Siria: la guerra que no nos han querido contar (y II) PDF Imprimir E-mail
Imperio - Palestina, Israel y Mundo árabe
Escrito por Alberto Rodríguez   
Jueves, 03 de Enero de 2019 05:58

 Decir que la guerra en Siria empezó porque el Gobierno decidió ignorar y responder con balas a las demandas de reformas y más democracia por parte de un sector de la población, sencillamente, es repetir una mentira que no se sostiene.

Las protestas de la “primavera siria” adquirieron enseguida un carácter violento. Por poner un ejemplo, el tercer día de protestas los manifestantes prendieron fuego en Daraa al Palacio de Justicia, las sedes de dos compañías telefónicas, la sede del Partido Baaz y varios edificios más. Desde el inicio de las protestas el Estado había perdido el monopolio de la violencia. 

El 6 de junio de 2011, solo tres meses después de las primeras protestas y antes de que hubiese estallado la guerra, los opositores ejecutaron a 120 soldados sirios. Para ese momento ya se hablaba de 400 miembros de las Fuerzas de Seguridad asesinados y otros 1.300 heridos.

Tampoco se trataba de una insurrección popular. Poco antes de las revueltas de marzo conocidas como ‘la revolución’, en febrero de 2011 se intentó convocar un Día de la Ira. Fue un fracaso. Ya entonces medios como el New York Times aseguraban que la oposición no tenía base social y que estaba ligada a organizaciones integristas.  

En 2014 había al menos 81 nacionalidades distintas combatiendo en el bando rebelde dentro del país. Se había declarado una yihad en la que la única democracia que les valía a los rebeldes era la ley islámica lograda a través de la espada contra un gobierno al que definen como herético. 

El Gobierno de El Assad sabía que, desde el inicio de las protestas en 2011, entre los manifestantes con demandas legítimas había opositores islamistas que tenían como objetivo acabar con el Baaz. Por esta razón realizó una serie de concesiones, como poner fin al estado de emergencia y otorgar una mayor apertura política, que tenían como objetivo apaciguar a los moderados, contentar a los conservadores suníes y liberar la presión internacional. 

Para el sector más radical de la oposición estas reformas no fueron suficientes ya que el Estado se mantenía secular y con una economía fuertemente regulada, con los sectores estratégicos estaban nacionalizados. En el exterior, las potencias hostiles tampoco veían con buenos ojos que Siria se mantuviese con Irán y Hezbollah dentro del Eje de Resistencia y que la inversión extranjera y las importaciones siguiesen restringidas para potenciar un mercado propio que, como la banca, estaba controlado por el Estado.  

Estas medidas, a pesar de democratizar el espectro político con la aparición de nuevas asociaciones y partidos como el Foro Cultural por los Derechos Humanos, las vieron los islamistas como una debilidad que fracturó la frágil estabilidad de Siria, un país que antes de los 30 años de Gobierno de Hafez al-Assad vivió más de veinte golpes de estado en veinte años.  

La derogación del estado de emergencia, que llevaba 48 años vigente, supuso un punto de inflexión que permitió a los Hermanos Musulmanes en el exilio y a intelectuales cercanos al trotskismo valerse de los mecanismos de propaganda necesarios para promover las protestas desde el exterior y pedir la intervención de una Comunidad Internacional que mantenía fuertes sanciones sobre el país. 

Los diferentes intelectuales ligados a la oposición supieron utilizar las tecnologías de la información y la comunicación que el propio Bashar al-Assad quiso impulsar en los 2000, pero su discurso no caló dentro de Siria porque no se correspondía con la realidad que vivía la población y porque en 2012 todavía internet seguía teniendo una penetración muy pequeña en el país. 

El conflicto sirio jamás fue una guerra puramente civil. Se trata, desde su comienzo, de un enfrentamiento internacionalizado en el que se están enfrentando combatientes de todo el mundo patrocinados por las principales potencias económicas y militares. De hecho, al tener el grueso de los rebeldes un carácter integrista, podemos hablar, más que de guerra civil, de yihad global.  

