Como el 9 de diciembre era el día mundial del laicismo y aprovechando el magnífico artículo publicado en estas páginas por la vicepresidenta de MHUEL, Alicia Alcalde, no resultara cansino insistir una y otra vez en que carece de sentido mantener en vigor unos acuerdos preconstitucionales que, para colmo, otorgan a una determinada confesión religiosa un intolerable trato de privilegio que va, desde la financiación abusiva con cargo al erario, hasta una posición hegemónica en el ámbito de la educación privada, también a costa del bolsillo de creyentes, ateos y mediopensionistas. A lo mejor, ya digo, resulta cansino, pero es que no dejan de dar motivos para insistir. Y, como a las razones que se esgrimen a favor de denunciar esos acuerdos se responde desde el poder poniéndose de perfil para seguir en las mismas, no queda otra que volver a decirlo.