Así se cambió el mapa de Palestina. PDF Imprimir E-mail
Imperio - Palestina, Israel y Mundo árabe
Escrito por Ramón Pedregal Casanova/ UCR   
Sábado, 26 de Noviembre de 2016 00:00

La edificación del estado judío no puede hacerse por métodos arcaicos. Supongamos que queremos exterminar los animales salvajes de una región. Es evidente que no iremos con arcos y flechas a seguir la pista de las fieras, como se hacía en el siglo XV. Organizaremos una gran cacería colectiva, bien preparada, y mataremos las fieras lanzando entre ellas bombas de alto poder explosivo.” Teodor Herzl, impulsor del ente israelí.

¿Qué celebra el gobierno inglés y su monarquía después de 100 años de sacrificar al pueblo palestino?. Acuerdo de Balfour con el sionismo.

En medio de la Primera Guerra Mundial ingleses y sionistas sentaron a sus representantes, Balfour y Rotchild, para planificar el traspaso de la colonia, Palestina, del colonialista al fundamentalista. Las potencias que iban perdiendo colonias fueron el apoyo para éste grupo, que se fue agarrando a la orilla mediterránea de Oriente Medio donde aún latía el corazón de la Resistencia a los colonialistas. ¿Por qué habían de quedarse con Palestina?.

1917, firman un acuerdo secreto Rothschild, representante del sionismo, y el representante de la monarquía inglesa, Balfour. Rothschild hizo la compra de su vida, la corona inglesa se comprometió a entregar el territorio colonial que conocemos como Palestina.

Los sionistas emplearon el término Erez para referirse a lo que hoy conocemos como Israel. La fabricación de ese ente se sostuvo y se sostiene por la fortaleza del capital financiero internacional y la influencia política de los Rothschild. Se daban dos factores que resultaron decisivos, uno, desde antes de la Primera Guerra Mundial los sionistas tenían influencia económica en Inglaterra, y dos, la solicitud de colaboración que el gobierno inglés les pidió contra la Unión Soviética en el frente abierto del Oriente europeo; el representante de la monarquía inglesa se sentó con Rothschild, en nombre del Congreso Sionista y le prometió que, derrotando al Imperio Otomano, Inglaterra se haría cargo de Siria y Palestina, y una vez en Palestina, Inglaterra garantizaba al sionismo la entrega del territorio.

Y habiendo perdido la guerra Alemania, el Imperio Austro-Hungaro y el Imperio Otomano, frente a Inglaterra, Francia y Rusia, tras crear la Liga de las Naciones, el organismo que hablaba de paz, como tenían preparado los aliados, se encargó a Inglaterra el denominado Mandato sobre Palestina; así respaldaban la colonización acordada entre Balfour y Rotchild.

Tan sólo un imprevisto alteró sus planes secretos, y es que la Revolución Proletaria en Rusia, 1917, con Lenin como representante del mundo decididamente anticolonialista, antifascista y anticapitalista, descubrió a los pueblos la traición que ingleses y sionistas habían ocultado llevar a cabo en Palestina.

Si la denuncia del propósito colonial oculto fue un escándalo mundial, y sobre todo para los árabes que defendían su independencia, los colonialistas no tardaron en rehacerse, y después de terminada la Guerra, en 1919 firmaron el Tratado de Versalles, en que las potencias vencedoras acordaron las nuevas condiciones políticas, y en 1920 en San Remo, entre los días 19 y 26 de Abril, Francia e Inglaterra se ratificaron en el reparto que tenían previsto.

Y la afluencia sionista a Palestina, que venía realizándose desde el final del siglo XIX, empezó a ser relevante.

Quizás sea el momento de detenernos para observar un punto de partida del sionismo con relación a Palestina. El ideario del sionismo lo conforma un pensamiento nacionalista racista, xenófobo y teocrático, que se propone instalar un aparato de poder cuyos valores políticos se conectan directamente con los del ideario colonialista europeo y con los principios del nazismo. Y aquí aplican un principio conocido de ese sistema: el aparato de poder, la estructura que se denomina Estado no se vincula a la población sino a la idea de Nación proveniente de un mandato divino, que se explica mediante la historia espiritual mitológica. De este modo el Estado sionista se encuentra por encima de todos y de todo, y la sociedad “judía” debe permanecer separada del resto del mundo plebeyo. Así justifican la conquista colonial, la expulsión del pueblo palestino, la apropiación de sus tierras, la expropiación continuada y los crímenes diarios, todo sobre la base de la creación del Estado sionista.

