Franco y el asesinato del general Balmes PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - La Guerra Civil
Escrito por Juan Antonio Vaquero / La Nueva España   
Viernes, 16 de Septiembre de 2011 02:33

¿Cuál fue la participación de Franco en la conspiración que llevó al golpe de Estado de julio de 1936? Ángel Viñas, aprovechando la circunstancia del 75.º aniversario del inicio de la Guerra Civil y siguiendo con su tarea de desmitificar diversos aspectos sobre el conflicto a base de la utilización de nueva y no explotada documentación, nos proporciona en este libro, La conspiración del General Franco (Crítica, 2011), una nueva versión de la participación del dictador en el origen del golpe desde su destino de comandante militar de Canarias, donde el Gobierno de la República le había destinado para alejarlo de la Península como uno de los probables implicados en la conspiración militar. 

 

La respuesta que da Viñas a esa pregunta sobre la participación de Franco en la preparación del golpe militar es demoledora e implica una nueva lectura del origen de la sublevación. Para poder garantizar su éxito en Canarias y trasladarse desde allí a Marruecos para ponerse al frente del ejército colonial español, según el papel que le había asignado «el Director», el general Mola, en el golpe de Estado, Franco ordenó el asesinato del general Amado Balmes, que tenía bajo su mando directo las fuerzas de Gran Canaria. Éste, a pesar de lo que ha venido defendiendo hasta ahora la historiografía profranquista, no era proclive, como demuestra Viñas con datos y deducciones bien fundamentadas, a sumarse al golpe de Estado. Entre las deducciones, apunta Viñas la negativa posterior del dictador a la petición de su viuda durante la guerra para que se le declarase muerto en acto de servicio para así conseguir una pensión mayor. E, incluso, hace referencia a una entrevista secreta entre ambos, de la que deduce que Franco no debió salir muy satisfecho en sus pretensiones de contar con el general zaragozano para la sublevación.

El general Balmes, según la versión de la historia oficial de la guerra de los vencedores, renovada hoy por los pseudohistoriadores revisionistas, habría fallecido a causa de un desgraciado accidente dos días antes de iniciarse la sublevación en Canarias, al disparársele una pistola cuando hacía prácticas de tiro y trató de desencasquillar su pistola apoyándola sobre su estómago. La causa accidental de su muerte ya había sido puesto en duda por algunos historiadores e incluso personajes de la época (el propio Francisco Franco Salgado-Araujo, primo y ayudante de Franco, duda en sus memorias de ese «accidente» y se inclina por un suicidio y hasta por un probable asesinato). Pero es Viñas en este libro el que, en un excelente ejercicio entre historiográfico y detectivesco, no sólo echa abajo con gran fundamento la hipótesis del «accidente», sino que defiende la tesis de que la muerte de Balmes fue un asesinato dentro de un complot maquinado por Franco para garantizar el triunfo de la sublevación en Las Palmas. No habría sido, pues, circunstancial la llegada desde Tenerife el 17 de julio a Las Palmas de Franco para asistir al sepelio del general fallecido. Lo que le dio, así, la oportunidad de apoyar la preparación de la sublevación en Las Palmas y de viajar a Tetuán para ponerse al mando del Ejército sublevado de Marruecos en el «Dragon Rapide», el cual, según su voluntad, había aterrizado y le esperaba en el aeródromo de Gando.

El presunto asesinato del general Balmes el día 16 de julio habría sido, de ser cierta la interpretación de Viñas, el acto germinal de la sublevación militar, y Franco, el primer sublevado. Y echaría abajo, además, la interpretación muy extendida de que el general gallego habría decidido sólo en el último momento su incorporación a la sublevación. Aunque estuviera lejos del centro donde se tejían los hilos de la conspiración, lo cierto es que Franco mantuvo permanente comunicación con Mola y los otros conspiradores y fue él mismo el que decidió cuándo y dónde debía recogerlo el avión que la trama civil de la conspiración había alquilado en Inglaterra para su traslado a Marruecos. Ambas circunstancias, fecha y lugar, estarían, así, estrechamente vinculadas con el plan de la «eliminación» del general Balmes.

Viñas fundamenta su tesis a través de un abrumador y sólido análisis documental y especulativo-deductivo tanto de las circunstancias, contradicciones y sospechosas lagunas (las diligencias judiciales del caso, así como el resultado de la autopsia, han desaparecido) del «accidente» del general Balmes como de todo lo relativo a la organización y vicisitudes del vuelo del «Dragon Rapide» hasta Canarias. Sus pesquisas sobre el asesinato le llevan incluso a deducir quién fue el probable ejecutor material del mismo, aunque no explicite su identidad por falta de pruebas materiales Respecto al vuelo del «Dragon Rapide», rectifica la versión propagandística y sesgada que sobre el mismo había dado uno de sus organizadores y pasajero, el corresponsal de ABC Luis Antonio Bolín, versión que hasta ahora todos los historiadores daban como válida. Y esa nueva versión del vuelo le permite al autor extraer importantes conclusiones para sus tesis.

La sombra de esta primera parte del libro acerca el presunto asesinato del general Balmes ordenado por Franco es, sin duda, alargada y puede dejar en la penumbra a sus otras dos partes, que son, sin embargo, tan interesantes por su calidad y por su contenido como la primera. Una, de corte propiamente historiográfico, con utilización de nuevas y desconocidas fuentes que matizan en gran medida la literatura que existe acerca el tema, sobre las razones de la actitud de Inglaterra contra la República y el decisivo papel que en esa actitud jugó la embajada británica en Madrid bajo la dirección de sir George Grahame. La última parte del libro -y no por ello menos importante- es de carácter ensayístico, se titula «La batalla por la verdad» y desarrolla un conjunto de bien fundamentadas reflexiones -muy apropiadas en relación con el aniversario que se conmemora del inicio del estallido de la sublevación militar de 1936- acerca de las mistificaciones pasadas y actuales de la literatura sobre la Guerra Civil y su explicación histórica e ideológica y cuál debería ser el modo científico con que los historiadores tendrían que abordar su historia. Son las reflexiones de un historiador maduro que aborda esta importante cuestión no sólo con objetividad, sino hasta con una cierta beligerancia que a algunos lectores puede parecerles excesiva, pero que a otros, como el que escribe estas líneas, nos satisface plenamente.

----------------------

Fuente: La Nueva España