Carlos Hernández: “Hitler exterminó a los republicanos por petición de Franco” Imprimir
Nuestra Memoria - II Guerra Mundial y Nazismo
Escrito por Luis Déz   
Domingo, 01 de Febrero de 2015 06:07

El periodista Carlos Hernández de Miguel (Madrid, 1969) es un hombre curtido en bastantes riesgos y no pocas batallas como corresponsal de guerra en Afganistán, Irak y otras zonas de conflicto. Él y otros compañeros sacaron a José Couso gravemente herido del hotel Palestina de Bagdad, donde fue alcanzado por el cañonazo de un carro de combate de los invasores estadounidenses, pero nada pudieron hacer ya para salvarle la vida. Ahora se ha ocupado de los republicanos españoles que fueron hechos prisioneros en Francia por las tropas alemanas y trasladados a los campos nazis de exterminio.

 

Su labor de reportero le ha llevado a escribir un libro tan impresionante y apasionante como oportuno sobre los más de 9.000 republicanos españoles que sufrieron y la mayoría perdieron la vida en aquellos campos de la muerte. "Nunca se repetirá bastante que fueron deportados y exterminados por orden de Franco", afirma. Los últimos españoles de Mauthausen (Ediciones B) deja claro quienes fueron los culpables: el dictador Franco y su cuñado Serrano Suñer. Y denuncia el desprecio y el olvido por parte del Estado dizque democrático español. La iniciativa de Hernández no termina ahí, ya que hoy lanza el portal deportados.es con vídeos, fotos y documentos de los españoles en los campos de la muerte.

– ¿Cómo te surgió la idea y la motivación de ocuparte de aquellos españoles del éxodo y el llanto por utilizar las suaves palabras del poeta León Felipe?

— Surge por un tema familiar; un tío abuelo mío que era como mi abuelo (de hecho, mis dos abuelos habían muerto muy jóvenes), venía a Madrid todos los veranos y solía estar un mes conmigo. Él vivía en Francia, tenía nacionalidad francesa. Era un hombre muy abierto y tolerante, una de esas personas con una forma de ser distinta a las que conocía aquí. Yo era un chaval de poca edad y cuando murió, en 1992, se me quedó clavada la espina de no haberle preguntado lo que vivió y cómo logró sobrevivir en Mauthausen. Hace año y medio me plantee investigar su historia para que la conociera nuestra familia y eso me llevó a conocer a otros supervivientes.

– Surgió así el libro, como un cesto de cerezas.

— Así ha sido. He tenido la suerte de poder conocer y entrevistar todavía a 18 supervivientes, hombres y mujeres ya de avanzada edad, he escuchado sus testimonios y también les he visto llorar, sus ojos rojos, vidriosos... He completado sus testimonios con escritos y notas de muchos familiares y con una amplia consulta bibliográfica y de archivos oficiales. Los periodistas tendemos a ocuparnos de contar la realidad que descubrimos y que conocemos directamente, y en este caso he considerado necesario aportar una visión de conjunto.

– Por lo que conocemos hasta el momento, están documentadas unas 8.700 deportaciones a los distintos campos de exterminio; sin embargo, aseguras que fueron más de 9.000.

— Esto se debe a que en los últimos años ha habido muchas personas que se han puesto en contacto con las asociaciones de Amical en Francia y en España para aportar datos. Hoy podemos decir que hubo más de 9.000 personas, hombres, mujeres y también niños con nacionalidad española en los campos nazis de exterminio. No sólo en el complejo de Mauthausen-Gussen, sino en Dachau, Buchenwald, Sachsenhausen, Treblinka y varios más.

– ¿Qué ocurrió con los supervivientes? ¿Pudieron volver a España?

— No, la gran mayoría de los que sobrevivieron adoptaron la nacionalidad francesa y se quedaron para siempre en el exilio. Solo en muy contados casos, como el de Neus Català, que regresó a Tarragona, consta que hayan vuelto. Hay un caso como el de Josep Figueras, también de Tarragona. A este hombre le venía bien para su delicada salud el clima mediterráneo, de modo que después de cerciorarse de que no había ninguna causa contra él, decidió regresar, pero tenía que presentarse regularmente en el cuartel de la Guardia Civil. Me decía que toda la vida se había sentido vigilado. La primera orden que recibió del jefe del cuartel de la Guardia Civil fue: "Pórtate bien y ve todos los domingos a misa". Pasado el tiempo, algunos pudieron regresar de visita con pasaporte francés.

– ¿Qué testimonios te han impresionado más?

