Palestina. EEUU hasta Trump. ( 2 ) Imprimir
Imperio - Palestina, Israel y Mundo árabe
Escrito por Ramón Pedregal Casanova/ UCR.   
Sábado, 11 de Marzo de 2017 00:00

Habíamos expuesto en el artículo “Palestina. EEUU hasta Trump (1)” cómo el presidente de EEUU Woodrow Wilson y su equipo maniobraron para salir beneficiados de la 1ª Guerra Mundial.

Dejo aquí dos apuntes que nos dirán por si mismos el peso del discurso de estilo wilsoniano en los gobiernos de EEUU a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI.

Primer apunte:

Wilson, cuando EEUU aún no era Imperio y aspiraba a ello, decía sobre Alemania (el Imperio Alemán dura hasta su derrota en 1918) era el “enemigo natural de la libertad”, para luego añadir que EEUU “lucha por la paz en el mundo y la liberación de sus pueblos, incluido el alemán; lucha por los derechos de todas las naciones, grandes y pequeñas, y por el privilegio de los hombres para elegir su modo de vida en cualquier lugar del mundo.”

Wilson continuaba afirmado lo que luego hemos oído muchas veces a otros presidentes de EEUU:

“la paz debe suponer la libertad política”;

y “EEUU no quiere la conquista ni el dominio ... del Imperio Alemán.”

También había dicho algo sobre Edward Bernays, y añado que el personaje considerado fundador de la psicología de masas es de gran importancia en la etapa de formación estadounidense como imperio. Edward Bernays aplicó la psicología a la sociología, con lo que el conocimiento de las condiciones personales se abrió al comportamiento de los grupos sociales o lo que se conoce como la psicología de masas.

Edward Bernays viene a esta página por su colaboración con el gobierno de Woodrow Wilson. Destacó por su trabajo de manipulación propagandística para el presidente Wilson, que con tal consejero maniobró cuanto le fue posible para dar una imagen de mediador, y posteriormente dirigir la intervención de EEUU en la 1ª Guerra, buscando entre otros objetivos la participación en el reparto o apropiación del petroleo de Oriente Medio.

El susodicho presidente le encargó la tarea de convencer a la población de EEUU de la necesidad de entrar en la 1ª Guerra, asunto que una parte de la población rechazaba porque el Imperio inglés había sido su potencia opresora.

Bernay le dió la clave de la campaña a Wilson para convencer a la gente que se oponía a la entrada en la guerra. Su discurso debía contar que la antígua potencia colonial, Inglaterra, luchaba para llevar la libertad y la democracia al mundo, y sobre todo a Oriente Medio, lo mismo que harían los EEUU si intervenían, y también durante la campaña debía negar interés imperial alguno.

Una vez derrotados los Imperios Centrales y el Otómano, E. Bernay participó con el presidente Wilson en las reuniones que dieron lugar al Tratado de Versalles, y el equipo estadounidense, al no verse favorecido en el reparto de Oriente Medio y su petróleo, objetivos básicos de su política hegemónica y de dominación geoestratégica, optó por no firmarlo.

La propaganda haría de Wilson un presidente pacíficador, sólo hacía falta saber usar el lenguaje para mostrar una imagen positiva, y ahí estaba E. Barney trabajando para darle la vuelta a lo que hiciese falta, lo explicaba con un ejemplo: “Si se puede utilizar la propaganda en tiempos de guerra, también se podrá hacer en tiempos de paz. Y como la palabra propaganda llegó a estar mal vista por su uso en Alemania, entonces decidí inventar el término Relaciones Públicas”.

La mejor ocasión para el desarrollo de los intereses imperiales de la oligarquía estadounidense se le iba a presentar en la 2ª Guerra. Por entonces el presidente de EEUU era Roosevelt. Roosevelt muere el 12 de Abril de 1945 sin que hubiese terminado la contienda, y le sucede Harry Truman, que hace de presidente desde 1945 a 1953. El equipo imperialista deTruman va a provocar grandes cambios que afectarán a todo el mundo:

Su gobierno manda arrojar las dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki metiendo al mundo entero en lo que se ha denominado “la era del terror atómico”.

Crea la OTAN, ejército multinacional comandado por EEUU en el periodo que se conoció como “la guerra fría”.

