El purgatorio en este mundo de fanáticos PDF Imprimir E-mail
Laicismo - Crítica a la religión
Escrito por Arturo del Villar / UCR   
Jueves, 03 de Noviembre de 2011 05:37

 Sur le concept du visage du fils de Dieu  Buena la ha organizado Viggo Mortensen en la rueda de Prensa, junto a Carme Elias, celebrada para promocionar la representación de Purgatorio, una obra escrita por el argentino-neoyorquino Ariel Dorfman. Se le ocurrió decir que es preciso atender las propuestas de ETA en su comunicado de declaración del abandono de la lucha armada para lograr la independencia de su país. Le han llamado de todo, con ese lenguaje barriobajero peculiar de los extremistas de derechas.

 

   Esta escena, sin embargo, es una nadería, en comparación con lo que está sucediendo en París, con motivo del estreno de la dramatización Sur le concept du visage du fils de Dieu (Sobre el concepto de la cara del hijo de Dios), espectáculo concebido por Romeo Castellucci. Se estrenó el pasado día 20 de octubre en el Théâtre de la Ville, con la actuación no estelar de unos no artistas no invitados, una turba de fanáticos catolicorromanos que invadieron el escenario, agredieron a los actores y lanzaron gases lacrimógenos contra los espectadores. Tuvo que intervenir la Gendarmería para expulsarlos de la sala, aunque permanecieron a las puertas del local para seguir insultando a los espectadores mientras lo abandonaban, y amenazarles con la condenación eterna.

   Los iracundos catolicorromanos habían presentado ante el Tribunal de Grande Instance de París una petición para que fuese prohibido el espectáculo, pero les fue denegada el día 18. Encolerizados, decidieron pasar a la acción violenta, para impedir por la fuerza lo que no consiguieron por la vía legal, y no se desanimaron por haber sido expulsados policialmente de la sala.

 

Un espectáculo fuera del teatro

 

El día 21 se encadenaron ante las puertas del teatro, lo que obligó a los espectadores a penetrar por una salida de emergencia, con el consiguiente retraso de una hora en el inicio de la función. El sábado 22 celebraron una concentración ante la estatua de Juana de Arco, lugar elegido por la extrema derecha parisiense para sus manifestaciones tribales, en la que reivindicaron la catolicidad de Francia. Que, por cierto, fue impuesta por la fuerza, como sucedió en la histórica noche de san Bartolomé en 1572, cuando fueron casi exterminados los hugonotes bajo el reinado del muy piadoso Carlos IX. A los manifestantes les encantaría reproducir ese momento memorable, sin duda, y acabar ahora con la vida de todos los ateos profanadores de sus creencias, que son verdaderas porque ellos las profesan. El fanatismo está arraigado en la sociedad.

   En los días posteriores continuaron apostándose a las puertas del teatro, para insultar a los espectadores y lanzarles objetos, bajo la mirada vigilante de los gendarmes, que no intervinieron por no producirse agresiones físicas. Desde el 2 de noviembre la dramatización ha pasado a representarse en el teatro Centquatre. Es de temer que los coléricos religiosos cambien también de escenario, y prosigan su campaña armada contra los sencillos aficionados al teatro.

   Alguna vez habrá que responder a los fanáticos con sus mismas actuaciones. Si ellos irrumpen violentamente en un teatro durante una representación, no podrán quejarse si un grupo de librepensadores penetra jubilosamente en una iglesia durante la celebración de una misa. Eso sería pagarles con su misma moneda falsa. Se aprovechan de que no somos fanáticos, aunque no estaría de más practicar la intransigencia con los intransigentes. Para que aprendan.

 

Teatro experimental crítico

 

   El hecho de relacionar este espectáculo teatral parisiense con el madrileño se debe a la circunstancia de ser Castellucci autor de otro espectáculo también titulado Purgatorio, además de servir para mencionar las conexiones fanáticas a ambos lados de los Pirineos.

   Romeo Castellucci fundó la Societas Raffaello Sanzio en 1981, para practicar un teatro experimental, en el que la puesta en escena y la luminotecnia adquieren una importancia esencial. Licenciado en Bellas Artes en Bolonia, se dedicó primordialmente a cuidar la escenografía y la luminotecnia en los espectáculos que montaba. Cuenta con la colaboración destacada del compositor Scott Gibbons, que complementa con su música la acción propuesta.

