Gadafi, Libia y dos certezas inquietantes PDF Imprimir E-mail
Imperio - Palestina, Israel y Mundo árabe
Escrito por Fernando Busto / Disisdente por accidente   
Miércoles, 24 de Agosto de 2011 05:08

OTANLos medios de comunicación nos venden ahora la casi segura derrota del régimen de Gadafi como el fin de una dictadura (no dicen que seguramente es el principio de otra) y como un triunfo de la democracia (de su democracia, que no es precisamente democrática).

Al hilo de ese triunfalismo del imperialismo occidental, que siempre es temible y sospechoso porque siempre se construye sobre la sangre y el sufrimiento de millones de seres humanos para el beneficio de una exigua minoría de superricos que manejan el cotarro, y tras meditar en el crepúsculo tibiamente gris de este amanecer de agosto, me han quedado en el corazón dos certezas inquietantes.

 

La primera, que me acompaña desde la primavera, es que no hemos asistido a una revolución espontánea y que, desde luego, la intervención de la OTAN no ha estado orientada a defender a la población civil de un dictador al que se había apoyado hasta hace apenas unos meses. El verdadero sentido de todo lo sucedido es muy diferente. A saber: el año pasado Gadafi amenazó con nacionalizar el petróleo, las multinacionales que se benefician de ese negocio en Libia se pusieron nerviosas, recurrieron a los títeres corruptos que manejan en los gobiernos, estos pusieron en marcha su maquinaria de guerra sucia y al cabo de unos meses de sangre, sufrimiento y guerra, el petróleo volverá a manos de las multinacionales que lo manejaban sin que el nuevo régimen surgido del conflicto, sea cual sea, incluso si Gadafi fuera sucedido por el propio Gadafi, ose si quiera pensar en nacionalizarlo. Pura, simple y llana política del imperialismo capitalista. Una ecuación perfecta de explotación, intervencionismo, sufrimiento ajeno y beneficio de los de siempre. Un ejemplo de libro del mundo corrompido en el que vivimos.

La segunda certeza es todavía más inquietante, aterradora incluso, pero no menos evidente. Y es que dentro de ese círculo de hierro que representa el liberal capitalismo imperante si cualquier pueblo europeo saliese a la calle para exigir verdadera democracia y el fin del ilegítimo predominio de unas élites corruptas constituidas en mafias destinadas a saquear el bien común utilizando un estado parasitado para ello y, si como es siempre legítimo contra la tiranía de cualquier tipo, este pueblo, como se ha alabado al libio, recurriese al uso de las armas para deshacerse de los aparatos de represión habilitados por el estado para mantener el beneficio y las políticas de latrocinio organizado de la oligarquía, la OTAN no vendría en ayuda de ese pueblo sin petróleo como ha hecho con los sublevados libios. La OTAN se dedicaría a bombardear a los sublevados y a organizar su detención, tortura y desaparición... no olvidemos que esa gente es responsable de salvajadas como la Operación Cóndor y que todavía mantiene cárceles secretas a lo largo y ancho del mundo. No olvidemos tampoco que ya la CIA, con el beneplácito de la Comisión Europea, amenazó a Grecia y otros países de la eurozona con dictaduras militares si sus poblaciones no aceptaban sumisamente las imposiciones de la mafia internacional capitalista al hilo de lo cual en España la ministra de defensa sacó, subrepticiamente, y amaparándose en la supuesta posibilidad de un gran atentado de ETA, un real decreto que permite al ejército patrullar las calles, detener civiles y ejercer labores policiales en ciudades y pueblos de nuestro país...es decir: establecer una preocupante ley marcial si las protestas ciudadanas desbordan a la policía. Y eso en un marco como el recientemente vivido en Madrid, con la legión desfilando en los actos papales con los asistentes levantando la mano e invocando a Franco y a Cristo Rey no deja de ser una perspectiva muy, pero que muy preocupante.

En otras palabras: que podemos tener la certeza de que la mafia internacional capitalista está dispuesta a imponer su estafa sobre el pueblo, a privatizarlo todo, a arrebatarnos derechos fundamentales y convertirnos en esclavos aunque para ello deban recurrir, como siempre han hecho, a la dictadura, la sangre, las torturas, las desapariciones y la fuerza bruta. El salvajismo de la policía en Madrid contra los disidentes del régimen, los ciudadanos que se limitaban a pedir una efectiva separación entre la iglesia y el estado, el fin del nacional catolicismo franquista que todavía padecemos y que caracteriza al régimen de 1978 es tan solo un pequeño aperitivo de lo que se nos viene encima.

Y, sin embargo, tenemos que luchar.

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Fuente: Disidente por accidente