100 años de Octubre Rojo: de Serguéi Eisenstein a Warren Beatty PDF Imprimir E-mail
Nuestra Memoria - Cultura de la Memoria
Escrito por Iván Reguera   
Domingo, 29 de Octubre de 2017 00:00

Octubre. Diez días que conmocionaron al mundo (1928) formó parte de ese nuevo y genial cine que seguía las consignas de “una sociedad nueva, un hombre nuevo y un arte nuevo”, un cine de ideas más que de personas, igual que el cine de Leni Riefenstahl, una nazi asquerosa pero con un inmenso talento como cineasta. En estas películas, financiadas generosamente por regímenes totalitarios, lo que importaba era la masa y no el individuo, el colectivo y no los personajes trabajados.

La monumental Octubre no solo trata de ese mes, en realidad reconstruye lo sucedido desde febrero hasta octubre de 1917. Eisenstein (respaldado por las arcas del gobierno soviético y una producción envidiable para cualquier americano que no se llamase David Wark Griffith) demostró ser un virtuoso del movimiento de cámara, de las escenas de masas y del montaje. Y aunque la película estuvo concebida para el décimo aniversario de la Revolución de Octubre, el estreno se tuvo que retrasar hasta 1928 por problemas con los burócratas de turno en la sala de montaje.

Para los veinte años de la Revolución de Octubre se produjo otra película, Lenin en Octubre (1937), un encargo de Stalin que se centró en la figura de Lenin. ‘Padrecito’ Stalin, conocido por su amor a la propaganda, la censura, la manipulación, las purgas y el asesinato, metió mano en el guion y logró que su figura fuese mucho más destacable de lo que fue en aquel octubre. Cinco años después de la muerte del dictador, en 1958, la película fue remontada por Mijaíl Romm, que eliminó las escenas con Stain. Fue como demoler otra estatua de aquella bestia.

¿Y cómo ha tratado Hollywood el comunismo? El cine norteamericano, hegemónico en el mercado mundial, se ha caracterizado por ser duro con el comunismo, al que siempre ha tendido a ridiculizar. En el guión de Ninotchka (dirigida por Ernst Lubitsch) Billy Wilder y Charles Brackett se reían de la austeridad comunista con una bella Garbo rendida ante las maravillas del consumo capitalista. Wilder volvería a mofarse del comunismo en 1, 2, 3, centrada en MacNamara (James Cagney), alto ejecutivo de Coca-Cola y destinado en Berlín. En ella el personaje del anticapitalista, Otto Piffl, es una caricatura total. También en Primera plana aparece el ridículo personaje de Earl Williams, pobre desgraciado al que van a colgar y que no es mas que un tipógrafo de izquierdas que ha rellenado galletas de la suerte con mensajes pidiendo la libertad de Sacco y Vanzetti. Lo más curioso de Wilder es que cuando le preguntaron por las diez mejores películas de todos los tiempos, tres eran claramente anticapitalistas: El acorazado Potenkin, Y el mundo marcha y Los mejores años de nuestra vida.

En los años cincuenta llegó la locura anticomunista que se desató con la ‘Caza de brujas’ orquestada por McCarthy. Sus listas negras acabaron con decenas de carreras en Hollywood e inspiró a Arthur Miller para escribir su obra Las brujas de Salem. Treinta años después, los americanos volverían a vivir el resurgir del aniticomunismo en el cine con Reagan y con películas como Amanecer rojo, Rocky IV o Rambo III. Y ya tras la caída del muro, el cine europeo empezó a desenterrar los fantasmas del comunismo con películas tan brutales como Katyn, de Andrzej Wajda, o tan magistrales como La vida de los otros, de Florian Henckel-Donnersmarck.

Octubre ha sido y será una película de gran influencia en muchos cineastas. Cuenta Francis Ford Coppola que cuando salió de verla decidió que se dedicaría al cine, y menudo cine hizo. Fue toda una epifanía. De su generación, otro influenciado por Eisenstein fue su amigo Brian De Palma, que homenajeó El acorazado Potenkin en la fabulosa escena de las escaleras de Los intocables de Eliot Ness.

