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Imperio - Sahara Occidental / Marruecos

¡Viva el Sáhara Libre!La vergüenza del Sahara Occidental

Toni Silva / La Nueva España

Marruecos tiene los aliados y la fuerza para aplastar a los saharauis, pero no tiene la razón

Marruecos tiene los aliados y la fuerza para aplastar a los saharauis, pero no tiene la razón. Permítanme que esta vez no escriba sobre un tema estrictamente local sino sobre algo que, aunque se ubica un poco más lejos, atañe al conjunto de la ciudadanía de la nación, a todos nosotros. Me refiero al asunto del Sahara Occidental, esa vergüenza que viene recayendo sin interrupción sobre los sucesivos gobiernos de España desde noviembre de 1975, la fecha en que la Administración española huyó cobardemente del territorio (considerado nada menos que «provincia española») y dejó a sus habitantes a merced de los cañones y las bombas de napalm del ejército de Marruecos, que diezmó al pueblo saharaui durante su éxodo por el desierto, en el cual malviven desde entonces, acogidos por Argelia y sostenidos por la ayuda internacional.

 

La vergüenza, además de la de haberlos abandonado vilmente, es la de no intervenir a su favor en los foros internacionales y mirar hacia otro lado cuando Marruecos viola las resoluciones, boicotea los encuentros de paz y aplasta a la población saharaui que permanece en sus asentamientos, y no sólo en El Aaiún, sino también en poblaciones como Sidi Ifni, condenada brutalmente al subdesarrollo por Hassan II y por Mohamed VI por las simpatías de la tribu local Ait-Bamrán hacia los españoles y hacia los saharauis.

Tampoco Estados Unidos muestra vergüenza alguna en este asunto, pues ignora las resoluciones de la ONU que instan a que culmine el proceso descolonizador del Sahara (en el cual España sigue siendo la «potencia descolonizadora», aunque no quiera ejercer) y a que se celebre el referéndum de autodeterminación. Estados Unidos da la espalda a la ONU y apoya a Mohamed VI tolerándole a este rey cuasi medieval infinitamente más de lo que dice no tolerar en otros países en los que no hay democracia ni se respetan los derechos humanos. Estados Unidos -y Francia, ese perejil de todas las salsas norteafricanas- ponen por delante de la legalidad internacional sus intereses particulares y nacionales: los fosfatos de Bucráa, las reservas vírgenes del petróleo del Sahara, la pesca en el feraz banco sahariano y, antes que nada, el control político del Magreb, susceptible de la temida radicalización islámica, que me temo que a pesar de todo irá creciendo en la misma medida en que vaya aumentando la intervención norteamericana y francesa en el norte de África. Y si no, al tiempo: acuérdense de Persia, de Argelia o de Afganistán, sin ir más lejos.

Volviendo a nuestro país, el nivel de la vergüenza ha aumentado mucho con el actual Gobierno, a pesar del cuentín de ZP con la Alianza de Civilizaciones (¿con la dictadura marroquí y no con los saharauis?) y de las vacías parrafadas de personajes de ánimo trepador como Leire Pajín o Antonio Masip sobre el Sahara Occidental, usado por ellos como pura plataforma para sus carreras políticas. Ya sin máscara, ZP ha tomado partido por Mohamed VI y hace pasar por buena la postura de Aznar, que se limitaba a defender «una solución pactada necesariamente por ambas partes», es decir, Marruecos y la RASD, la República Árabe Saharaui Democrática. Aquello no sirvió para nada, pues Marruecos siempre boicoteó cualquier acuerdo, pero al menos España no se alineó entonces con Marruecos ni con Estados Unidos y siguió respaldando las resoluciones de la ONU. Lo de ZP supone un cambio radical en la postura española, que ahora es (se le escapó sin querer al ministro Jáuregui) la de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sahara Occidental, un territorio que jamás perteneció a Marruecos -ni a Mauritania ni a Argelia- sino a las diferentes tribus beduinas que vivían allí formando su propia comunidad de clanes sin un Estado propiamente dicho, sin fronteras, sin bandera y sin ejército. Además era imposible que el territorio saharaui perteneciera administrativamente a Marruecos, ya que este reino fue creado en 1956 al independizarse de Francia y de España. En definitiva, Marruecos tendrá la fuerza y los apoyos políticos necesarios para aplastar a los saharauis y burlarse de la ONU y del mundo entero, pero nunca tendrá la razón.

La razón está en las jaimas de los refugiados en el desierto argelino, en las chabolas de los resistentes de El Aaiún, en los barrios marginados de Sidi Ifni y en los calabozos siniestros de la policía de Mohamed VI. Que no se les olvide a nuestros gobernantes ni al pueblo español.

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Fuente: http://www.lne.es/oriente/2010/11/20/verguenza-sahara-occidental/996940.html