La Corona española y el tráfico de negros (El gran negocio de los borbones) PDF Imprimir E-mail
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Paco Arenas /UCR   
Jueves, 03 de Agosto de 2017 04:28

Nada en la historia de la humanidad resulta tan vergonzoso e indignante como la trata de esclavos. Si bien es cierto que el tráfico de esclavos es tan antiguo como la humanidad, llegando hasta nuestros días, si no el tráfico, sí distintas formas de esclavitud. Como negocio mercantil tuvo su auge a partir del siglo XVI hasta bien entrado el siglo XIX.

El tráfico de esclavos por parte de la Corona Española tuvo dos etapas muy diferenciadas, correspondientes a las dos dinastías reinantes: los Austrias y los Borbones.

1ª Etapa: Reyes Católicos y Austrias:

En el África subsahariana representó la mayor catástrofe de la era moderna. A lo largo de toda la costa africana se establecieron factorías de esclavistas, si bien fueron los portugueses los pioneros, holandeses, franceses e ingleses pronto participarían en esta salvaje y criminal explotación del hombre por el hombre, y los españoles como contrabandistas, o por puntuales solicitudes de las autoridades coloniales a los reyes de España, las cuales eran atendidas, siempre que fuesen receptivas a la fe cristiana, no admitiendo musulmanes ni judíos, pero sí negros de las costas de la Guinea y otros territorios africanos.

Una de esas peticiones de llevar esclavos africanos a América fue llevada a cabo por el gran defensor de la causa indígena, fray Bartolomé de las Casas. El fraile, solicito esclavos para que ocupasen el puesto de los indígenas americanos. Pues sufría mucho de ver como los españoles trataban de manera inhumana a la población india, que ya habían abrazado el cristianismo (qué remedio). A la vez que iba disminuyendo a pasos agigantados, en las islas del Caribe pasaron, en menos de veinte años, de más de un millón de almas a menos de sesenta mil.

Por tanto, a partir de 1517, se generó tráfico de esclavos negros a través de Reales Células que dieron autorización para introducir negros en La Española, Cuba, Puerto Rico y Jamaica, extendiéndose a México, Centroamérica, Nueva Granada y Perú, de manera legal y “controlada”.

El Imperio español, en principio y solo en teoría permaneció ajeno a esta infamia…, pues como he dicho existían autorizaciones legales, que daban cobertura a un sinfín de ilegales. España nunca dejo de participar, ya fuese de manera legal e institucional o ilegal pero consentida.

Si bien la esclavitud en España se introduce en tiempos de los Reyes Católicos, nunca fue de manera masiva, salvo en Sevilla, nunca llego a ser muy visible la presencia de esclavos. La captura en tierras africanas fue regularizada a través del Tratado de Alcaçovas, y posteriormente Tordesillas, mediante los cuales España y Portugal, separaba los territorios de influencia geográfica. Algunas de estas normas autorizaban la venta de esclavos en la España peninsular, además de Baleares, pero no su captura en tierras bajo control portugués. Estas restricciones que impedían traer negros africanos a la península provocaron que buena parte de estos esclavos fuesen españoles, sobre todo guanches (población indígena de las islas canarias) y posteriormente moriscos de las Alpujarras granadinas.

Decir que fueron muy apreciadas las jóvenes guanches (raza bereber) y moriscas (españolas de religión musulmana o cristianas sospechosas de ser musulmanas) por ser de piel blanca y aptas tanto para el servicio doméstico como para mancebías, o como amantes, y no pocos casos esposas de sus dueños. También se traían esclavos de raza negra (recordemos a Zaide, padrastro de Lázaro de Tormes), pero sobre todo esclavas, siendo también estas mujeres, la mayoría, destinadas al servicio doméstico. Nunca para mancebías, ni como amantes, ya que estaba prohibido por ley tener relaciones con mujeres de raza negra, por atentar contra el honor y la pureza de la sangre, “conmixtio sanguinis”, pues el hombre se podría contaminar con una sangre inferior que degradaría la honorabilidad de la raza.

Si bien el Tratado de Tordesillas, firmado entre Castilla y Portugal en 1494, impide el comercio directo de esclavos en las colonias españolas desde las costas africanas, nunca dejan de llegar esclavos al Caribe, fundamentalmente para sustituir en los cultivos de caña de azúcar a los trabajadores indígenas. La excusa fue una gran epidemia que diezmó la población indígena, dejando sin trabajadores indígenas semi-esclavos las islas, encontrando en los esclavos africanos la solución.

La magnitud del comercio esclavista queda claro con un ejemplo: la isla de Puerto Rico con menos de 400 españoles, llegó a tener una población esclava de más de 2000 personas. Era muy común, que los barcos españoles transportasen materias primas a las Islas Canarias de manera legal, pero que esas materias eran desviadas hacía las limítrofes costas del Senegal o Guinea, donde la mercancía era cambiada por esclavos, que después de viajar en hacinados en condiciones infrahumanas, eran repartidos por todo el Caribe, siendo uno de los puertos más importantes en América, el de Cartagena de Indias.

2ª Etapa: Los Borbones, o la esclavitud como gran negocio personal de los reyes de España

Con la llegada de los borbones, los esclavistas dejaron de lado las formas, y comenzó España a participar a saco en este criminal comercio, aunque no de manera libre, sino como monopolio real, exclusivo de su muy católica majestad. Los borbones impusieron su sello personal al imperio, y participaron activamente del “negocio”. Felipe V,” El Guarro”, fue el primer Borbón en reinar en España, y el primero de sus reyes en comenzar la moda de hacer negocios sin moral ni ética alguna. No había riesgo de ir al infierno por ello, porque todos los días, como rey católico que era, se arrodillaba ante su confesor para confesar sus pecados, y la iglesia, que siempre fue condescendiente con los poderosos le daba la absolución, y en cierto modo la licencia para continuar con tan miserable negocio.

