La crisis política de Siria nos permite retomar la inquietud planteada a inicios del año pasado, cuando en Túnez y El Cairo cayeron los gobiernos dictatoriales de Zine Abidine Ben Alí y de Hosni Mubarak: ¿ya no importa a quién beneficia o perjudica una insurrección? (Egipto y la toma del cielo por asalto”
, La Jornada, 16/2/11).
En las grandes tragedias humanas, nada más fácil que estar contra
“los unos o los otros”
, y nada más cómodo que optar por la neutralidad, o el desgarrado esnobismo
british del colega Robert Fisk, quien a raíz de la masacre en la localidad de Houla, asegura:
“Pronto olvidaremos el nuevo horror en Siria”
(
La Jornada, 29/5/12).