El 23F y los juancarlistas PDF Imprimir E-mail
Monarquía - Juan Carlos y el 23-F
Escrito por José Juan Hernández / UCR   
Lunes, 24 de Febrero de 2014 00:00

A nadie se le esconde que la fecha más rutilante en la vida de Juan Carlos I es el 23 de febrero de 1981. Ese día nació un espécimen al que me he referido en alguna ocasión: el juancarlista. Este individuo es un republicano adversativo. Su frase predilecta es (más o menos): "yo no soy monárquico, soy republicano... pero también soy juancarlista". Puestos a elegir, respeto mucho más al monárquico de toda la vida, a la persona que, basándose en la estabilidad institucional, la tradición secular de España o los designios divinos, proclama las bondades de tener un rey.

 

¿Por qué prefiero un monárquico de convicción a un devoto juancarlista? Porque éste último, haciendo dejación del dictado de su razón , basa su eventual (se supone) filiación regia en el agradecimiento, y en una interpretación errónea de este sentimiento. Hay un dicho popular que dice: "amor no quita conocimiento". Y los juancarlistas que expresan su enorme gratitud y amor al rey, obvian el conocimiento de una institución basada en la discriminación hacia todo un pueblo a la hora de ejercer la jefatura del estado.

La transformación del patito feo franquista en cisne democrático se produjo el mentado 23F. Durante 40 años Franco había sido el salvador de la patria, el parapeto antes las hordas rojas y separatistas. Su ahijado político se convirtió, golpe de estado mediante, en salvador y parapeto de la democracia. Como el juego de la oca. De tutela a tutela y tiro porque me toca. Esta es la versión oficial y edulcorada: el rey salvador providencial para los españolitos inanes. No me son ajenas las diferentes teorías que cuestionan el papel borbónico el día de la asonada. Mucha gente ha escrito sobre el tema, presentándose visiones contrapuestas. Soy pesimista sobre la posibilidad de que lleguemos a conocer gran parte de la verdad. Creo que el conocimiento será siempre fragmentario, que muchos implicados nunca saldrán a la luz. Cito un simple aspecto: nadie puede creerse que la trama civil del golpe se circunscribía a García Carrés, fascista archiconocido y emblemático que se acerco al Congreso a solidarizarse con Tejero. En las conspiraciones se habla mucho y se escribe bastante menos, pues el éxito no está asegurado. Chirría también la participación de Alfonso Armada sin aquiescencia real, pues éste si era monárquico y juancarlista de derecho al haber sido en su momento preceptor del rey. La mayoría de los que aportaron ingredientes a la cocción del guiso se llevarán sus secretos a la tumba. La única afirmación que me siento capaz de hacer con rotundidad es la siguiente: el golpe no fracasó, fue un éxito. Los réditos para la monarquía y para la consolidación, con estabilidad, del bloque dominante, fueron considerables. Se produjo un encauzamiento general. El PSOE abandonó las veleidades izquierdistas y antiotánicas y se consolidó como partido de orden y, consecuentemente, como alternativa fiable y legitimadora de gobierno. Además se le inoculó a la sociedad española, aunque nunca lo había perdido, el miedo al retorno a la dictadura. Cuestionar al rey salvador se convirtió en delito de lesa patria y los gritos transicionales de "España mañana será republicana" se esfumaron. Así, republicanos "de toda la vida" abrazaron, con la fogosidad del converso, la fe juancarlista.

Me asombra que el cumplimiento de su deber por parte de un funcionario público excepcional (no por sus cualidades, sino por el modo sexual de acceder al puesto ¿oposiciones gozosas?) se convierta en algo meritorio, que le otorga una aureola casi heroica. Si eres jefe del estado y se produce un levantamiento militar de una facción del ejército ¿tienes otra opción, salvo que caigas en la felonía, que oponerte a él, aunque sea siete horas más tarde y con Sabino velando tus pasos? El héroe de los juancarlistas cumplió una de las funciones que, mientras no lo botemos y sin votarlo, tiene encomendadas. No hay deuda, compañeros republicanos abducidos. Le debe él al pueblo, sin haberse sometido a ningún referéndum que lo legitimara, una vida regalada a cuenta del erario público y negocios adyacentes. Sin más mérito que ser "hijo de" y "apadrinado por". En el fondo es curioso o paradójico, cumple algo que siempre se ha achacado mucho a la función pública: el acceso mediante cuña. Él la tuvo doble en forma de sangre: la de sus genes paternos y, más importante, la que derramo su padrino para, para tras destruir la 2ª República y aterrorizar durante 40 años, sentarlo a él en el trono.

Los educados en el catolicismo conocemos esa culpa con la que, sin comerlo ni beberlo, todos los seres humanos, crédulos, venimos al mundo. No sé si estabas en el ajo del golpe o no, pero sí tengo claro que el 23F asistimos, testigos atónitos y temerosos, ceremonia limpiadora de impurezas fascistas, a tu bautismo.

 

Artículo también publicado en el la página personal del autor: Blog de José Juan Hdez

 

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