Si existieran los 70.000 combatientes moderados que el primer ministro británico David Cameron dijo apoyar en 2015 –y que periodistas como Robert Fisk cuestionaron alegando que a duras penas habría 700 o incluso 70–, lo cierto es que estos no suponen un grueso de población suficiente para justificar una guerra; son menos combatientes de los que perdieron tanto el ejército sirio como los rebeldes por separado entre 2011 y la fecha de anunciar el apoyo. Cameron tuvo que reconocer poco después que entre los 70.000 combatientes supuestamente moderados que apoyaría Reino Unido también se encontraban “islamistas de línea dura”, que resultaron ser la mayoría.  

El Centro de Operaciones Militares (MOC) de Amán, formado por EE.UU., Jordania, Reino Unido, Francia, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, juega también un papel vital en el conflicto sirio dando apoyo económico, militar y logístico a los rebeldes y coordinando operaciones conjuntas desde la base militar situada en el paso fronterizo sirio-jordano de al-Tanf. 

El apoyo económico y militar que brindaba el Centro de Operaciones Militares de Amán a los considerados rebeldes moderados del Ejército Libre Sirio hizo que grupos de carácter extremista como la Brigada Osama Bin Laden decidiesen unirse al mismo. Gracias al apoyo indiscriminado de Estados Unidos, Arabia Saudí, Qatar y Jordania a estos grupos, pudieron hacerse fuertes milicias como el Frente de los Revolucionarios Sirios, que hasta su derrota en Daraa se mantuvieron aliados al por entonces brazo de al-Qaeda en Siria, Jabhat al-Nusra, el grupo más fuerte de la oposición hasta la escisión del Estado Islámico. 

En 2012 el New York Times explicaba cómo la mayoría del armamento enviado a los rebeldes terminaba en manos de grupos extremistas. Unas estructuras fuertes, mayor organización y experiencia militar adquirida en diferentes frentes, hicieron que Jabhat al-Nusra dominase. Incluso el líder del Ejército Libre Sirio, Riyad al-Asaad, reconoció que Nusra se había convertido en una organización referente hacia la que estaban orbitando la mayoría de rebeldes.Figuras prominentes de los rebeldes,  que se convirtieron en la cara visible y mediática de la revolución, terminaron mostrando su simpatía por al-Qaeda y Estado Islámico

Junto a Riyad al-Asaad, otras figuras prominentes de los rebeldes,  que se convirtieron en la cara visible y mediática de la revolución, terminaron mostrando su simpatía por al-Qaeda y Estado Islámico. Es el caso del ex-futbolista sirio Abdul Baset al-Sarout, que aseguraba en 2014 que esas organizaciones islamistas compartían los mismos intereses y objetivos que los rebeldes.  

El Frente de los Revolucionario Sirios no es la excepción, ya que dentro de los rebeldes apoyados desde el exterior, sobre todo por Turquía, se encuentra Ahrar al-Sham, una coalición de islamistas que durante los primeros años de la guerra logró imponerse sobre los grupos menores. Gracias al apoyo turco y qatarí, en sus mejores años contaban con 20.000 combatientes y lideraban el Frente Islámico, una coalición de 45.000 efectivos.

Desde el primer momento la oposición siria se organizó en el extranjero. Principalmente en Turquía, donde se creó el embrión del Ejército Libre Sirio en 2011, ya que el gobierno de Erdogan y su partido, el AKP, están ligados a los Hermanos Musulmanes, que son quienes alimentaron desde el principio la violencia en las protestas. 

Las autoridades turcas facilitasen a los rebeldes poder atacar Siria desde su territorio, potenció en gran medida su capacidad para desestabilizar el país cuando se encontraba en un punto de no retorno después de que las protestas escalasen a conflictos tribales con sangre de por medio.

