Coplillas al duque entrullado Imprimir
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Carmen Fernández   
Viernes, 29 de Junio de 2018 04:43

Yo que nunca sé callar y larga tengo la lengua
a todos quiero contar, la historia de un duque empalmado
que anda todo colorado porque lo van a entrullar.

Ganábase el pan el zagal jugando con una pelota,
conoció a infanta de España y ya no sudó ni una gota.
Conferenciante y tunante enredos iba tejiendo,
politiquillos bordando y su patrimonio creciendo.

Largo era de estatura pero corto de vergüenza
y proclamaba su inocencia entre toda la magistratura.

Más rubio que  las pajas (de un pajar),
y más pálido que cera en un altar
nunca tuvo rubor al robar a ancianos, pobres o niños,
iba haciéndose guiños con los capos del lugar.

Y puestos a malversar, todo presuntamente,
mejor los caudales de gente
que a Robin Hood le fue mal,
no tenía que pagar un palacete en Pedralbes
ni clases particulares de salsa, rumba o de jazz.

La infanta a la que desposó, grande de España sería
mas corto el entendimiento tenía
y  no le consta qué firmó cuanto documento vio
de manos de su rubio Cupido,
que  la prosa hermosa es la del amor y no el texto administrativo,
que eso da mucho sopor y es mucho mejor el olvido.

Estas rimas simplonas pretenden homenajear a los pliegos de cordel o cantares de ciego que iban arrastrando los viejos trovadores por caminos, fondas y pueblos desde el Siglo de Oro. De poca o nula calidad literaria, eran sin embargo el único contacto que tenían con el mundo muchos lugares remotos y se esperaba con impaciencia la llegada de estos ciegos cantores con sus noticias y sucesos.

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Pues sí, Iñaki Urdangarin, el ex Duque de Palma, ex yerno favorito y ex jugador de balonmano ingresa en prisión y lo hace en la cárcel de Brieva, Ávila, una ciudad plagada de patrimonio artístico y donde imbuirse del misticismo de Santa Teresa de Jesús. Quizás la eligió por eso, o por su muralla con la esperanza de poder refugiarse intramuros de toda esa caterva vocinglera que cada vez que pisa la calle le gritan ‘¡chorizo!’, (qué ironía, con lo poco que le han gustado a él las grasas saturadas). O quizás porque Brieva es una cárcel de mujeres y, bueno, ese podría ser un suplicio más para él, que firmaba sus correos como ‘El duque empalmado’. La vida de don Iñaki (¿se puede ser exdon?) transcurrirá en el mismo pabellón donde estuvo Luis Roldán, verá sus grafitis en el baño, estudiará su mapa del tesoro tailandés donde podría esconderse un cofre pirata de diez millones de euros aún no encontrado, que en algo tendrá que pasar el tiempo el infante consorte. Cinco celdas, patio propio, comedor y una sala de vis a vis. Todo para él solito. Y nos dicen que eso es una condena… eso sí, a ver con quién va a jugar el hombre los partidillos tras el almuerzo, a quién pedirle un cigarrito cuando se le acaben, quién va a hacerle un tatuaje carcelario, con quién echarse unas risas mientras despotrica de la cuñada, el suegro, la royal family y la madre que los parió a todos.
A Urdangarin le cayó la breva, la de Brieva.

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Coda: Y la entrada en prisión de Iñaki Urdangarin fue de lo más tranquila: toma de huellas dactilares, fotografía, revisiones médicas y psicológicas, se le entregó su kit de higiene y de ropa de cama (no sabemos si de Versace)… y la alfombra roja.

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Fuente: Revista Gurb

Viñeta: El Koko Parrilla / L’Avi.