Niños robados en las cárceles PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - franquismo y represión
Escrito por C. Velasco / Las Provincias   
Lunes, 04 de Abril de 2011 00:00

'Si a los tres años no he vuelto' , Ana R. Cañil,La autora de 'Si a los tres años no he vuelto' , Ana R. Cañil, viaja a las prisiones del franquismo para enfrentar a dos mujeres marcadas por el destino

En los últimos días se habla demasiado de los niños robados. Por desgracia. Apropiarse de vidas. Arrebatar bebés a sus padres. Despojar de ilusiones a sus familiar. Traficar con la existencia de otros no es una cuestión de las mafias de los años 70. En el franquismo, los pequeños desaparecían del calor de la madre pero, tras estos casos, no operaban redes con ánimo de lucro. Era todo más complejo, más oscuro y más escurridizo.

 

En las cárceles de mujeres del franquismo se cometían auténticas tropelías. Hasta allí dirigió su mirada la periodista Ana R. Cañil para su novela 'Si a los tres años no he vuelto'. «El tema de los niños robados es un tema de trasfondo del libro porque la obra transita entre la fortaleza y el carácter de dos mujeres, María Topete, y Jimena. Nunca pensé en que una trama de niños robados coincidiera con la publicación de la novela».

Que nadie se engañe. La publicación no ofrece claves ni arroja luz a los casos de niños robados que están saltando a la palestra pública. El lector que se acerque a 'Si a los tres años no he vuelto' buscando más información sobre la actualidad se equivocará de título, pero se topará con una historia narrada con pulso, ritmo, emoción y apuntes históricos.

Cañil enfrenta a un personaje real, la directora de prisiones María Topete, con otro inventado, Jimena, que veva de Petra Cuevas y Paz Azzati. «Topete es católica, conservadora y seguidora de las teorías del psiquiatra Vallejo Nágera, que estaba convencido de que los republicanos tenían un defecto en la mente. Durante el franquismo, se roban los hijos de las rojas por una causa ideológica o de caridad. Se salvaban a las criaturas porque no tenían la culpa de los pecados de los padres».

«Topete es cruel y brutal, pero me llega a dar lástima. Vallejo Nágera, no. Estudia en Alemania y se impregna de las tesis nazistas de la evolución genética y evolución de la raza que aplica, a su modo, en España y sobre los republicanos. Transfiere sus ideas a los funcionarios de prisiones, como María Topete».

El libro se pensó como ensayo, pero nació como novela. La labor de investigación fue ardua pero las puertas de conventos aún siguen excesivamente cerradas. «Busqué relatos directos de personas que hubieran conocido a Topete personal y profesionalmente. En el archivo de Instituciones Penitenciarias investigué algunos expedientes. Pero había flecos no resueltos y decidió dar verosimilitud a mis investigaciones en forma de novela».