Los rebeldes no solo se han beneficiado del apoyo del MOC y de Turquía. La organización “Amigos de Siria”, un colectivo ajeno al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas impulsado por Nicolas Sarkozy, Estados Unidos, Turquía, países europeos y petromonarquías del Golfo, ha financiado a organizaciones islamistas afiliadas al Ejército Libre Sirio como Faylaq al-Sham, Tajamo Fastaqim, Jaysh al-Mujahideen y Jaysh al-Idlib, los cuales son cercanos a la unión de diferentes grupos yihadistas Ahrar al-Sham. 

Los líderes y fundadores de Ahrar al-Sham fueron liberados de la prisión de Sednaya en 2011 por presión internacional ante las demandas de los manifestantes al ser considerados presos políticos moderados, aunque ya por entonces hablaban en sus discursos de matar a los nusayríes y los rafida (términos despectivos con los que se refieren a los alawitas y chiíes). 

Los Hermanos Musulmanes, a través de Mohammed Surur Zein al-Abidin, optaron por dar apoyo y financiación a grupos menos conocidos pero también importantes como Jabhat Tahrir Suriyya al-Islamiyya, Batallón Farouq, Suqour al-Sham y la Brigada Tawhid entre muchos otros. Sin embargo, la principal apuesta de los Hermanos fue Jaysh al-Islam, un grupo salafista que se configuró como el más importante junto con Ahrar al-Sham y Jabhat al-Nusra, hasta que su líder, Zahrar Alloush, murió en un bombardeo ruso provocando una lucha interna por el poder de la que nunca se recuperaron.

En 2014, Estados Unidos entró a apoyar a las YPG kurdas (que buscan crear una autonomía en los territorios que controlan en el norte y este de Siria) y parte del Ejército Libre Sirio (ELS) en la batalla de Kobane contra el Estado Islámico. Cuando el ejército sirio tuvo que retirarse del norte de Siria por falta de efectivos, al estar en demasiados frentes, los kurdos que no quisieron integrarse en las Fuerzas de Defensa Nacional se hicieron con el control de la localidad fronteriza con Turquía apoyados por los rebeldes del Ejército Libre Sirio que habían estado enfrentándose al bando gubernamental. Un año más tarde, Estados Unidos creó las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) para aglutinar en un mismo grupo a los rebeldes más distanciados de al-Qaeda y a las YPG.  

A pesar de la imagen de moderación que se han labrado las Fuerzas Democráticas Sirias en occidente, en su seno cuentan con organizaciones islamistas como la Brigada de los Revolucionarios de Raqqa, que antes de las FDS eran aliados de al-Qaeda en Siria, y Liwa Owais al-Qorani, que combatían del lado del Estado Islámico en Tabqa. En enero de 2018, las Fuerzas Democráticas Sirias liberaron a 400 miembros del Estado Islámico capturados, de los cuales 120 se integraron en las FDS de Deir Ezzor y Hasaka. 

Además del patrocinio de EE.UU., las FDS han recibido 100 millones de dólares saudíes que sirven para financiar la guerra pero también para contratar mercenarios de la empresa de seguridad privada Castle International.

Autor: Alberto Rodríguez 

Para 2012 el Gobierno sirio no había caído, y los bandos del conflicto ya estaban establecidos. En ese contexto, 2013 se convertiría en el año en que las potencias regionales e internacionales comenzasen su pugna por dominar tanto Siria como la región y reinventar el orden mundial tal y como lo conocíamos hasta entonces.

En Siria siempre hubo oposición moderada

La oposición ha sido y sigue siendo uno de los temas más polémicos a la hora de hablar del conflicto sirio y de su futuro político. Intentando dar voz a las fuerzas opositoras al gobierno sirio, desde Europa solo se ha logrado silenciarlas. 