Destacan las palabras del precursor del sionismo Moises Hess, alemán, filósofo, que en 1862 escribe en su obra “Roma y Jerusalén” sobre la necesidad de ir creando colonias en Palestina, ir comprando terreno, e ir formándose militarmente para enfrentarse a los habitantes de Palestina.

El sionista Zvi Hirsch Ginsberg, ucraciano, que utilizó como ensayista el seudónimo de Ahad Ha´am, sostenía la idea de la creación de Israel como un centro espiritual para los sionistas, (ha diferencia del propósito de conquista de T. Herzl para el establecimiento del Estado sionista), en 1891 dejó dicho: “Nosotros estamos acostumbrados a la idea de que Israel es un lugar casi desolado. Pero no es así. En todo el país es dificil encontrar campos que no estén sembrados”.

Seis años más tarde, en 1897, el Primer Congreso Sionista, en Basilea, declaró como objetivo la colonización de Palestina, una colonización que se parece a la de los ingleses en Norteamérica, o a la de los españoles en Sudamérica, que llevó a cabo, como pretendían los sionistas y lo realizan hoy el genocidio de los pueblos, en éste caso el pueblo palestino, para llevar a sus pobladores traidos de cualquier parte del mundo y garantizarse un Estado racista, xenófobo y teocrático.

Si antes habían convivido palestinos y judíos, los sionistas no se parecían a los judíos naturales, pronto aplicaron el ideario racista de su inspirador Hertz, y la compra de tierras derivó en expulsiones de palestinos para la apropiación mediante el terror empleado por sus bandas armadas.

A ese comienzo Edmond James Rothschil sumó la financiación del primer asentamiento sionista en Palestina.

En la búsqueda de símbolos para la conquista y reconolonización del territorio también los Rothschild intervinieron de manera definitiva, para eso eran los patrocinadores del negocio comercial calculado con la invasión, y estamparon en la bandera empleada su escudo de familia, el mismo que tenían en el anuncio de la tienda que regentaban en Londres, la conocida Estrella de David, allí pintada de color rojo. Pero no se estrañe usted, la tenían pintada de color rojo porque Rothschild, de procedencia alemana, se traduce como “escudo rojo”. El símbolo conocido como Estrella de David tambièn se denomina Escudo de Salomón. Esos dos triángulos invertidos son los que figuran en la bandera de los colonizadores de Palestina.

Pero el dinero lo invertía el sionista de procedencia alemana para que le produjese más dinero, ¿y dónde multiplica sus caudales el mundo financiero?: en el juego de la bolsa y en la guerra. El dinero, valor superior del capitalismo, que la familia Rothschild invirtió antes, durante y después de la guerra al lado de Gran Bretaña, buscaba la ocupación y organización del territorio que su aliado había de apropiarse para luego entregárselo en pago. Una vez empezada la conquista necesitaba la ayuda exterior y sus alianzas financieras le sirvieron en la compra de representantes de Estados y opinadores profesionales.

Hoy el Israel de los Rothschild es una de las cuatro mayores potencias mundiales en armamento atómico, en fabricación de armas, empresas de control sobre la población, instrumentos de vigilancia, venta, y contratación de mercenarios o ejércitos paraestatales. Eso sale a la superficie en los acontecimientos históricos del siglo XX y lo que llevamos del XXI; por otro lado sus actos sociales se presentan con esa carta, ese carácter de clase definitorio: en “la CIA y la guerra fría cultural”, Frances Stonor Saunders cuenta que cuando los aliados entraron en París en la Segunda Guerra un Rothschild, Victor Rothschild, teniente coronel británico fue a las autoridades del momento y pidió que se le devolviese la casa que los nazis requisaron a su familia en la Avenida de Mariguy. “Allí agasajó con los mejores champanes al joven oficial de inteligencia Malcolm Mugeridgge. El mayordomo de la familia, que había seguido trabajando en la casa con los alemanes, comentó que nada parecía haber cambiado.”