Asiduo participante en el Festival de Teatro de Aviñón, probablemente el más destacado de los celebrados en Europa, en 2008 presentó tres piezas derivadas de la Divina comedia de Dante, tituladas por eso Inferno, Purgatorio y Paradiso, en tres lugares diferentes de la ciudad. Llamaron la atención y fueron motivo de discusiones, pero dentro de los límites estrictamente teatrales. Todas las innovaciones sorprenden, y ahí está uno de los requisitos imprescindibles del espectáculo público. Otra cosa es la agresividad desatada por quienes son incapaces de respetar una obra de arte que desentona con su ideología retrógrada.

 

La cara de Cristo según Messina

 

   En realidad Sur le concept du visage du fils de Dieu viene a ser una continuación de Purgatorio. Utilizo el título de la traducción francesa porque todas las referencias están hechas por la accidentada representación parisiense, que es la actualidad. Como es lógico, el original tiene el título en italiano. La escena muestra como fondo una ampliación de la cara de Cristo imaginativamente interpretada por Antonello da Messina, un rostro fofo y afeminado, demostración de que cada pintor ha idealizado la figura de Cristo a su imagen y semejanza. Carece de otro decorado. Hay además en el escenario una cama, una mesa con objetos, y otros utensilios propios de una habitación acomodada.

   Actúan el Padre y el Hijo, a los que se puede dar el carácter que se prefiera. El Padre es un viejo muy achacoso, que no se baña ni se quita los excrementos de los dodotis. Durante la escena que ha levantado mayores discusiones, el Hijo le dice que huele a cerdo, lo desnuda puesto en pie de espaldas a los espectadores, y le quita la mierda, mientras se extiende por la sala un olor pestilente.

   Está claro que Castellucci aprovecha aportaciones del teatro de la crueldad y del absurdo para incorporarlas a su montaje. Por eso no define al espectáculo como obra teatral, sino como performance. Se trata de un experimento para interpretar el mal de nuestro tiempo, que es la falta de comunicación entre los seres humanos. Precisamente cuando los medios de comunicación de masas acercan el tiempo y el espacio en el instante, somos incapaces de entendernos. Por eso se suceden guerras, agresiones, violencias sumas.

 

La soledad en compañía

 

Los dos personajes viven en soledad, no son capaces de relacionarse, porque el Padre chochea, haciendo imposible la comunicación, y el Hijo tiene prisa por marcharse. Es curioso observar la reacción de los espectadores: algunos se ríen, como si presenciaran un espectáculo bufo, pero otros se angustian porque reconocen en la escenificación una muestra de la soledad humana en este mundo carente de signos que nos ha correspondido habitar.

   Al final el Padre y el Hijo pasan tras el decorado con la presunta cara de Cristo, y los otros actores, meros comparsas, tiran sobre él objetos que lo ensucian y destrozan. Es la rebelión de los que han perdido toda esperanza, como aseguró el visionario Dante que está escrito sobre la puerta del infierno. "Los que aquí entráis, perded toda esperanza."

Como última admonición aparece este escrito: "No eres mi pastor." Lógicamente alude a la definición que dio Cristo de sí mismo: "Yo soy el buen pastor." La verdad es que este mundo plagado de desastres en el que habitamos no parece contar con ningún pastor que lo conduzca por ningún sendero cierto. Más bien parece que se dirige al desastre nuclear en cualquier momento.

 

La Ciudad Luz está a oscuras

 

   ¿Merece esta representación las persecuciones que ha padecido, por parte de los fanatizados catolicorromanos parisienses? Pienso que no, pero es posible que mi creencia obedezca a la circunstancia muy notable de no ser catolicorromano, y en consecuencia no estar fanatizado. La antiguamente conocida como Ciudad Luz se ha apagado, como consecuencia del oscurantismo de una parte de su sociedad. Es de suponer que constituya una parte minoritaria, pero como es ruidosamente agresiva se deja notar sobre el resto. También hay que reconocer que se lo permiten.

   Lo sorprendente es que en la civilizada ciudad de París se produzca ese espectáculo ajeno al teatro en un teatro, más propio de tiempos sometidos al rigor de la Inquisición. Bien es verdad que la República Francesa está gobernada ahora por la derecha intransigente, y que el actual presidente Nicolas Sarkozy es un animoso ultraconservador en todas las materias sociopolíticas. Ya podía conservar el espíritu de la Revolución Francesa, que cuenta con 222 años de historia, un número al menos bonito para tenerlo en cuenta.