Los príncipes desatacados Imprimir
Monarquía - Casa irreal
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Domingo, 12 de Diciembre de 2010 07:25

  

El coche del príncipe Carlos atacado por estudiantes en LondresParecía increíble que pudiera suceder, pero ha ocurrido: los súbditos de su graciosa majestad británica se han desaforado, y se atrevieron a golpear y tirar pintura contra el lujosísimo automóvil en el que viajaban el príncipe de Gales, presunto heredero del trono, y su barragana oficial, a la que sirve de compresa higiénica (según él mismo declaró en una conversación telefónica también increíble). Es un día histórico el 9 de diciembre de 2010.

 

   Y todo porque los estudiantes protestaban por la no menos increíble elevación de las tasas universitarias. ¿Qué tendrán que ver el príncipe y su barragana oficial con ese tema? Ellos no se meten en política, y ni siquiera su graciosa majestad la reina lo hace. La llamada familia real se limita a cobrar la pensión que le corresponde, además de ayudarse con algunas cosillas para obtener un sobresueldo.

   Esto sucede en el Reino Unido de la Gran Bretaña, que parecía contar con el trono más consolidado entre los pocos que quedan en Europa. Bien es verdad que ese reino fue el pionero en cortar la cabeza a su rey y proclamar la República. El histórico 30 de enero de 1649 el rey absolutista Carlos I Estuardo perdió la cabeza definitivamente, que nunca la tuvo muy bien asentada, bajo el hacha del verdugo y ante la algazara de sus ex–súbditos.

   Quizá el príncipe de Gales, que casualmente se llama también Carlos, pensara en su antepasado y tocayo cuando se vio rodeado por la multitud furiosa que lo increpaba. Eso explicaría la cara de pánico con la que aparece en las fotografías que le tomaron dentro del vehículo. Cuando existe un precedente, cabe la posibilidad de que se repita. Y la monarquía británica se desprestigia cada día gracias a la tropa que la compone, con intervención muy destacada del príncipe Carlos.

   Pero volvemos a preguntarnos: ¿qué relación puede tener el príncipe con los asuntos del reino? De la política se ocupan los políticos. El príncipe se limita a hacer de compresa, asistir a fiestas, practicar la caza, cuidar de sus caballos, viajar por el mundo, y engrandecer su fortuna personal. El papel del príncipe de Gales solamente le obliga a procrear descendencia que asegure la continuidad de la monarquía, y eso ya lo cumplió con su esposa, pese a que le disgustaba hacerlo. ¿A él qué le importan las tasas universitarias? ¿O que sus vasallos pierdan el empleo? ¿O que quiebren los bancos? ¿O que cierren las empresas? ¿A él cómo van a afectarle esas vulgaridades, si tiene el porvenir resuelto? A menos que se repita la historia.

 Cuando Juan Carlos era príncipe y guerrero

    Es que las multitudes son extrañas. Este acontecimiento me ha hecho recordar el abucheo de que fue objeto su alteza real Juan Carlos de Borbón y de Borbón cuando era príncipe. Sucedió el domingo 3 de mayo de 1959, en el madrileño paseo de la Castellana, durante el desfile conmemorativo de la victoria en 1939 de los militares sublevados contra el orden constitucional republicano.

   Como resignado súbdito de su majestad católica, el actual rey nuestro señor, que Dios guarde, yo por mi parte guardo celosamente recortes de periódicos con noticias que le afectan. En la primera plana de La Vanguardia Española del día 5 aparecen fotografías de tan magno acontecimiento, no por repetido cada año hasta el presente menos digno de atención. En esta página gráfica se ve al dictadorísimo en su tribuna, situada en la desembocadura de la calle de José Ortega y Gasset, contemplando atentamente el paso de los tanques con los que tenía amedrentado al pueblo español. Al lado figura otra fotografía en la que aparece el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón y de Borbón, cadete de la Academia Militar del Aire de San Javier, desfilando marcialmente junto al abanderado, en solitario, al frente de los gastadores que le seguían.

