Heroínas republicanas PDF Imprimir E-mail
Mujer y Feminismo - Mujer y feminismo
Escrito por Esperanza Ortega   
Viernes, 13 de Marzo de 2015 00:00

Lo que llama más la atención es el manto espeso de silencio que ha cubierto su memoria

¿Qué decir  sobre la ignominia histórica que ha supuesto en  todas las culturas la inferioridad de la mujer con respecto al hombre? No, no les voy a dar la monserga con el tema de la sociedad patriarcal. Insistiría una y mil veces si pensara que existía una posibilidad de que mis palabras ayudaran a solucionar el problema.

 

Pero la semana pasada, como siempre sucede cuando se celebra el Día de la Mujer trabajadora, se han publicado las estadísticas sobre la desigualdad de salarios de las españolas, y la igualdad –decían esos estudios- tardaría en llegar a este paso unos setenta años, es decir, toda la vida de las niñas de hoy. ¡Largo me lo fiais! Los que desean restar  dramatismo a esta injusticia fragrante aducen que muchas mujeres ya han entrado en el mundo de la política: Cospedal, Mato, Aguirre, Villalobos, Cifuentes… Y qué quieren que les diga, el panorama es tal, que una se deprime aún más  al ver los especímenes que protagonizan la avanzadilla del sufragismo hispano.

A una le gustaría que las pioneras en los cargos públicos de responsabilidad fueran personas admirables, capaces de dignificar la historia de postergación de su sexo y demostrar la injusticia con la que las mujeres han sido tratadas.

Hoy, sin embargo, me he encontrado con la historia de otro tipo de mujeres. Me refiero a las luchadoras republicanas que sufrieron el exilio, las cárceles españolas, los campos de concentración alemanes …, y que siguen esperando ser valoradas. Heroínas anónimas que aguardan su reconocimiento en residencias de ancianos. Otras muchas murieron esperando o fueron fusiladas durante la postguerra. Eran “las milicianas” que durante el franquismo fueron tildadas de prostitutas sin corazón y marimachos ridículos.

Únicamente La Pasionaria o Dolores la Dinamitera pasaron a la historia con nombre propio, además de alguna ministra de la II República. Siempre excepciones. Pero lo que llama más la atención es el manto espeso de silencio que ha cubierto su memoria.

En los últimos años de la Dictadura leí muchos libros sobre la Guerra Civil,  escritos por los historiadores más solventes, y en ninguno de ellos encontré noticia alguna sobre las cárceles de mujeres, regentadas por “religiosas” despiadadas.  Nada decían del robo de sus niños, nada sobre su solitaria odisea.  «No supimos valorar lo que habíamos hecho. Por eso permanecimos en silencio, incluso tras la muerte de Franco». Son  palabras de de Neus Catalá, una anciana activista que va a cumplir cien años y a la que la Generalitat de Cataluña acaba de reconocer con la Medalla de Oro.

La humillación, las torturas en Mauthausen, en donde resistió con otras trescientas mujeres españolas, sobrepasa incluso lo ya contado y sabido: experimentos médicos con amputaciones, prostitución obligada con los soldados nazis, ahogamiento y quema de sus bebés ante sus propios ojos… eso es lo que todavía recuerdan algunas de estas heroínas silenciosas.

Quizá por eso, porque su historia es demasiado dura para ser asimilada, se mantiene su trayectoria en el olvido. Porque ninguna denunció, porque ninguna se doblegó.

Fueron el resultado de las nuevas leyes de igualdad entre sexos de la República Española, a la que  defendieron con uñas y dientes, porque les iba en ello algo todavía más valioso que la vida: la demostración de la dignidad de las mujeres, de sus abuelas y tatarabuelas, y de sus mismas hijas. ¿No les parece que ya ha llegado el momento de que al menos conozcamos sus nombres?

 

Esperanza Ortega es escritora y profesora

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Fuente. elnortedecastilla.esB