Este hombre, amigos, es una auténtica caja de sorpresas, y ninguna buena. Hasta mi humilde persona, habituada como está a seguir sus huellas durante décadas con persistente y muy definida determinación y que podría (si quisiera, que no quiero) dar cuenta sin temor a equivocarme desde la marca de escopeta que utilizaba (ahora ya no, afortunadamente) en sus correrías paquidérmicas y osoborrachas hasta la clase de preservativo que usaba en sus ratos libres de fin de jornada (esta adminículo tan lúdico y egocéntrico no estoy tan seguro de que no lo utilice en la actualidad, a pesar de sus achaques, pues de todos es sabido que los enterradores de los Borbones de siempre han tenido problemas para cerrar sus cajas mortuorias respectivas por problemas con el cierre de las mismas, salvo con los que han sido enterrados de lado)… se ha visto sorprendida por su súbito abarcenamiento mediático.