Según el Índice Democrático del semanario The Economist, Siria es un Estado autoritario, aunque su sistema se inspira en el modelo francés semi-presidencial con parlamento multi-partido basado en el principio del pluralismo desde 2012, tras la reforma constitucional que se aprobó junto con varias concesiones para intentar evitar la guerra –como las elecciones parlamentarias de ese mismo año–. 

Actualmente se pueden diferenciar dos tipos de oposición: la oficialista y la armada. 

Dentro de la oposición armada se encuentran los conocidos rebeldes sirios, que cuentan con apoyo de países europeos y de Estados Unidos, y cuyo máximo órgano de representación política es el Consejo Nacional Sirio (CNS). Dentro de este bloque podemos introducir también a la oposición de los Hermanos Musulmanes en el exilio, ya que son la fuerza opositora de este bloque más organizada y con una amplia red de contactos. El Consejo Nacional Sirio, los Hermanos Musulmanes y las milicias armadas en Siria apuestan por derrocar al Gobierno sirio a través de las armas y la imposición de una ley islámica, que es el punto en común que une a todos estos grupos.

Por otro lado, y silenciada desde el exterior, se encuentra la oposición oficialista. En ella  destacan el Comité Nacional de Coordinación de las Fuerzas del Cambio, formado por diferentes partidos que apuestan por la solución pacífica y liderado por los nasseristas, y el Partido Social Nacionalista Sirio, en liza hasta agosto de 2014. 

Aunque los miembros de la oposición oficialista como el líder del Partido Social Nacionalista Sirio (PSNS), Ali Haidar, se consideran opositores y aseguran que no descansarán hasta derrocar al Baaz, durante la guerra han decidido formar un gobierno de unidad. Lo que los diferencia de la oposición armada es que apuestan por la vía pacífica para lograr los cambios, por el secularismo del Estado y por rechazar cualquier tipo de injerencia externa para desestabilizar el país.

Los partidos de la oposición oficialista cuentan con sedes en Damasco y tienen permitida la utilización de milicias propias que combaten en la guerra, como ‘Las Águilas del Torbellino’ del PSNS, o la Resistencia Siria, fundada por el comunista Mihrac Ural y asociada con grupos armados turcos como el Frente Popular de Liberación DHPC-C. 

Autor: Alberto Rodríguez

El negocio de las armas balcánicas en Siria

La industria armamentística no conoce la crisis. Según el Proyecto de Denuncia de la Corrupción y el Crimen Organizado (OCCRP), Estados Unidos ha invertido más de dos mil millones de dólares en armas producidas en los Balcanes para los rebeldes sirios (parte de los 12 mil millones que EE.UU. declara haber invertido en la guerra). Se trata de armamento inspirado en las armas soviéticas y fabricado en los países balcánicos y del este de Europa con municiones producidas en Kazajistán, Georgia y Ucrania.

Solo en 2017, el Pentágono tenía un presupuesto de 250 millones de dólares para entrenar y equipar a los rebeldes, del cual 210 eran para municiones, equipo y armas.

La principal ruta que siguenestas armas empieza en Bulgaria y Rumanía. A través del mar negro llegan a las bases norteamericanas en Jordania y Turquía; desde 2017 también por aire hasta Kuwait. Es entonces cuando el Pentágono,  a través del Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos –y sin que se conozcan los detalles, la CIA–, introduce el equipamiento en Siria. 

Autor: Alberto Rodríguez 

Mientras que el Comando de Operaciones Especiales de los EE.UU. (SOCOM) se encarga de entregar a los rebeldes principalmente armamento ligero, el principal proveedor de misiles anti-blindado BGM TOW a los rebeldes ha sido la CIA. Su actuación independiente les ha generado múltiples disputas con el Pentágono, lo que llevó en 2017 a Trump a forzar el cese del programa secreto de la CIA de apoyo a los rebeldes. Aunque no se sabe qué ha sido del mismo, lo más probable es que EE.UU. haya centralizado su campaña de apoyo a los rebeldes sirios y las FDS únicamente a través del SOCOM. Esta teoría la avala el que el presupuesto del Pentágono para apoyar a los rebeldes aumentase en 2018 respecto a 2017. 

