España vuelve a olvidar a sus ‘niños de la guerra’ PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - El exilio republicano
Escrito por Sandra Maldonado / Manuel Bas   
Miércoles, 03 de Octubre de 2012 06:01

Homenaje en Moscú a  

75 aniversario. Homenaje en Moscú a los "Niños de  la guerra"

El Gobierno de España ha retirado la subvención que les ayudaba a sufragar una parte de los gastos del Centro Español en Moscú el cual se ha convertido en un referente de la cultura española.

La mayoría de los ‘niños de la guerra’ llegaron a la antigua Unión Soviética en plena Guerra Civil española, enviados por el Gobierno de la República. Con diferente suerte partieron cerca de tres mil niños, de entre dos y quince años, en tres expediciones desde Valencia, el Principado de Asturias y el País Vasco con destino a Yalta (en Ucrania) y a Leningrado (San Petersburgo).

A pesar de que siempre se han sentido profundamente enraizados al país que les vio nacer, con el paso del tiempo muchos de ellos no volvieron por diferentes razones bien políticas, bien personales.

Este año, se cumplen 75 años desde su llegada a Rusia y el Centro Español lo celebra entre vítores y bailes, aderezados con expresiones de tristeza que se dejan entrever en cada uno de estos “niños”. Lo que ha sido para ellos su punto de referencia ahora corre un grave peligro debido a la pérdida total de la subvención que les corresponde como exiliados, a causa de la crisis que atraviesa España.

Mª Ángeles Ruiz, una asidua al Centro Español desde hace más de treinta años, confiesa que “hubiera sido mejor que no los hubieran ‘despachado’ de España”. Esta vasca de 78 años desembarcó con tres años y medio y mil quinientos niños más en el puerto de Leningrado. Asegura que la vida fue dura hasta donde alcanza su memoria. Ya durante el viaje en barco, su prima le contaba que la protegía escondiéndola y le daba de comer para subsistir.

Después de ser evacuada de la última “casa de niños” donde vivió hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, terminó sus estudios en el Instituto de Agricultura, en Moscú, y acabó como empleada en un comercio. Reconoce que su sueldo no era suficiente para poder vivir así que sobrellevó las penurias económicas a base de hacer manualidades que luego vendía.

La primera vez que Mª Ángeles pisó España para encontrarse de nuevo con su madre fue en el año 1967. Posteriormente, regresó cada año sorteando las mismas dificultades económicas que le habían hecho compañía a lo largo de su vida, y tras pasar complicados y tediosos trámites burocráticos. Reconoce que el cierre del Centro Español en Moscú sería como perder parte de sus vidas, además de un lugar de encuentro con “otros niños” donde juntos mantienen vivo el recuerdo.

La historia de Natividad Gómez, sin embargo, es bien distinta. A sus 83 años esta oriunda de Asturias nunca imaginó que aquel barco la llevaría a un destino sin retorno. Se despidió de su madre cuando tenía siete años con una sonrisa en los labios y la cándida idea de “pasar unas vacaciones temporales en un lugar mejor” pero, finalmente, se dio cuenta de que aquella situación no era transitoria y no le quedó otra alternativa que acostumbrarse a la vida en la URSS en donde trabajó con niños como enfermera.

Alrededor de doscientos jubilados, casi nonagenarios, están involucrados en este centro que hace de cordón umbilical con su tierra natal desde el año 1965 y en el que se reúnen cada semana cada compartir buenos ratos. Además, en él se imparten clases de español, se enseñan canciones típicas o, incluso, baile flamenco.

La Asociación Archivo Guerra y Exilio (AGE), de la cual Dolores Cabra es secretaria general, también ha participado en esta historia, desde que aterrizaron en Moscú hace ya quince años. Dolores recuerda el duro camino recorrido desde entonces, en el Congreso de los Diputados y en las diferentes comunidades autónomas, “para conseguir lo que les corresponde y mantener vivo un centro que es un referente de cultura, lengua y cultura viva de España”. La asociación AGE “demanda públicamente al Gobierno de España que siga concediendo la financiación necesaria y suficiente para que el Centro Español siga con vida”.

