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Laicismo - Estado Laico
Escrito por Julen Goñi   
Lunes, 19 de Marzo de 2018 05:13

En ocasiones, usamos mal las palabras porque desconocemos su significado; pero, en otras, las usamos mal porque nos interesa. La palabra ‘laico’ es una de esas que interesadamente es utilizada por algunas personas de un modo erróneo.

Ser laico significa que se desea que la sociedad se organice al margen de las religiones. La razón para esto estriba en que hay muchas religiones distintas que piensan que son las verdaderas y, además, muchas personas creen que dios no existe o que no podemos saberlo o que, aunque exista, no pertenece a ninguna religión concreta. Incluso entre las personas que creen en dios y pertenecen a una religión, están quienes opinan que la política es una cosa y la religión otra y que no hay que mezclarlas y, menos aún, organizar la política según las creencias religiosas de una parte de la población. Por eso, una persona laica puede ser creyente o atea o agnóstica, y puede pertenecer a una religión o no.

Entre las personas laicas hay algunas -no todas- que están en contra del ‘clero’ de las iglesias, es decir, de los representantes oficiales de las mismas -curas, monjas, popes, rabinos, imanes… – y, por ese motivo, se dice que son ‘anticlericales’. O sea, que algunas personas laicas son anticlericales y otras no, y algunas personas creyentes son laicas y otras no. También hay personas pertenecientes a una religión que son anti-todas las demás y anti-laicas. Son muchos los momentos históricos de confrontación entre religiones o de persecuciones a los no creyentes o no practicantes de la religión mayoritaria.

Hoy en día, sin embargo, todo esto aparece bastante confuso porque determinadas personas creyentes, siguiendo las consignas de sus representantes religiosos, están extendiendo la falsedad de que el laicismo va en contra de la religión. Por lo dicho hasta ahora, esto no puede ser cierto, ya que muchas personas laicas pertenecen a distintas religiones y, además, la mayoría de quienes se consideran laicas, sean ateas o no, respetan a las religiones y a quienes forman parte de ellas.

¿Por qué, entonces, se dice que las personas laicas quieren acabar con las religiones, si no es cierto? Pues porque las religiones van perdiendo influencia y poder en la sociedad y, cuando a una organización, sea religiosa o no, le ocurre esto, tiene la tendencia a buscarse enemigos externos con el fin de unir a sus fieles para recuperar el terreno perdido. Mentiras y falsedades plasmadas en consignas como “No nos dejan libertad” “Nos están persiguiendo” “Quieren acabar con nosotros” o las de tono religioso tipo “Somos víctimas del fundamentalismo laico” y otras por el estilo repetidashasta la saciedad generan miedo y respuestas violentas contra los teóricos perseguidores.

Hoy, en el estado español, todas las religiones tienen, en distinta medida -porque su influencia es distinta-, la posibilidad de expresarse, reunirse, manifestarse, realizar sus cultos y ritos, etc. Pero, una cosa es que las personas creyentes quieran regirse por las normas de sus respectivas religiones, y otra muy distinta es pretender imponer que el conjunto de la población se rija por las mismas. La sociedad y su organización política, que es el estado, son el lugar común donde la libertad y, en consecuencia, las creencias de cada cual deben ser respetadas.

En uno de los relatos de la religión mayoritaria de nuestro estado, en el catolicismo, aparece la figura de Jesucristo azotando, no a los representantes políticos de la época, sino a quienes habían convertido el templo religioso en un mercado. Pues algo parecido deseamos las personas laicas: que lo que pertenece a la política no se convierta en un templo religioso. Es decir, que la religión y la política no sean lo mismo aunque la historia esté llena de ejemplos de todo lo contrario. No queremos una teocracia, queremos vivir bajo normas que la ciudadanía se dicte a sí misma.

 

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Fuente: Laicismo