El problema de entregar armas a los rebeldes sin hacer un seguimiento posterior de las mismas es que gran parte de los equipos terminan en manos del Estado Islámico o milicias afiliadas al actual brazo de al-Qaeda en Siria, Hay’at Tahrir al-Sham como ya pasa con otro tipo de ayudas que entregan.

Las batallas que cambiaron la guerra

La guerra de Siria ha vivido violentas batallas que más allá de la épica bélica han supuesto puntos de inflexión o, al menos, han determinado los movimientos y las estrategias de los distintos actores implicados en la misma:

La ofensiva de al-Qusayr en 2013. En esta batalla es cuando Hezbollah entró en la guerra. Los rebeldes perdieron la posibilidad de llegar a dominar Homs tras la derrota en Qusayr. Tras esta batalla, los pocos grupos que podían considerarse islamistas moderados vieron que no tenían capacidad de ganar la guerra, por lo que terminaron uniéndose a los más radicales que eran la fuerza principal de la oposición no oficial gracias al apoyo económico y militar recibido desde fuera, junto con los combatientes importados de Afganistán e Irak que ya contaban con experiencia en combate. La victoria de Qusayr llegó después de un año de constantes derrotas del Ejército Sirio.

Batalla de Homs 2011-2014. Los rebeldes pierden “la capital de la revolución”. La batalla costó la vida de 50.000 personas de ambos bandos, y no habría terminado de no ser porque se apostó por la vía diplomática además de la militar. Los rebeldes que no se acogieron a Procesos de Reconciliación Nacional fueron evacuados a la bolsa de Rastan. De este modo el gobierno apostaba con mayor intensidad por la solución diplomática que redujese el número de muertes. Dos años después Idlib se convertiría en el destino preferido por los rebeldes evacuados de los diferentes frentes, aunque actualmente con la entrada de Turquía en el norte de Siria también van a Afrín y Jarabulus para así evitar los enfrentamientos entre diferentes facciones que hay en Idlib. 

Batalla de Alepo, 2012-2016. Alepo, el motor económico de Siria, estuvo dividido durante cuatro años y se convirtió en el gran matadero de la guerra. Demostró que ninguno de los bandos estaba preparado para el combate urbano calle por calle. La victoria del Ejército Árabe Sirio con apoyo de sus aliados en 2016 supuso un punto de inflexión y el comienzo de las victorias de Damasco. No sería una locura decir que fue el Stalingrado del gobierno sirio. 

La segunda batalla de Idlib en 2015. Ahrar al-Sham, al-Nusra y aliados como el Partido Islámico de Turkmenistán (uyghures chinos)1 dominaron toda la gobernación y establecieron ahí sus instituciones. El Ejército Árabe Sirio colapsó en el norte de Siria y resistía a duras penas en Alepo. Es la victoria más importante de los rebeldes. 

La batalla de Kobane en 2015. Ante la incapacidad militar de los kurdos, que se habían quedado solos tras rechazar las constantes ofertas de Damasco para integrar sus milicias, las YPG, en las Fuerzas de Defensa Nacional, Estados Unidos acudió en su ayuda y entró de forma directa en la guerra. En la batalla de Kobane se puso fin al mito de que el Estado Islámico era invencible. 

Estado Islámico toma Palmira en 2015. Capturar Tudmur supuso la hegemonía del Estado Islámico en el desierto entre Deir Ezzor y Homs. Además, ejecutaron a entre 200 y 450 personas, lo que se convirtió en un drama nacional. Moral y militarmente el ISIS se estaba imponiendo. En poco tiempo estaban consiguiendo enormes avances en su campaña del este. Esta derrota del gobierno sirio junto con la de Idlib, fue el motivo que terminó de decidir a Rusia a entrar en la guerra.