Actualmente, todos los esfuerzos realizados se han desvanecido y solo el lendakari vasco les ha conferido una ayuda de 10 000 euros. Sin embargo, no pierden la esperanza de que otras comunidades, como el Principado de Asturias, se sumen a esta donación y aporten también su grano de arena a los “niños de la guerra” y su legado en Moscú.


Los “niños de la guerra” en Rusia

Los “niños de la guerra”, los pocos que quedan en Rusia de más de 3.000 menores españoles que fueron evacuados durante la Guerra Civil a la Unión Soviética, celebraron en estos días el 75º aniversario de la llegada al país que ya nunca llegarán a abandonar.

Dibujos infantiles y fotos de los “niños” a partir de 1937 y hasta la década del 50, danzas folclóricas de las diferentes regiones de España y canciones populares españolas y rusas impregnaron de nostalgia la velada celebrada en el Centro Español de Moscú con motivo del aniversario.

“Los que más sufrieron las consecuencias de la guerra fueron los niños mandados a la Unión Soviética. Los que fueron a Francia o Bélgica sí pudieron volver. Estos niños no pudieron regresar, nunca”, refiere Dolores Cabra, presidenta de la Asociación Guerra y Exilio (AGE).

De los más de 30.000 niños españoles evacuados durante la Guerra Civil poco más de 3.000 fueron a parar a la Unión Soviética. “Tuvieron que esperar a la muerte de Stalin para poder regresar. Aún así muchos se quedaron en los campos del Gulag, murieron en la guerra o por el hambre, o quedaron desaparecidos. Además, estos niños tuvieron una presión muy grande por parte del Partido Comunista de España (PCE)”, explicó la dirigente de AGE.

Francisco Mansilla, presidente del Centro Español, lamenta no haber podido regresar. “Perder la patria es horrible.Teníamos que haber regresado en 1939. No nos dejaron salir. En cambio, mis hermanos que estaban en Francia volvieron todos. Cuando los soviéticos nos dieron permiso para volver, en 1956, yo ya estaba casado y me quedé”, dice.

Dos o tres decenas de “niños de la guerra” y varias decenas más de sus descendientes llenaron la sala y el escenario del Centro Español, situado a poco más de un kilómetro del Kremlin. “Muchos están enfermos, no ven bien, no pueden andar, y otros son muy mayores, por lo que no podrán venir. Todos tenemos entre 70 y 90 años”, explicó Mansilla. Los asistentes recordaron hoy sus vivencias de hace 75 años, de cómo legaron entonces a la URSS y la cordial acogida que les dieron los soviéticos. “Cuando teníamos que bajar del barco en Leningrado había muchos rusos que venían a recibirnos. Tantos, que parece que (las autoridades) tuvieron miedo y nos hicieron volver al barco y pasamos allí la noche. Nos recibieron con flores y con mucho cariño”, recuerda Antolina Etxeberría. Tres expediciones en barcos, que salieron de los puertos de Valencia, Santurce y Gijón, fueron organizadas para salvar a los niños de los combates y bombardeos. En la URSS, los niños, principalmente vascos y asturianos, fueron distribuidos en 14 casas de niños, donde les esperaban maestros españoles y manuales en español. Sin embargo, pocos años después la II Guerra Mundial atrapó a los refugiados que habían huido de la Guerra Civil Española. Los que para entonces alcanzaron mayoría de edad, 256 en total, partieron voluntarios al frente. En total, 206 españoles caídos en combate, otros 216 que murieron en la retaguardia a causa de los bombardeos, el hambre, las enfermedades y otras penurias de aquella larga y cruel guerra fue el precio que pagó la comunidad republicana española por la independencia de la URSS.

Las tumbas españolas, cuando las hay, están diseminadas por el vasto territorio de la ex URSS, desde el Báltico hasta Crimea y el Cáucaso, y desde Bielorrusia hasta los Urales, Asia Central y Siberia. Tras terminar la guerra, los jóvenes españoles fueron abandonando las casas de niños para empezar a trabajar o estudiar carreras. De ellos, 746 recibieron enseñanza superior y se licenciaron principalmente en Ingeniería y Medicina, pues, según los dirigentes del PCE, “España necesitará médicos e ingenieros”. Luego, una primera ola de repatriación se hizo posible en los 50, que continuaría después a cuentagotas en los 60, 70, 80, 90...

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Fuente: Diario Digital  / Efe