Orgullo de cancionero PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Cultura de la Memoria
Escrito por Grace Morales   
Domingo, 30 de Junio de 2019 01:58

Miguel de Molina

Un breve paseo por la música pop, afín, de alguna manera, al colectivo LGTBIQ+.

 

Procede escribir sobre esto. En un contexto ideal, las canciones sobre los problemas de gais, lesbianas, colectivo transexual y otras identidades alternativas, deberían ser hoy una anécdota, recuerdo de un pasado ya superado, o simplemente, motivo de celebración, pero no es el caso.

Por un lado, es momento de mucha visibilidad para determinados artistas, lo que nos agrada sobremanera (eso resultaba impensable hace no mucho), pero al mismo tiempo persiste el estado de acoso y derribo, no solo desde la calle y las redes sociales (a ese nivel usuario que tú y yo sabíamos, como diría el añorado Joaquín Luqui), sino en las instituciones y asociaciones políticas y mediáticas.

Tan dañina resulta la homofobia de toda la vida (¿un desfile del orgullo hetero? ¿en serio?), como el tinte de corrección política que todo lo cubre —a veces, ya convertido en pensamiento armado de consignas—. Ambas cosas hacen muy difícil desarrollar un discurso diferente de la norma caduca, establecida contra las identidades sexuales no sancionadas por la autoridad moral/religiosa/social, al tiempo que alejado de las postnormas que delimitan y sancionan el qué debe ser y cómo ha de ser tratado aquello que “se considera”, por alguna razón, diferente. Recordemos el lío que se organizó en un programa de Televisión Española, cuando los concursantes se negaron a cantar un tema de los Mecano (¡los Mecano!), porque en los versos incluían la palabra “mariconez”. Si les llegan a ofrecer una versión de Almodóvar y McNamara, yo qué sé, “Voy a ser mamá” o “Me voy a Usera”, se privan en directo...

Sí, es, desde luego, solo una anécdota. Pero luego vemos lo que pasa en el mundo de la cultura y la política, y ya no es tanta anécdota y quizá por eso estemos así, debido al trogloditismo de unos y la infantilización de otros…

La música popular (tal como nosotras la conocemos) sirve como medio de protesta y afirmación de la identidad sexual, sea esta la que sea, y sus problemas por aceptarse a uno mismo y ser aceptado, proceso que aunque se vea normalizado como un chiste de las series de la televisión, no lo está, por ser un poco más complejo de lo que nos muestran los anuncios y los reportajes de las revistas de tendencias…

Dejando claro que música gay, queer, lesbiana, trans, etc. no existe como tal, porque eso sería un concepto realmente difícil de defender, sí existen por supuesto artistas españoles que le han cantado a las relaciones sin distinción de género y, sobre todo, en contra de su estigmatización. Pero, insisto, no mucho.

Antes se ha cantado contra el poder, así, en general, contra la opresión de los pueblos, las guerras…, pero sobre los cuerpos y su libertad… se trata de un tema muy delicado, incluso dentro de las ideologías más comprometidas con las libertades. Menudos problemas le ha causado a partidos supuestamente de izquierdas tener que defender los derechos homosexuales y transexuales, y en épocas muy recientes.

Sabemos que el pop español y el comercio han establecido sus himnos para el movimiento gay. Son de sobra conocidos. Mi intención es presentar a otras figuras (gays o no: no es necesario ser gay para mostrarse como tal. Creo que se entiende, ¿no?), así como canciones que también han abordado estos temas, de forma directa o no, pero que no son tan conocidas, e incluir también a algunos artistas actuales, cuyas premisas (estéticas e ideológicas), aunque parezcan distintas de las de sus predecesores, envuelven el mismo mensaje.


Hace casi cien años que el poeta y compositor Rafael de León dejó para la posteridad un extenso repertorio de canciones con mensaje gay, que fueron sin embargo popularizadas por artistas femeninas y dirigidas al público heterosexual, porque se sobreentendía que otra clase de público no podía existir, dadas las circunstancias. Sin embargo, hubo excepciones.

