Juan Carlos, Alfonso y el accidente Imprimir
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Víctor Arrogante   
Sábado, 30 de Marzo de 2019 00:00

Fue un 29 de marzo de 1956, hace sesenta y tres años; cuando Juan Carlos, con 18 años, mató de un disparo a su hermano Alfonso de 14. Disparó con un revólver de calibre 22. Eran los hijos de Juan de Borbón (hijo de Alfonso XIII) y de María de las Mercedes de Borbón. El niño fallecido era uno de los potenciales herederos de la dinastía real de España. Alfonsito era el preferido de la familia, divertido, inteligente y más simpático que su hermano.

El 29 de marzo, jueves santo, después de una misa en la iglesia de San Antonio de Estoril, la familia regresó a casa. “A las ocho y media de la noche, el coche del médico de la familia, el doctor Joaquín Abreu Loureiro, paró en seco a las puertas de Villa Giralda”. Según se supo, habían estado en el cuarto de juegos, en el primer piso de la casa, entretenidos en tirar al blanco con un pequeño revólver. El comunicado oficial distribuido por la Embajada de España en Lisboa decía: “Mientras su Alteza el Infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos”. Más tarde se cambiaría la versión.

La decisión de silenciar los detalles fue adoptada personalmente por Franco, según describe Paul Preston (Don Juan Carlos. El Rey de un pueblo). A la censura se sumaron los nobles de España que regularmente visitaban Estoril, así como la prensa de Portugal, sometida al dicdtador Salazar. Es un hecho lamentable, pero indispensable para demostrar el manto de misterio y reserva sobre aquellos acontecimientos que puedan perjudicar la imagen de Juan Carlos de Borbón. Como siempre, la gran prensa española y el gobierno franquista trataron de liberar de toda responsabilidad y acusación al elegido por el Caudillo, pero los hechos saltaron la barrera de la manipulación.

 

 Pronto se revelaría que Juan Carlos había matado a su hermano Alfonso, con su revólver calibre 22 que le había regalado Francisco Franco. En la fecha de la tragedia el futuro Jefe de Estado, cumplía un año de instrucción en la Academia General Militar de Zaragoza. “Todo fue un accidente”. La madre de Juan Carlos y Alfonso, María de las Mercedes, dio a entender tiempo después que Juan Carlos, jugando, había apuntado el arma hacia Alfonsito y, sin saber que estaba cargada, apretó el gatillo. El propio Juan Carlos confesó a un amigo portugués, que había apretado el gatillo sin saber que el arma estaba cargada, se disparó y la bala rebotó en una de las paredes y alcanzó a Alfonsito en toda la cara.

Alfonso recibió sepultura en el cementerio de Cascais al mediodía del sábado 31 de marzo de 1956. Juan Carlos asistió a la ceremonia vestido con el uniforme de oficial cadete de Zaragoza. Incapaz de soportar la presencia de su hijo mayor, Juan de Borbón, le ordenó que volviera a la Academia Militar. El general Martínez Campos y el comandante Emilio García Conde se habían presentado con un avión militar español, en el que el Príncipe fue devuelto a Zaragoza.

Una Long Automatic Star que Juan de Borbón guardó bajo llave. Creyendo que estaba descargada, María de las Mercedes, permitió que jugasen con la pistola ante la insistencia de los niños. Jaime, hermano de Juan de Borbón y tío de Juan Carlos y Alfonso, exigió, en su calidad de jefe de la Casa de Borbón, que se abriera una investigación al respecto para depurar la responsabilidad del príncipe Juan Carlos, al considerar que tal suceso podía afectar a la línea sucesoria, que no se llegó a realizar. Amadeo Martínez Inglés en Las mentiras de la monarquía española, deja entrever que Don Juan dudaba de que el disparo no hubiera sido intencionado, al tiempo que revela que ni hubo acta de defunción ni la policía se personó en Villa Giralda.

Juan Carlos, por primera vez, habló de su hermano en el documental Yo, Juan Carlos, Rey de España, emitido por la televisión francesa. Uno de los momentos más emotivos recordó a su hermano. “Ahora lo echo mucho de menos. Me gustaría tenerlo a mi lado. Yo le quería mucho y él a mí”. El accidente también fue objeto de recreación dramática en El Rey, repaso biográfico a la vida de Don Juan Carlos. Patrick Criado, encargado de darle vida en su infancia, protagonizaba la dura escena, también impensable en la televisión de otros tiempos. De hecho, cuando se produjo el accidente, la prensa española de la época lo abordó de puntillas.

Un disparo accidental provocó la muerte de Alfonso. Juan Carlos rompió en lágrimas al ver a su hermano abatido por una bala. No se hizo autopsia ni tampoco se abrió ningún tipo de investigación. Era sábado en Estoril y los dos hermanos estaban solos en la sala de juegos de la mansión para hacer algunos disparos contra un blanco circular de colores brillantes. De repente, Alfonsito recibió un disparo. El arma estaba en manos de su hermano Juan Carlos. “La única bala que contenía, entró limpiamente por uno de los orificios de la nariz”. El padre intentó reanimarlo sin éxito. Lo cubrió con una bandera española que arrancó de su mástil, después obligar a Juan Carlos a que, puesto de rodillas, jurara que había sido un accidente.

La noticia fue silenciada por el régimen del dictador, que mantenía a los Borbones lejos de España, también por la prensa portuguesa, sometida a la dictadura del general Salazar. Los nobles de España, monárquicos de corazón, callaron en torno al misterio. Resultaba tan duro reconocer la verdad, aceptar que aquello había sido “un accidente”, que todos se afanaron en cubrir el episodio con un piadoso y espeso manto de silencio. Juan de Borbón perdía un hijo adolescente y nunca recibió el pésame del dictador. Comentando la tragedia con un monárquico, Franco dijo sin compasión: “A la gente no le gustan los príncipes con mala suerte”.

Todo cabe, incluso la versión del accidente; lo cierto es que Juan Carlos de Borbón fue autor de un acto grave de irresponsabilidad. Como alumno de la Academia Militar de Zaragoza, tenía conocimiento de armas y con 18 años de edad, se supone que sentido común; pese a todo practicó un juego macabro que mató a su hermano.

Alfonso yació olvidado durante años en el cementerio portugués de Cascáis. Su cuerpo fue trasladado al Monasterio de El Escorial en 1992. Hoy, Juan Carlos es el único testigo vivo de la misteriosa tragedia.

 

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Fuente: Nueva Tribuna