Un cuento real PDF Imprimir E-mail
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Lucas León en su blog   
Martes, 11 de Octubre de 2011 05:08

Una vez hubo “ruido de sables” y el rey tuvo un oscuro papel. Pudo estar más cerca de los “sables” de lo que se ha contado, pero debió de ver mal las cosas, y se puso “todos juntos, y él primero, en la senda democrática”.

 

El rey estaba casado, cómo no, con una princesa. De otro país, que no hablaba la lengua nativa ni “pa Dios”. Y fueron felices, comieron perdices –de beber mejor ni hablarlo- y tuvieron tres hijos. O principitos. Dos princesas y un príncipe, alto, alto…

Las princesas se hicieron mujeres y se casaron. El marido de la primera empezó a meterse cosas por la nariz y, claro, le dio un telele, o patatús. Y después, el divorcio, previa negociación de una cantidad, para que el del telele se estuviera calladito. Dicen las malas lenguas de la Corte que 3 millones del ala. Y ya no apareció más en las fotos de familia que se mandaban como postal navideña.

La segunda princesa también se casó. Con un chicarrón del Norte, que jugaba a algo con las manos y un balón. Pero como con esta actividad ganaba poco como para pagarse palacios de 200 millones, le buscaron un empleo mejor. Algo que tenía que ver con la imagen de niño guaperas y los cinco anillos. Y empezó a ofrecer su imagen. Y a cobrar por ello. A un reyezuelo de unas islas le cobró 1,2 millones por un proyecto que nunca se hizo. A un “amiguito de alma” del otro lado del mar isleño, otros 1,2 millones y más tarde, otros 3. Entonces la justicia real entró en acción y antes de que el escándalo fuese mayor, mandaron al chicarrón a un país muy lejano, con altos rascacielos –eso sí, cobrando por “su trabajo”, medio millón al año-. El rey se enfureció tanto que no lo quería ver ni en pintura, ni a la hora de una grave intervención quirúrgica. Divorcio al canto, a pesar de los cuatro infantes que tenía la parejita.

Y el principito, alto, alto -nadie le conoce ninguna cualidad más- también se casó. Con una anoréxica… divorciada.
Hete aquí, que el rey de este país católico, papal y horteramente defensor de la familia cristiana tradicional, tiene a dos hijas divorciadas y un hijo casado con otra del mismo gremio.

Del resto de los detalles de esta familia mejor no hablar.

Y colorín, colorado, este cuento… no se ha acabado. Porque siguen viviendo de esto, del cuento.

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Fuente: Blog de lucasleonsimon

 

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