Su significado está demasiado vivo y goza de una salud insultante

El hecho de que la familia Franco haya puesto a la venta el Pazo de Meirás (creo que por ocho millones de euros) ha provocado escandalizados comentarios entre las personas de alguna sensibilidad y cultura. Se argumenta, con razón, que ningún país (imaginen Alemania) donde se haya transitado de una dictadura particularmente sangrienta a una democracia que aspiró y aspira a estar entre las mejores admitiría que los descendientes de un sanguinario autócrata siguieran viviendo como reyes a cuenta de lo que robó su criminal ancestro.

El Pazo, como otras valiosas posesiones a las que echaron el guante el Caudillo y su voraz esposa, fue obtenido mediante un flagrante atraco de Estado. Y digo atraco, no robo, porque entonces todo se hacía amenazando sin mayores sutilezas con el uso de la fuerza: a mano armada.

España arrastra desde el frustrante siglo XIX una visión de sí misma que se ha elaborado pieza a pieza por los reaccionarios. La Restauración y el franquismo son dos hitos de ese fenómeno. Y la actual democracia, al no haber sabido construir un nuevo modelo plenamente democrático. Es lo que detecta, una vez tras otra, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Por algo será. Hace poco, algunos eurodiputados visitaron el Valle de los Caídos. Se quedaron estupefactos. Y no sé si se enterarían de que el abad del ¿santuario?, construido con el sudor y la sangre de miles de presos políticos esclavizados, ha logrado evitar las exhumaciones (ordenadas por los tribunales) de los hermanos Lapeña, fusilados en Calatayud.

Soy de los que cree que la Transición nos trajo una democracia liberal aceptable. Considero, sin embargo, que los cabos sueltos de entonces están estrangulando hoy nuestro Estado de Derecho. Diga lo que diga el conservador ranking de The Economist, lo de que España está aún entre los veinte países más democráticos del mundo solo se lo creen las personas muy de orden.

Franco (su significado) está demasiado vivo y goza de una salud insultante. Debería morir de una vez.

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Fuente: El periodico de aragon