— Yo creo que el destrozo vital. Date cuenta de que muchos liberados no pudieron resistir las pesadillas y el sentimiento de culpa de haber salido vivos mientras sus amigos, compañeros y familiares murieron de una forma atroz, la mayoría de hambre y enfermedad, y tiempo después de la liberación se acabaron suicidando. El caso del escritor judío sefardita Primo Levi es bien conocido. Hoy parece claro que no pudo resistir las heridas abiertas por los diez meses que pasó en el campo de exterminio de Auschwitz, liberado por el Ejército Rojo. Todos me dicen que todavía, setenta años después, sufren pesadillas. "Carlos, los SS resucitan por la noche y vuelven a torturarme", me decía un superviviente. El caso de Siegfried Meir me impresionó vivamente. Él era un niño de corta edad, hijo de una familia judía deportada a Auschwitz. A sus padres los mataron, pero como era rubito y muy guapo se lo quedaron y lo dieron a un español para que lo cuidara. Acabó en Mauthausen. Él vive ahora en Ibiza y cuando escucha a alguien hablar alemán se pone malo, pero no porque aborrezca ese idioma ni a los alemanes, sino por una angustia, una secuela psicológica de por vida. Paco Griéguez no puede dormir por la noche: todavía siente pánico a la oscuridad.

–¿Se sienten los más ignorados en España de cuantos lucharon por la libertad?

— Lo que dicen es que en Francia y en otros países europeos son héroes –han sido condecorados, han recibido la Legión de Honor– y en España son olvidados. El Estado español les ha ignorado completamente, y no sé yo si las autoridades tendrán a bien aprovechar la efemérides del 70º aniversario de la liberación de Mauthausen y el 40º de la desaparición del dictador para rendirles homenaje y que su historia y su lucha por la libertad se conozca.

– No parece que así sea si tenemos en cuenta que en el homenaje a las víctimas del holocausto que presidió el rey Felipe VI el día 27 en el Senado, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, ni siquiera mencionó a los españoles.

— Eso me parece un desprecio y una indignidad, una demostración de que somos una anomalía democrática. Es obvio que todos los 27 de enero hay que recordar a los millones de judíos asesinados, pero creo yo que habría que aprovechar estos actos para realizar una discriminación positiva de los españoles, porque mientras toda la sociedad es consciente del holocausto y conoce lo que ocurrió, el 90% de los españoles todavía desconoce que miles de republicanos fueron deportados y murieron en aquellos campos de lo que los criminales del III Reich llamaban "la solución final".

– En el libro aportas pruebas concretas de que Franco y su cuñado Serrano Suñer pidieron a Hitler que exterminara a los demócratas españoles.

— La orden clave por la que los prisioneros españoles son enviados a los campos de exterminio fue cursada el 25 de septiembre de 1940 desde Berlín a las SS. Lo que les ocurrió a los prisioneros españoles que combatían a los nazis junto a algunas unidades del Ejército francés no les ocurrió a los franceses ni, mucho menos, a los británicos. ¿Por qué? El mismo día que Berlín dio la orden de deportar a los españoles a los campos de la muerte, Ramón Serrano Suñer estaba en la capital alemana y se había reunido con Hitler y con Himmler, el jefe de la Gestapo. Otra prueba bastante macabra y miserable de la lealtad de los jefes nazis hacia el dictador español, hasta el punto de hacer lo que Franco les pedía, fueron las peticiones de que se sacaran de Mauthausen a determinadas presos cuyos familiares había conseguido que algún preboste franquista abogara por ellos. Hay telegramas pidiendo la liberación de zutano o de mengano. En algún caso llegaron a tiempo. En otros, las respuestas de Berlín fueron que ya habían muerto. Es decir, que incluso después de ordenar el exterminio, Franco y Serrano Suñer decidían a quién podían librar de la muerte.

– Parece claro quiénes fueron los culpables de aquellos crímenes de lesa humanidad.

— Franco y Serrano Suñer. En el libro queda meridianamente claro. Hay asesinos, culpables y también cómplices. En el libro hablo de las empresas que se lucraron de los trabajos forzados de los prisioneros españoles, de la responsabilidad de Stalin y del mal papel de los aliados, que conociendo lo que ocurría en los campos de exterminio no tuvieron ninguna prisa en adelantar la liberación porque no había británicos ni estadounidenses.

– ¿Te consta que en estos años de democracia haya habido algún gesto del Estado para reconocer a aquellas víctimas?

— Ninguno, cero. A los militares republicanos les reconocieron una pensión a mediados de los años ochenta. En 2005, el entonces presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó Mauthausen. Eso ha sido todo. Lo mínimo que cabría solicitar es una petición de perdón y una reparación moral. Nada de eso se ha producido en un país con más de cien mil muertos en las cunetas y nueve mil en los campos nazis.

 

Ver el vídeo

 

En la imagen superior el periodista Carlos Hernández, durante una visita al complejo deMauthausen. / Foto cedida por C. H.

 

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Fuente: Cuarto Poder