¡A por ellos marqués! Un futbolista en la corte del rey Borbón PDF Imprimir E-mail
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Amadeo Martínez Inglés / UCR   
Domingo, 06 de Febrero de 2011 07:17

Juan carlos y el marqués Del BosqueDesde luego, este hombre empieza a preocuparme muy seriamente. Yo no sé si es que la edad ha entrado a saco en sus neuronas; o que ha aumentado sensiblemente la dosis de Vega Sicilia que se echa diariamente al coleto; o que está deprimido por su enfermedad y porque ya no puede salir por ahí a filmar vídeos porno ni a cazar osos borrachos; o que "chochea" ya un día sí y otro también; o que el testículo que dice Peñafiel que le falta lo desequilibra física y mentalmente; o que el peso de la corona le produce unas jaquecas insoportables (dicen los que le conocen bien que se la pone muy frecuentemente en la intimidad); o que se cree Napoleón y, en consecuencia, no sería extraño que muy pronto lo viéramos elevando a la suprema categoría castrense de almirantes y mariscales a sus amiguetes cortesanos; o que tiene el par motor corporal muy bajo de revoluciones; o, simplemente, que se ha vuelto tonto de repente (bueno, quizá lo fuera ya antes pero lo disimulaba con el bueno de don Sabino a su vera)... pero este ciudadano que los españoles, pasotas como nadie, todavía mantenemos a cuerpo de rey en La Zarzuela después de muchos años de ganar mucho y no trabajar nada, demuestra estar mal, pero que muy mal, y debería con toda urgencia pasar por la consulta de algún probo psicólogo argentino. Que los hay, y muchos.

 

Porque mira que con la que está cayendo en este país, con casi cinco millones de parados, con un millón trescientas mil familias sin nada que llevarse al esófago si no fuera por Caritas, con ocho millones de pensionistas jugando al bingo a diez céntimos el cartón, con el fantasma del rescate financiero encima de nuestras cabezas, con la Merkel y su novio político Sarkozzy machacándonos a deberes, con los mercados internacionales prestándonos plata casi a diario y a cara de perro para que los virreyes regionales puedan seguir siéndolo, con el PIB nacional bajando y la inflación repuntando, o sea, con la temida "estanflación" ya entre nosotros y, además y precisamente, en el día en el que el mundo entero estaba pendiente de cientos de miles de valientes ciudadanos egipcios que se jugaban la vida por la democracia y la libertad en el centro de El Cairo, va este desocupado de La Zarzuela, este parado de oro, este ex franquista de pro y demócrata sobrevenido, este noble mutilado (no de guerra por la patria sino de jolgorio profesional en las pistas de Baqueira Beret), este rey extemporáneo con patente de corso franquista (la Constitución del 78), y se pone a repartir marquesados a diestro y siniestro entre sus amiguetes y conocidos de cierto renombre. Como si aquí y ahora, en esta España de la democracia, la miseria y el cabreo (que ya saldrá), no hubiera pasado nada en unos cuantos siglos y los ciudadanos de este país fuéramos, además de muy pacientes y pelotas con el que manda (que lo somos), todavía súbditos de su majestad el rey felón Fernando VII; o del borracho y putañero Alfonso XIII; o de la ninfómana con corona Isabel II. Por poner sólo algunos ejemplos que les suene más o menos a la gente.

Comenzando su particular reparto de premios, canonjías y reconocimientos regios, con marquesado incluido, en la persona del orondo y bonachón seleccionador nacional de fútbol, Vicente del Bosque, con el que yo, por supuesto, y aunque no me gusta ni veo este popular deporte/negocio de masas, no tengo ningún contencioso personal ¡faltaría más! pero que, a mi modesto entender, hizo más bien poco para que "la roja" (a partir de ahora deberá llamarse "la azul") ganara la pelotita esa dorada que acredita los sufrimientos y las peripecias que nuestros jugadores balompédicos tuvieron que superar en los ruidosos estadios de Sudáfrica el verano pasado; y que los medios de comunicación españoles no han dejado todavía de mostrar una y otra vez a los ciudadanos de este país, aficionados o no. Y digo esto porque a mi modesto entender, y repito que soy un lego en la materia, fue el entrenador del FC Barcelona, el señor Guardiola, el que puso a disposición de la selección española un fenomenal equipo de fútbol, cohesionado, conjuntado, entrenado, tecnificado y con una moral de hierro, que sería la almendra y la esencia del que luego pondría en juego en el campeonato del mundo el ahora marqués borbónico, Excmo señor D. Vicente del Bosque; apenas complementado, eso sí, con tres o cuatro jugadores españoles del extramuros catalán.

Pero, bueno, allá el bueno de don Vicente con este regalito envenenado que le ha hecho el alicaído monarca que todavía mantenemos los españoles en su retiro dorado de La Zarzuela. Que se cree, y lo peor es que se le consiente, que todavía estamos en la época en la que sus despreciables antepasados borbónicos jugaban a los marqueses, los condes, los duques, los grandes de España, los validos, los nobles, las putas caras, los alabarderos, los palacios, las bodas reales, la estupidez real, el latrocinio regio y la miseria y el atraso de millones de sacrificados súbditos. Y todo eso ¡entérense de una puñetera vez el ciudadano Borbón y la ralea pos franquista que le rodea y apoya! ha pasado ya a la historia. O, por lo menos (tampoco quiero vender la piel del oso antes de cazarlo como hace Rajoy), tiene todas las trazas de estar a punto de pasar. O de volver a pasar, en esta ocasión definitivamente.

Mire un poquito estos días al norte de África, señor Borbón, en lugar de dedicarse a perder el tiempo fabricando marqueses que ni puñetera falta nos hacen a los españoles en estos momentos ya que aquí lo que necesitamos de verdad son ingenieros, arquitectos, informáticos, investigadores, médicos, técnicos especializados... etc, etc (justo lo que nos pide la espabilada jefe del Gobierno alemán), vea lo que les está pasando a los jerifaltes políticos que nunca han sido elegidos democráticamente por sus pueblos y se arrebujan en sus poltronas años y años (usted sí fue elegido por el pueblo español pero solo por uno y que llevaba, además, una pistola al cinto) y ponga su barba a remojar. Y la de su vástago, el muy preparado don Felipe el asturiano. Porque quizá pronto, y a pesar de esa Constitución del 78 que le regalaron los franquistas para blindar su corona y su reinado, tenga usted que afeitarse la suya y ayudar a afeitársela a su querido hijo y marido de la popular Leti. Varonil quehacer que, seguramente, y a poco que la cosa salga medio bien, tengan ambos que apurar a bordo del helicóptero de guardia en La Zarzuela...

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Amadeo Martínez Inglés es Coronel. Escritor. Historiador.

 

 

 

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