Esconde en EEUU a numerosos científicos nazis y los emplea.

Establece el cuartel general de los EEUU en Europa.

Por su dominio sobre los restantes gobiernos de Occidente participa en la creación de la ONU el 24 de Octubre de 1945.

Con él como presidente el senador McCarty emprende la “caza de brujas”.

Remodela los servicios secretos dando lugar a la creción de la CIA, y ésta con la Fundación Ford, la Fundación Fairfield y otras sirven de tapadera a la CIA en la financiación del Congreso para la Libertad de la Cultura, cuyo presidente honorario, Bertrand Russell, había escrito a Gamel Brenan, esposa de Gerald Brenan: “Hay una cosa, y sólo una cosa que puede salvar al mundo, y es algo que yo ni debería soñar en promover. Se trata de que los EEUU le declaren la guerra a Rusia en los próximos dos años, y establecer de esta manera un imperio mundial con la bomba atómica”; y no sólo eso, en 1946 pidió a la presidencia de EEUU que atacase con bombas atómicas a la URSS.

El anticomunismo, el dominio sobre Europa, y el control de los países de Oriente Medio que se independizaban, con todo lo que eso significaba por su riqueza petrolífera, iban a formar parte de los objetivos prioritarios del naciente imperio estadounidense.

Hasta el final de la 2ª Guerra Mundial los sionistas no habían tenido gran influencia en el gobierno de EEUU. El nuevo imperio va a empezar a interesarse por ese grupo terrorista de colonización a partir de 1948. Un día antes del final del Mandato Británico, el 14 de Mayo de ese año, David Ben Gurión con la partición hecha por la ONU proclama con bandas armadas como la Stern, Haganah y otras, el establecimiento del ente sionista como Estado de Israel sobre más de la mitad de Palestina.

El gobierno filofascista, generador de la guerra fría, anticomunista visceral de Truman fue el primero que lo reconoció De facto, la Unión Sovietica fue el primero en reconocerlo De iure. Los sionistas emprendieron la limpieza étnica de Palestina y expulsaron al 78% de la población autóctona, entre 800.000 y 1.000.000 del total de los habitantes de entonces, destruyendo más de 500 pueblos y ciudades, asesinando a miles, envenenando el agua de los pozos para que no pudiesen beber, … es lo que el pueblo palestino ha llamado Al Nakba, la catástrofe, el desastre, de ese genocidio hace 69 años. El sionismo continua ocupando más y más tierra de Palestina y el pueblo palestino le resiste poniendo su persona por delante, sin ejército, sin ninguna fuerza aliada que le defienda más que la solidaridad internacional.

Los sionistas tienen como objetivo disponer de todo el territorio de Palestina para hacer una sociedad “judía”, sólo para los racistas de origen “judío”. La Resolución de la ONU en la que se preservaba a Jerusalén como capital internacional, y al resto del territorio no ocupado como lugar de establecimiento del Estado de Palestina, o la reclamación de los países árabes para que se crease un estado unitario, fueron despreciadas por el sionismo neocolonial

El gobierno de EEUU, que pretendía el petroleo y el dominio de los países de la zona, tras el establecimiento del ente israelí, para que sus empresas petroleras se introdujesen, buscó un punto de equilibrio entre los nuevos gobiernos árabes y los nuevos colonizadores, y comenzó una relación ligera, o eso parecía, con Israel, lo que aumentó la tensión que ya tenía con los Estados árabes por sus empresas petroleras. Se llegó al punto más álgido entre EEUU y el Egipto del presidente Gamal Abdel Nasser cuando el presidente de Egipto le pidió al imperio su apoyo para que Inglaterra se retirase del Canal de Suez, 1953-4. EEUU no aceptó el trato declarando que el enemigo era la Unión Soviética. En el desacuerdo cambió su relación con Medio Oriente y vuelve sobre sus pasos para plantearse el objetivo de adueñarse del petróleo considerando que los nacionalismos árabes como el del gobierno Nasser son un peligro. Entonces opta por apoyar a Israel.


Ver también, “Palestina. EEUU hasta Trump (1)”

 

Ramón Pedregal Casanova, autor de “Palestina. Crónicas de vida y Resistencia”. Presidente de AMANE, Asociación Europea de Cooperación Internacional de Estudios Sociales.