Pronto firmó un suculento contrato con la Compañía de Guinea, al igual que él, de nacionalidad francesa. Se hizo socio de otro Borbón, el rey de Francia Luis XV. De tan lucrativo negocio percibía cada uno de los Borbones el 25% de los beneficios, que llegaban netos de la empresa esclavista. Eso sí, todo de manera muy católica, los barcos en los que transportaban la “mercancía” debían ser católicos, así como la tripulación, porque de que de ese modo los esclavos que no llegasen a América pudiesen tener la posibilidad de morir en gracia de Dios y en el seno de la Iglesia Católica, para lo cual iban capellanes en los bajeles.

La sociedad de Felipe V con su primo Luis XV terminó rompiéndose por culpa del tratado de Utrecht. Tampoco le importo mucho al Borbón, ni tampoco por ello renuncio a tan criminal negocio. Pronto formalizó contrato con Inglaterra y su reina Ana Estuardo, a la sazón, ocupante colonial de Gibraltar y Menorca. Con ello demostraba su patriotismo y su gran amor a España, el mismo que después han demostrado la mayoría de sus descendientes. Vamos, que a Felipe V le importaba España un pimiento frito podrido.

Con la reina de la Gran Bretaña, creó entonces la Compañía de Comercio, para que actuase de forma conjunta con South Sea company. Gracias a este este acuerdo fueron secuestradas unas 150.000 personas, y un número incalculable asesinadas como daños colaterales de la cacería. Estas personas eran vendidas como esclavos en pública subasta en las colonias españolas, ya de manera totalmente legal. En esta operación repartía beneficios con Ana Estuardo, reina de Inglaterra, no vayamos a creer que eran solo unos impresentables los reyes de España, que como decía mi padre, el mejor rey el que no existe.

Por supuesto que cambiaron las leyes con respecto a la anterior compañía franco-española. No servían, pues los ingleses no eran católicos. Fue preciso cambiar las cláusulas. Los ingleses mejores y más experimentados negociantes, establecieron que la “mercancía” fuesen hombres, mujeres o niños, y nunca podían ser viejos ni defectuosos, y como si de mulas se tratasen, debían tener sus dentaduras completas. Una vez pasado el examen de selectividad y calidad, los pobres desgraciados eran salvajemente marcados con hierros candentes con la doble marca de los sellos del rey de España y de la compañía inglesa, de la que era socia mayoritaria, como ya he dicho antes, Ana Estuardo, y diversos lores ingleses, todos ellos muy religiosos y cristianos, con independencia de que fuesen católicos o anglicanos.

Está claro que los empresarios, siempre, si han podido evitar costes salariales, los han evitado. Por tanto, no es de extrañar que los grandes colonos españoles, los empresarios de la época, presionasen para que a las grandes plantaciones de café, azúcar o cacao les diesen vía libre al tráfico de esclavos, y a ser posible formar parte del negocio.

Es preciso decir que el Tratado de Tordesillas prohibía el tráfico de esclavos desde las costas africanas, y estaba plenamente vigente; aunque, siempre, incluso en la actualidad, en España y en las monarquías islámicas, los reyes gozaban y gozan de inviolabilidad penal, por tanto, se pasaban las leyes por el empeine. Ante el mal ejemplo de su católica majestad, fueron muchos los empresarios españoles que crearon sus propias compañías de tan criminal comercio, y así ahorraban costes y comisiones. De estos grandes esclavistas surgieron las mayores fortunas, que todavía hoy, existen en España.

Con la llegada de la revolución francesa se comienza a tomar conciencia del crimen contra la humanidad que supone la esclavitud. La Asamblea francesa vota en febrero de 1794 la abolición de la esclavitud en las Antillas Francesas. Siendo Dinamarca el siguiente que prohíbe de manera total el comercio de esclavos. Cuatro años más tarde en 1807 Inglaterra hizo lo mismo, pero sin ponerle muchas ganas, y no sería hasta 1832 cuando aprueba la abolición del de la esclavitud en las colonias británicas.

Los borbones y sus espabilados negreros, que se habían dado cuenta del gran negocio un poco tarde, no renunciaron a ello a pesar de los tratados que firmaban y presiones que recibían del resto de las naciones.

No sería hasta la llegada de la primera República Española en 1873, cuando fue abolida la esclavitud en Puerto Rico, pero no en Cuba por la gran presión de los multimillonarios esclavistas. En Cuba sería abolida en 1886.

El dinero que daba el tráfico de esclavos queda claro, basta con decir, que la mayoría de los grandes bancos españoles se crearon con el dinero recibido como indemnización a los esclavistas de Cuba y Puerto Rico.

Fue, por tanto, España el último país en participar de manera activa en el tráfico de esclavos, fue la última en abolir la esclavitud, por ser una manera de enriquecimiento personal de los borbones y la aristocracia española, y posiblemente, de no haber existido la efímera I ª República Española, posiblemente tan criminal tráfico habría llegado hasta el último día de la presencia colonial en América, para vergüenza nuestra y beneficio de la monarquía y las mafias financieras.

 

 

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