   ¡Oh, qué a gusto se nota al entonces príncipe, desfilando ante el dictadorísimo que le estaba preparando para que fuera su sucesor! Se le ve muy satisfecho de figurar en un desfile conmemorativo del triunfo de los militares rebeldes, a los que intentó unirse su padre en 1936 y 1937, para matar a los plebeyos españoles, encuadrado en las filas de los nazis, los fascistas y los viriatos que colaboraban con los sublevados, bendecidos por los obispos españoles y por el dictador del Vaticano. Una victoria a la que contribuyó su abuelo el ex-rey destronado, al entregar un millón de pesetas a los rebeldes en noviembre de 1937. ¡Oh, cuántos sentimientos patrióticos, heredados de su padre y su abuelo, se agolparían en el cerebro y en el corazón del príncipe y guerrero durante el desfile! ¡Oh, qué sublime momento, inmortalizado por un fotógrafo para que permanezca eternamente vivo en la memoria histórica del pueblo español!

   Pues por raro que parezca, su alteza real el entonces príncipe y guerrero fue abucheado por la multitud que llenaba el paseo de la Castellana. ¿Qué culpa tenía él de la sublevación militar, de la dictadura consiguiente, y de que el dictadorísimo le estuviera adoctrinando para designarle sucesor, y así perpetuar su régimen genocida contra el pueblo español?

   Naturalmente, ni el diario de la burguesía catalana, que entonces era fascista por obligación y gusto, ni los restantes medios de comunicación de aquel peculiar reino regido por el dictadorísimo, contaron el abucheo de que fue objeto el príncipe guerrero. La censura de la época defendía a los borbones casi con tanta diligencia como la actual. No obstante, la noticia fue conocida en todo el Estado, y los que conservamos la memoria histórica no la hemos olvidado.

 

Vítores pagados y fascistas

 

   Pero como aquello significaba un desaire al príncipe delfín de su padre político putativo el dictadorísimo, se le preparó una compensación. Esto sí lo narra el diario citado en su página 5. Allí se puede leer cómo el entonces príncipe fue investido de la dignidad presidencial de la Soberana Orden Militar de Malta. Tan solemne acto medieval tuvo lugar en la iglesia de Santa María, en la calle del Sacramento, en donde las autoridades gubernativas habían situado previsoramente al habitual grupo de patriotas espontáneos, que por cinco duros gritaban lo que les mandasen. Es disculpable: se pasaba mucha hambre durante la dictadura. Y también mucho miedo.

   Cuenta el cronista que su alteza real el entonces príncipe llegó a la iglesia acompañado por el duque de la Torre, y añade: "El público estacionado en las inmediaciones de la iglesia le aplaudió y le recibió a los gritos de ¡Franco! ¡Franco! ¡Franco!" Era la costumbre entre los contratados para recibir al dictadorísimo, y probablemente por eso en esta ocasión repitieron los gritos habituales. Es cierto que el príncipe todavía no había sido designado sucesor por el dictadorísimo, pero resultaba previsible que lo hiciera, como efectivamente lo hizo en 1969. Así que el príncipe y el dictadorísimo formaban parte indisoluble del régimen.

   El dictadorísimo no acudió a tan anacrónica ceremonia, sino que nombró su representante personal a su ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, que siempre se encontraba muy a gusto en los templos. De esta manera, el régimen compensaba al entonces príncipe del desaire popular, con los vítores de los espontáneos contratados. Las dictaduras saben organizar actos de masas, eso es indiscutible, y las monarquías son dictaduras coronadas.

   Por eso los príncipes se sorprenden cuando las circunstancias les obligan a enfrentarse con espontáneos verdaderos, no los pagados por la autoridad de turno. El príncipe de Gales se asustó, al recordar a su tocayo descabezado ante una muchedumbre airada. En España los vasallos todavía no han cortado la cabeza a ningún rey (los visigodos se mataban entre ellos para ocupar rápidamente el trono, sin intervención del pueblo), aunque por dos veces han expulsado a los borbones "para siempre", según se dijo entonces. Mira que si tuviera razón Nietzsche cuando aseguró que la voluntad de poder alcanza su mayor grado de reflexión en el eterno retorno... Claro que también advirtió que los ciudadanos debemos preparar su venida mediante la gran política, y a ver quién encuentra ganas hoy de hacer gran política, con lo que tenemos encima. Y con lo que está al caer.

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Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio