23F: Intelectuales, políticos y la dictadura que nunca acaba de morir Imprimir
Monarquía - Juan Carlos y el 23-F
Escrito por Andrés Sorel en su blog   
Lunes, 28 de Febrero de 2011 00:00

Guardias civiles desertando del golpista TejeroActos, declaraciones sumariales, transcripción de comunicaciones, informes policiales, escuchas telefónicas, pactos entre militares, políticos, el Rey, todo es secreto. 30, 50 años han de transcurrir hasta que se haga público lo que no haya sido borrado desde el principio. Privilegio de la democracia. El pueblo no debe saber. Se le deja votar cada cuatro años, ¿qué más quiere?.

 

En lo que se llama dictaduras, tras su su triunfo, no existen estos remilgos. De aperitivo cientos de miles de presos, de torturados, de fusilados. No se necesita dar explicaciones. Se cuenta con jueces, periodistas, intelectuales obedientes. Los mismos que ahora chillan y actúan a su arbitrio. Gentes del nuevo orden. ¿Guardar papeles para el futuro que expliquen lo ocurrido? Para ellos el futuro no existe: ya buscarán dejarlo atado y bien atado.

Porque ahora nos encontramos en democracia, no en dictadura. Y como se dice con elegancia, solo que en francés: "toda va bien, señora la Marquesa". Y todos conocen las virtudes de la democracia: silencio, silencio y silencio. Y desinformación. (Por ejemplo, nadie habla de las reuniones de dirigentes comunistas aquel día, las llamadas al Rey desde el primer momento para saber que papel jugaba en aquella historia, las conversaciones en el Palace con Laína, la distribución de periódicos del País cuando desde su sede demandaran la ayuda de militantes comunistas para hacerlo, etc). El pueblo no necesita saber, conocer nada. Lo suyo es callar y obedecer en la dictadura de los militares o de los grandes oligarcas. Obispos, reyes, banqueros, lacayos mediáticos: suya es la palabra. (Lo siento, León Felipe, ya vivimos otros tiempos. Aunque vendrán nuevos, que serán peores). La palabra, y los medios en que la palabra se maltrata y sirve con la ayuda inimaginable de la imagen para embaucar, embrutecer y domesticar a las mayorías. Cuentan para ello con múltiples colaboradores. Algunos, ilusos o estómagos agradecidos, se autoproclaman de izquierdas. El día que surjan dudas, enfrentamientos, necesiten todo el poder, será otra cosa.

Ah, si, 23 F. Golpe militar. Un golpe de la autoridad militar, por supuesto. El baño de sangre no sería sino la cirujía necesaria para salvar a una sociedad "enferma". Falló el golpe. De triunfar,tal vez, habría provocado resacas como la pasada. El 36. Cosas que pasan en la historia. ¿Se acuerdan? No mucho, la verdad, ya no interesa hablar de eso. ¿Para qué la memoria histórica? Y además, hoy no existen organizaciones como las de entonces, tan nefastas. Hoy son más dóciles afortunadamente. Se dejan explotar sin tantos remilgos. Y en cuanto a sus consecuencias, digo, las de intentarlo, no se preocupen., Como se demostró entonces. Del Rey abajo, todos impolutos Respetemos incluso a los golpistas declarados, que no nos mataron. Puede existir algo más grotesco o sarcástico que el pacto del capó?. Todos merecen nuestro respeto. Fueron algunos de los golpistas juzgados. La ley. Cárcel de lujo para los menos y por poco tiempo. Y ahora en esta gloriosa efemérides ahí los tenemos , no a los que se han muerto, naturalmente. Hablan. No se arrepienten. Todo sea por la Patria. Algunos, como aquel gran Tejero, toman el sol o se bañan en piscinas de lujo. A quienes pertenecen a la política del silencio, por tanto libres de toda culpa, se les dieron cargos. Ellos nada sabían naturalmente del golpe, solamente hablaban, como patriotas. Como, por citar a un citado, Múgica, defensor del pueblo. Y otros, juzgados o ni siquiera encausados, se fueron a sus casas, a pensar en lo que hicieron mal o quienes les fallaron a última hora.

¿Y los intelectuales? A seguir elucubrando cómo ocupan mayor espacio en los mercados y los medios de comunicación y a sonreir también. Los intelectuales siempre son para el poder un adorno necesario, mientras no muestren disidencias importantes. Porque, ¡ay de los disidentes, de quienes creen en el diálogo, y más si es con quienes piensan de modo distinto al nuestro, de quienes consideran la palabra libertad una exigencia por la que se ha de luchar con todos los medios posibles, de quienes creen en la crítica y la discrepancia, que ni libertad, ni diálogo, ni crítica son meras palabras sino ejercicios de la razón y de la inteligencia!. Por eso quedan cada vez menos intelectuales. Y a los disidentes, si no se los puede matar, encarcelar, siempre queda reducirlos al silencio y ahogarlos económicamente. Golpes duros, golpes blandos, tantos golpes da la vida...

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