatificación, como ocurre en los macro-juicios.

A sus muertos, pertenecientes en su mayoría al mundo eclesiástico, los declaran sin más “mártires de la fe”, como si fueran el resultado de una persecución religiosa como los sacrificados en el coliseo romano. No repara en otros posibles móviles como la desesperación de unas masas hostigadas por los mortíferos bombardeos o la beligerancia constatada de algunos cuadros religiosos, como el obispo de Tarragona, Manuel Borrás, implicadísimo en el golpe. Quieras que no, pasados los setenta años de los hechos, el Papa consagra una vez más y solemnemente la versión franquista de la Guerra Civil y se alinea con el cardenal primado de España, Isidro Gomá, quien acuñó el término de “Cruzada”.

No dedica ni una palabra sobre los miles de ciudadanos fusilados sin defensa que en las fosas comunes o bajo la ignominia del Valle de los Caídos esperan verdad, justicia y reparación. La Iglesia sigue sin hacer la menor crítica a la sublevación de Franco y a su participación en ella. Sigue sin denunciar los crímenes de lesa humanidad perpetrados en la guerra y durante la dictadura de 35 años contra la población y parte del clero.

¿Será que Francisco desconoce la naturaleza de la guerra de Franco y su dictadura, para no cantar la verdad que debiera? No se le puede negar valor para enfrentarse a temas bien graves. Como obispo de Buenos Aires hubo de conocer a exilados españoles de nuestra guerra civil. En los años 1976-1983 presenció la dictadura cívico-militar argentina. Aunque resulta difícil demostrar que hubiera colaborado con aquel régimen, quizá contemporizó con él o, al menos, no lo combatió como otros compañeros jesuitas. Sí que tenía ahora inmejorable ocasión para sacudirse las sospechas que rodean su actuación en ese período.

Para su estruendoso silencio difícilmente puede argüir desconocimiento de la historia del franquismo. Hay que suponerle conocedor de la Querella 4591/10 que tiene abierto el Supremo de Buenos Aires a través de la Juez María Servini contra los crímenes de lesa humanidad cometidos por el franquismo y que no prescriben pese a la Ley de Amnistía de 1977. Se han pronunciado a favor de la Querella el Parlamento de Buenos Aires, la Alcaldía de la Ciudad de la Plata, las Madres y las Abuelas de la Plaza de Mayo, la Asociación de Abogados… El Papa debe conocer este movimiento que honra a las instituciones de su país.

¡Qué traspiés más grave el suyo, al colocarse, si no en frente sí fuera del discurso dominante de sus compaisanos. “Me uno de corazón a todos los participantes de la celebración”. En el acto comparecían los ministros más conservadores del Gobierno español, el del Interior y el de Justicia, junto al presidente de la Conferencia Episcopal, Sr. Rouco. Todos ellos boicotean la Querella Argentina. ¡A ver si coinciden en el relato de la guerra civil, más que en otras temas!

Por referirme solo al clero de Euskal Herria, entre lo que calla la Iglesia española y el novedoso Papa, según el libro recién editado de Anxo Ferreiro, se cuentan 17 sacerdotes ejecutados, unos 200 juzgados en consejos de guerra, con condenas de pena de muerte, conmutada a cadena perpetua y de cárcel de hasta 20 años en las cárceles de Dueso, Nanclares de la Oca, Dueñas, y finalmente la cloaca de Carmona. Más de 800 sacerdotes hubieron de exilarse a otros países.

Sumemos a estos datos la historia de la Cárcel Concordataria de Zamora, donde cerca de 60 sacerdotes en la última década del franquismo sufrieron dura prisión por su resistencia a la dictadura. Ni sobre aquellos, ni sobre los “curas de Zamora”, se ha pronunciado todavía la Iglesia española. Desconoce la contrición que hipócritamente exige a otros. El suelo español, el eclesiástico como el político, no está para éticas.

 

Juan Mari Zulaika es miembro de Goldatu, Asociación memorialista

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Fuente:deia.com