David Bengurión, el que sería en 1948 primer jefe de gobierno sionista, había sido el encargado de negociar con el gobierno de EEUU para que sus instructores militares entrenasen a los miembros de la organización terrorista Haganah, que se dio a conocer en 1920, y una vez hecha tal cosa que pusiese en sus manos el armamento más moderno. A la vez llevaron a cabo una campaña para que gentes de creencia judía de todo el mundo se instalasen en Palestina alegando que era un territorio vacío. Luego idearon diferentes campañas publicitarias como aquella “Compre un país”, la finalidad era que ya que estaban en Palestina comprasen el territorio a sus propietarios palestinos como el que quiere disponer de una propiedad en el país, pero de inmediato se lanzaban a expulsar del lugar a la población palestina que allí vivía desde siempre.

Conforme entraban en Palestina y se instalaban en colonias pasaban a controlar bajo la fuerza espacios políticos, sociales y económicos que el imperio británico unas veces abandonaba y otras se resistía pues aún era la potencia colonial. Y en 1947 los sionistas crearon su llamado ejército, el Tsajal, sobre la base de la organización terrorista principal, Haganah, a la que se sumaban otras dos organizaciones terroristas, Irgun y Stern.

En Febrero de 1947 el gobierno inglés devolvía el Mandato a la Liga de las Naciones.

La Agencia Nacional Judía, tras la Guerra Europea, en 1945 financió el flujo migratorio, declarando el 14 de Mayo la “independencia de Israel” y emprendiendo la expulsión de la población nativa de Palestina el mismo día 15, y empezó una guerra expansionista en la que los países árabes, que se habían opuesto a la partición, sufrieron la derrota ante el nuevo ejército colonial sionista.

EEUU, Inglaterra, Francia y Rusia fueron las potencias que arrastraron al voto en las Naciones Unidas en Noviembre de 1947 para entregar el territorio de Palestina a la Agencia Nacional Judía, que desde 1922 actuaba como un Estado, y resultó ser la semilla del ente israelí. El 29 de Noviembre de 1947 EEUU y la Unión Soviética forzaron la aprobación de ese Plan de Partición que sembraría la guerra. Las potencias occidentales pusieron al pueblo de Palestina en el camino del sionismo genocida. Los yankees chantajearon a los gobiernos dependientes de Sudamérica y Asia, y sin escrúpulos de ninguna clase delante de todas las naciones, para que el mundo entero supiese lo que eran capaces de hacer, compraron como si fuese un mercenario, mediante una empresa preparada al efecto, el voto de algún país africano para que votase a favor de la entrega de Palestina a los sionistas. James Forrestal, Secretario de Defensa estadounidense, escribió: “Los métodos empleados en la Asamblea General para presionar y coaccionar a otras naciones, bordean el escándalo.” Es el ejemplo del neocolonialismo. ¿Era esa la democracia que defendían las Naciones Unidas?: es la misma que defienden hoy, ninguno de los que decidieron ha renegado de tal crimen. En 7 meses decidieron la partición de Palestina, entregando a los sionistas el 54% del país y dejándo a los palestinos el 47%. Aprobaron que las tierras más fértiles eran para los sionistas, y éstos separaron a miles de pueblos palestinos de sus tierras de cultivo, aislándolos además del territorio palestino que la ONU había decidido no robarles. Así es como los sionistas consiguieron disponer de la vía libre para apropiarse de la mayor parte de Cisjordania, dejando rodeada como una isla a Gaza, utilizandola como campo de concentración de una parte del pueblo palestino expulsado. A la ocupación y colonización de Cisjordania sumaban la ocupación casi total de la capital de Palestina, Jerusalén, para la que también la ONU había elaborado un estatuto especial para decir que quedaría partida y se mantendría como capital de Palestina, el país que el organismo había destrozado. 70 años después no quieren que se sepa lo que hicieron, y 70 años después dicen que Israel, el ente creado para recolonizar el 54% del territorio, el mismo ente que además ahora ocupa prácticamente toda Palestina, es un Estado, y declaran que es el único Estado democrático, ¡ de ideología sionista, cuando el sionismo ha sido declarado en la misma ONU como pensamiento de corte fascista!, sólo para sionistas, de religión judía.

Racista, xenófobo, fundamentalista teológico, clasista, creación artificial del mundo financiero, el nuevo imperio recolonizando el mundo desde el organismo internacional creado para dar la imagen contraria: ¡Si usted tiene palabras para esto, no se las calle!.

 

Ramón Pedregal Casanova es autor de “Gaza 51 días”, “Dietario de crisis”, “Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios”. Es presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales, AMANE.