El bailarín y cantante Miguel de Molina, que pasó de ser uno de los artistas más cotizados de su tiempo, a tener que huir de España por “rojo y maricón”. Miguel de Molina se exilió en Argentina, volvió en los años 50 para una breve aparición en el cine, y no regresó jamás. Canciones como “La bien pagá”, “Tatuaje” y “Ojos verdes”, en su interpretación, personifican el estilo de la copla, con el gesto arrebatado, teatral (algunos de sus extraordinarios trajes, que él mismo diseñaba y cosía, pueden admirarse aquí), y un mensaje paradójico y profundamente gay, en un estilo tan “racial” y “español” como es este, el de las tonadilleras y los toreros, figuras que, por otra parte, salen ataviados como alegres bailarinas a la plaza. Escuchen cómo don Miguel le da la vuelta al clisé social en este pasodoble guasón de León y Quiroga, escrito para Juanita Reina:

En 1993 falleció Miguel de Molina, y también lo hizo Tomás de Antequera, a quien podemos calificar de artista glam antes del glam, pues ningún otro cantante de la posguerra se atrevió a salir a cantar como él: con su voz agudísima y sus famosas chaquetas bordadas (también creadas por él), en desafío a unos tiempos en los que se le consideraba “sospechoso” de los mismos crímenes que Molina. A él, debido a su popularidad, y con muchos reparos, le toleraron en el contexto de las variedades de los años 50.

Tres cuartos de lo mismo le pasó al granadino Antonio Amaya, insigne bailarín y cantante de copla, personaje que cosechó un éxito sin precedentes en el Paralelo barcelonés de los 50 y 60. Amaya fue un artista lleno de talento y gracia, que creó escuela: Pedrito Rico, Luis Lucena, Miguel de los Reyes o Rafael Conde, aka “El Titi”. Atención a los dobles significados de este tema, “El mocito jazminero”, del maestro Ochaíta, o “Mi vida privada”, auténtico himno existencial del maestro Valls Bosch, compuesto en los años 70:

Los versos del maestro León invocaban una sexualidad no genérica, que se podía interpretar en versión femenina o masculina, dándole el artista la connotación que eligiese. Esta, del dúo León-Solano, es una declaración mucho más explícita. La canta Dolores Vargas, la Terremoto (1966):

Si salimos de las variedades, las orquestas de música ligera y la tonadilla, el pop-rock español, hasta entrada la década de los 70 fue (ha sido y es) muy de orden. No en lo político, que ahí todos fueron y son súper demócratas, sino en el comportamiento sexual. No se permitía una actitud mínimamente frívola en los caballeros, ni ademanes o porte masculino en las damas, fuesen o no gays, salvo en un contexto de comedia o vodevil. Rocío Dúrcal se travistió en uno de sus grandes éxitos en el cine: “Más bonita que ninguna” (1965, Luis César Amadori).

Aquí, como mucho, nos tuvimos que conformar con Junior (la pareja Dúrcal-Junior debió de ser la única realmente glam y sofisticada de la música de entonces), y los artistas extranjeros que pasaban por aquí. Un ejemplo, los hermanos Elkin & Nelson, que grabaron en España dos elepés impresionantes de pop-rock tropical, con producción de Juan Pardo. Las portadas, otra maravilla.


La censura se las vio y deseó con este fado que María Dolores Pradera incluyó en su elepé de 1969 (Cariño malo). Juzguen ustedes mismos y disfruten de la bellísima interpretación:

Antes de la llegada del glam a España, encontramos dos canciones que tratan abiertamente sobre personajes gais. Y no es copla, ni canción ligera. Son nada menos que Solera (1973) y su inmediata reencarnación, Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán (“Señora azul”, 1974). Los padres del folk rock hispano dejaron dos discos maravillosos, en los que se incluye “Una singular debilidad”, en el primero, y “María y Amaranta”, en el segundo, dos composiciones del genio Rodrigo García, que interpreta esta última:


Otros que fueron aún más ninguneados que CRAG, los cantautores Víctor y Diego, debutaron en 1974 con el elepé Semblanzas, donde escuchamos este temazo sobre la hipocresía social y el rechazo a la diferencia.