Revolución de Octubre
Cartel original de ‘Rojos’, la película dirigida por Warren Beatty

La mejor película de Hollywood sobre aquel octubre es, sin discusión alguna, la estupenda Rojos, de Warren Beatty. Fue su gran éxito académico y la noche en la que ganó su Oscar al Mejor Director la mas redonda de su carrera. Que le diesen un Oscar Walter Matthau y Jack Lemmon, estar acompañado de Jack Nicholson y Diane Keaton (que fue su pareja también en la vida real) y que la orquesta tocase ‘La internacional’ en la gala anual de la industria norteamericana tuvo su aquel.

Warren Beatty, el muy cachondo, se acordó, en los agradecimientos, de Paramount y del conglomerado Gulf + Western, empresas que son el ejemplo del capitalismo puro y duro y que financiaron una carísima superproducción sobre socialismo y comunismo. Esa misma noche, Beatty guardó en su chuleta otros agradecimientos, para cuando subiese a por el cantado Oscar a la Mejor Película. Pero ganó, por sorpresa, la mediocre Carros de fuego. Por cierto: Beatty fue el tercero en ser nominado como actor, director y guionista tras Woody Allen (por Annie Hall) y Orson Welles (por Ciudadano Kane).

El proyecto Rojos nace en 1966, un año antes de su exitazo Bonnie & Clyde. Ese año Beatty conoció a una misteriosa mujer que le confesó haber sido amante de John Reed, el autor de Diez días que estremecieron al mundo (comentada por Juan Ángel Juristo en cuartopoder.es). El primer borrador del guión, fechado en 1969, se llamaba Camaradas. Beatty, además, empezó a rodar entrevistas con testigos de la revolución a comienzos de los años setenta. Entre los guionistas que ayudaron en la escritura de su ambicioso guión están Elaine May (El cielo puede esperar, ópera prima de Beatty) y Robert Towne (Chinatown).

Una de las anécdotas más divertidas de la producción de Rojos, gran parte rodada en nuestro país (en Segovia, Sevilla y Granada concretamente), es española. Los extras, animados por el contenido de la película, reclamaron un aumento de sueldo por sentirse explotados por Paramount y el capitalismo norteamericano. Beatty, muerto de risa, aceptó subirles el sueldo.

Pero no todo fueron risas en Rojos porque el rodaje fue bastante infernal. Beatty, inseguro detrás de la cámara en su segunda película como director, repetía tomas hasta ochenta veces. Gene Hackman fue una de las estrellas que entró en el proyecto. Sus jornadas fueron tan agotadoras que cuando Beatty le volvió a llamar para un personaje en Dick Tracy le dijo que ni hablar. En realidad, Hackman había aceptado participar en Rojos con un insignificante personaje porque sin Beatty (que lo llamó para Bonnie & Clyde) su carrera quizás no hubiese existido.

También la maravillosa Maureen Stapleton (que ganó el Oscar por su personaje de Emma Goldman) las paso canutas y Jack Nicholson, intimo de Beatty y que interpreta a Eugene O’Neill (para el personaje se pensó también en Sam Shepard y James Taylor), llegó a gritar en el set: “¡Solo dime que cojones quieres que haga y lo haré!”. Para justificar su reclutamiento, Beatty dijo con sorna: “Jack es el único creíble para quitarme a la chica”. Genio y figura.

Rojos fue una producción muy complicada y acabó con dos semanas y media de brutos (todo el material rodado). Imaginen la pesadilla que supuso para sus montadores Dede Allen y Craig McKay. También fue todo un despilfarro y así lo relató Diego Galán (que tituló Rojos, la película más cara de la historia) en El País: “Beatty ha superado los gastos de cualquier película de la historia del cine. Rojos supera la cifra de 5.000 millones de pesetas, es decir, 1.200 millones de pesetas más cara aún que la película de Michael Cimino La puerta del cielo, cuyo fracaso de crítica y público ha hundido económicamente a la otrora poderosa empresa United Artists”.

La película no fue un éxito pero acabó siendo rentable y no hundió a Paramount. Hoy es pura historia del cine. Vuelvan a verla este octubre, merece mucho la pena.

_________

Fuente: Cuarto Poder