El pasado sábado se celebró el día de las víctimas del holocausto judío que se conmemora coincidiendo con la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz por parte del Ejercito Rojo, hace ahora 73 años. El líder de Ciudadanos aprovechó el evento para enviar un tuit con fotografías que nada tenían que ver con la liberación de Auschwitz y mucho con el liberalismo. En la misma línea, esta semana Polonia ha aprobado una ley que prohibe considerar a la población o autoridades polacas cómplices del Holocausto, lo que ha provocado airadas protestas de Israel y amenazas de Estados Unidos de revisar las relaciones bilaterales.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial existe un impulso perenne por tratar de reescribir lo que ocurrió. Las motivaciones han ido cambiando a lo largo del tiempo. Antes se pretendía, sobre todo, ocultar la pasividad de determinados actores, glorificando episodios insignificantes propios y menospreciando los ajenos, tarea que ha llevado a cabo el cine norteamericano de manera sistemática hasta el punto de hacer creer a las nuevas generaciones que la aportación de Estados Unidos a la derrota del nazismo fue decisiva. En la actualidad, sin embargo, predomina el intento de las fuerzas de la derecha europea de nuevo cuño por ocultar y tergiversar los episodios de pasividad –cuando no de abierta colaboración– con el nazismo. Leyes o tuits, todo vale para intentar limpiar el nombre de una derecha europea que siempre ha sido racista, y para la que el intento de exterminio judío no es más que uno de los muchos que ha perpetrado a lo largo y ancho del mundo.

Ayer se celebró el 75 aniversario de la capitulación del Ejercito alemán en la batalla de Stalingrado. Con ella cambió el curso de la guerra y comenzó el principio del fin del nazismo. Sin duda el pueblo ruso fue el actor principal en esa derrota, no obstante conviene subrayar, una vez más, que fueron las fuerzas de izquierda de todo el continente las que lideraron el combate contra la barbarie nazi.

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Fuente: gara

En la imagen superior, Stalingrado, la fuente que quedó en pie en medio de las ruinas. Un símbolo histórico de Stalingrado.