El glam español, propiamente dicho, resultó ser mucho más pacato y soso que la carroza de los copleros y copleras de la pre y la posguerra. Solo se soltaron la melena los cantantes melódicos, con la cortada de que eran para consumo para el público femenino: de Miguel Gallardo a Camilo Sesto, hay una colección de portadas de discos increíbles y canciones medianamente ambiguas.

Del glam rock solo se salvan los Burning, que fueron los únicos en maquillarse, ponerse peluca y tacones.


Bueno, y por encima de todos, Eduardo Haro Ibars, que fue para esta raquítica escena cultural lo que Lou Reed y Burroughs, pero en castizo. Mucho tiempo después, compositores como Nacho Vegas han intentado musicar ese mismo lado salvaje de las relaciones gays. En esta canción, “Historia de un perdedor”, del disco Cajas de música difíciles de parar (2012) nos cuenta las penas del pobre que, tras haber sido objeto de abusos de un sacerdote, es violado por otros delincuentes. Haro Ibars ya nos había dejado un corpus de relatos y poemas afilados, llenos de imaginación y humor superlativo, algunos de los cuales se convirtieron en canciones, como las que grabó la Orquesta Mondragón. De su primer elepé (Muñeca hinchable, 1978), este tema, “Hotel Azul”, pleno del espíritu del gran poeta madrileño. *

El rock español y lo gay… muy malamente. Salvo honrosas excepciones y muy recientes, es un tema tabú. Mägo de Oz, que es un grupo excepcional, en todos los sentidos, tienen un tema celebradísimo: “El que quiera entender, que entienda”.

Hay que entrar en el punk para escuchar palabras más contundentes sobre la igualdad sexual. En 1996, los Inadaptats se marcaban este arriesgado “Ama como quieras”:

Ese mismo año, Soziedad Alkoholika incluían en su ep de temas de otros artistas, “Diversiones”, esta curiosa versión del hit “Hey you”, de los Bachman Turner Overdrive, convertido en un perfecto alegato anti homofobia. Ideal para cantar a coro:

La cosa debe de ser importante, quiero decir, debe tener muchísimo tirón: hasta los Reincidentes incluyeron en su último disco (Vergüenza, 2017), un tema:

Vale, cambio de estilo. En este repaso no puede faltar Paco Clavel, genio adorable, con el que se puede recorrer, con su propia carrera como intérprete o como estudioso y coleccionista de música pop, alguno de los momentos más felices de aquello que llamaron Movida, desde los tiempos que se hacía llamar “Bob Destiny” o “Clavel y Jazmín”, hasta la fecha. De su disco de duetos, esta maravilla con Vainica Doble, “La chinita de Shanghai”:

El futuro es prometedor. Los estilos pasan por el tradicional pop satírico, pero con un giro inesperado (Rodrigo Cuevas), el powerpop angst (The Levitants), la electrónica oscura y suntuosa (Psychotics Beats), pasando por el tecno provocativo (Belenciana, Algora), la canción intimista (Gonzalo Caps), el electroclash (Monterrosa) y la pura protesta (Alicia Ramos). Les dejo esta breve selección de canciones que me gustan. Brillantes, audaces y orgullosas.

 

*Gracias a Eduardo Haro Ibars, el glam rock se divulgó en España con su libro de 1975, Gay Rock. En él incluía diversas letras de canciones traducidas al castellano.

 

En la imegen superior, Miguel de Molina.

 

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Fuente: El Salto Diario