Queda claro que esta Casa Real es cualquier cosa menos modélica. Ha llegado a tanto el asunto de los desencuentros que sus miembros ya no valen ni para mantener una aristocrática compostura.

Que si la abuela se quiere hacer una foto con las niñas (futura reina una de ellas, siempre que no haya sorpresa en forma de niño) la madre se mete por el medio para impedirlo; que si la niña ve a la madre interponerse se quita de encima sin ningún tipo de reparos a la propia abuela o a la madre (porque no queda claro), y tan mal se pone la cosa que hasta tiene que intervenir el hijito pródigo de una de las reinas (porque en España, de lo que vienen siendo derechos, dinero o vergüenza no tendremos mucho, pero de lo que es cosa de reyes y reinas estamos que lo petamos) por requerimiento de su mamá para poner paz, o por lo menos para que no llegue la sangre al río. A todo esto el otro rey mira con cara de espanto porque parece que a la nueva reina le tiene un pelín de pánico.

En fin, un lamentable espectáculo para la pasta que nos cuestan.