Ofensiva de Daraa entre junio y julio de 2015, conocida como la operación “Tormenta del Sur”. Fue una ofensiva a gran escala que realizaron de manera conjunta el Frente Sur y Jaysh al-Fatah contra el Ejército Sirio y las Fuerzas de Defensa Nacional. La ofensiva resultó un fracaso, con 200 bajas frente a menos de 40 del bando gubernamental, lo que marcó el principio del fin del Frente Sur y forzó a Jordania a repensar sus relaciones con Damasco y los rebeldes del Ejército Libre Sirio.  

Batalla de Deir Ezzor 2014-2017. La ruptura del cerco de Deir Ezzor fue uno de los mayores empujones de moral para el bando gubernamental. La resistencia de la 137 Brigada de la Guardia Republicana, una fuerza de élite, primero ante rebeldes y después ante el Estado Islámico, se consideraba imposible de vencer dada su situación de aislamiento total. Romper el cerco marcó un punto de inflexión y el final de la hegemonía del Estado Islámico en el desierto. La ciudad estuvo durante más de tres años cercada a casi 200 kilómetros de la posición gubernamental más cercana. La única ayuda que llegaba era a través de la aviación del ejército sirio y aun así, ésta era muy escasa debido al fuego anti-aéreo de los rebeldes y posteriormente del Estado Islámico.

El 25 de agosto de 2017, el cuerpo de élite de la inteligencia siria, las Fuerzas Tigre, iniciaron una ofensiva a través del desierto para romper el cerco de Deir Ezzor. Lo consiguieron en menos de dos semanas, el 5 de septiembre de 2017. 

Batalla de Ghouta 2013-2018. Al finalizar, los rebeldes dejan de tener capacidad de fuego de mortero sobre la ciudad de Damasco y las carreteras que conectan la ciudad con el norte. La única resistencia que quedaba dentro de la capital de Siria era en el campo de refugiados palestinos de Yarmouk, donde estaban atrincherados varios grupos rebeldes, militantes de Hamas y del Estado Islámico. La victoria gubernamental de Ghouta también supuso el fin de la resistencia de los insurgentes en Yarmouk, que se rindieron a las pocas semanas. 

La batalla de la base aérea de Menagh. Durante julio de 2012 y agosto de 2013, el Ejército Árabe Sirio resistió las ofensivas rebeldes a pesar de estar aislados y sin apoyos. El Gobierno sirio utilizó de forma propagandística esta resistencia ya que la presentó como algo heroico. Sin embargo, a mediados de 2013, el Ejército Libre Sirio, Jaysh al-Muhajireen y el Estado Islámico iniciaron una ofensiva conjunta a gran escala en la que utilizaron principalmente armamento antitanque y SVBIED’s2, acabando rápidamente con las defensas del Ejército Sirio. Lo que era una batalla ejemplar para el bando gubernamental terminó siendo una catástrofe y un empujón de moral para los rebeldes. A la batalla le siguió una serie de ejecuciones de los soldados que defendían Menagh y la primera gran producción audiovisual del Estado Islámico en inglés, Flames of War. Esta victoria conjunta con el Estado Islámico también la celebró y aplaudió la Coalición Nacional Siria, el organismo creado desde el exterior para aglutinar a la oposición supuestamente moderada.

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Notas: 

Por entonces todos los grupos estaban integrados a Jaysh al-Fatah o Ejército de Conquista, que se terminó disolviendo por enfrentamientos dentro de la propia coalición que todavía hoy perduran.

Los SVBIED son vehículos cargados de explosivos utilizados para realizar ataques suicidas.

 

Siria: la guerra que no nos han querido contar (I)

 

Cuadros: Alberto Rodríguez

 

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Fuente: CTXT