Alepo, la pieza siria PDF Imprimir E-mail
Imperio - Palestina, Israel y Mundo árabe
Escrito por Higinio Polo / UCR   
Sábado, 07 de Mayo de 2016 03:48

La lucha se produce calle a calle, pero la mayor parte de las víctimas se producen en los bombardeos.La ofensiva lanzada por todos los grupos armados de la oposición siria contra la ciudad de Alepo, que se encuentra parcialmente en manos del gobierno de Damasco, ha abierto muchos interrogantes sobre el futuro de las negociaciones de Ginebra y sobre la evolución de la guerra. La situación es muy cambiante, y la oposición no ha dudado en bombardear a la población civil, aunque, convertida la ciudad en un frente de guerra, tanto los habitantes de la zona controlada por el gobierno sirio como quienes se encuentran en los barrios en poder de la oposición padecen los bombardeos.

 

John Kerry, que se ha entrevistado en Ginebra con el ministro de asuntos exteriores de Arabia, Adel al-Jubeir, y con su homólogo jordano, Dzhoda, quiere evitar que el gobierno sirio recupere en su totalidad Alepo, la mayor ciudad del país, y cree que la continuidad de los combates podría agravar la debilidad de la oposición, que ha retrocedido en las últimas semanas tanto en el frente de Alepo, como en la periferia de Damasco, en Latakia, en Palmira, y en la zona central del país, hacia Deir er-Zor y Raqqa, ambas en poder de Daesh. Sin embargo, en el drama sirio hay otros actores relevantes: Arabia, Turquía, e incluso Israel (que no desdeña atacar ocasionalmente a las fuerzas de Damasco), y en los últimos días se ha producido un pacto tácito entre el HNC (el Alto Comité de la “oposición moderada”, según la jerga de Washington), el Frente de al-Nusra (la filial de al-Qaeda en Siria) y Daesh, que han combinado sus fuerzas para atacar al ejército sirio en Alepo. Turquía y Arabia apuestan por aumentar la presión sobre Damasco y reforzar a las fuerzas yihadistas que se le oponen, mientras que Estados Unidos, aunque mantiene su rechazo oficial contra Daesh, no desdeña en contribuir para conseguir el principal objetivo de Washington: derribar a Bachar al-Assad y configurar una nueva Siria en manos de sus clientes y aliados en la zona.

Al mismo tiempo aparecen otros signos preocupantes: Estados Unidos ha pedido contribuciones económicas a sus aliados de la Unión Europea para reforzar a los grupos que respalda en Siria, la conjunción de grupos terroristas y armados que denomina la “oposición moderada”, y el propio Obama ha decidido, en una descarada violación del derecho internacional, dar el visto bueno al envío a Siria de doscientos cincuenta miembros de Operaciones Especiales: verdaderos asesinos profesionales que cuentan con una preparación muy rigurosa para tareas letales. Además, Noruega (miembro de la OTAN) ha decidido enviar a sesenta militares a Jordania para que entrenen a la oposición armada, y el futuro es tan impredecible que un analista tan relevante como Noam Chomsky afirmaba recientemente que Estados Unidos “podría no cumplir el acuerdo nuclear con Irán”, con las peligrosas consecuencias que ello tendría para la situación en Oriente Medio: Irán, que se opone a Arabia y Turquía, es una pieza muy relevante en el complejo jeroglífico de las guerras de Oriente Medio.

La oposición siria, que ha bombardeado un hospital en Alepo, busca la victoria militar a cualquier precio y, aunque el HNC se retiró de las negociaciones de Ginebra, escucha con mucha atención las recomendaciones de Washington, sabedor de que es, junto con Arabia y Turquía, uno de sus principales valedores. Adel al-Jubeir ha mostrado el rechazo de Arabia a lo que denomina la “violación de las leyes humanitarias” por parte del gobierno de Damasco, aunque sin interrogarse sobre la responsabilidad de su país en la dramática situación siria ni sobre la emergencia en Yemen, directamente vinculada a los bombardeos de su aviación sobre la población civil yemenita. Además, al-Jubeir ha vuelto a exigir la salida de Bachar al-Assad de la presidencia siria, a sabiendas de que con ello pone un impedimento fundamental para la continuación de las negociaciones de Ginebra. Arabia continua siendo un fiel aliado de Estados Unidos, pero ello no excluye que tenga su propia agenda  y que mantenga algunas diferencias con Washington.

Pese a todo, el ministro de asuntos exteriores ruso, Lavrov, consciente de la relevancia de que toda la oposición (incluidos el Frente de al-Nusra y Daesh, excluidos de Ginebra y considerados terroristas por el propio gobierno de Washington) haya confluido en ese pacto tácito para atacar Alepo y de sus repercusiones sobre las paralizadas negociaciones de Ginebra, asegura que puede crearse en los próximos días un centro conjunto ruso-norteamericano para evaluar la situación en Alepo y asegurar el mantenimiento de la tregua. Por su parte, Stefan de Mistura, el mediador de la ONU, no excluye la reanudación de las conversaciones de Ginebra a lo largo del mes de mayo. Estados Unidos quiere impedir que el gobierno de Damasco avance hacia la frontera con Turquía, asestando así un duro golpe a la “oposición moderada” que sigue apoyando el gobierno de Obama, y, a la vista de los fracasos que ha cosechado su política exterior en Oriente Medio, ha llegado a la conclusión de que debe negociarse en Ginebra el futuro de Siria, aunque ello no excluye que sus aliados en la región (Arabia, Turquía, Israel, y sus tentáculos sobre los grupos terroristas) puedan imponer al país la continuidad de una guerra sanguinaria que ya ha entrado en su sexto año.

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Artículo también publicado en el Viejo Topo

 

La ofensiva lanzada por todos los grupos armados de la oposición siria contra la ciudad de Alepo, que se encuentra parcialmente en manos del gobierno de Damasco, ha abierto muchos interrogantes sobre el futuro de las negociaciones de Ginebra y sobre la evolución de la guerra. La situación es muy cambiante, y la oposición no ha dudado en bombardear a la población civil, aunque, convertida la ciudad en un frente de guerra, tanto los habitantes de la zona controlada por el gobierno sirio como quienes se encuentran en los barrios en poder de la oposición padecen los bombardeos.

John Kerry, que se ha entrevistado en Ginebra con el ministro de asuntos exteriores de Arabia, Adel al-Jubeir, y con su homólogo jordano, Dzhoda, quiere evitar que el gobierno sirio recupere en su totalidad Alepo, la mayor ciudad del país, y cree que la continuidad de los combates podría agravar la debilidad de la oposición, que ha retrocedido en las últimas semanas tanto en el frente de Alepo, como en la periferia de Damasco, en Latakia, en Palmira, y en la zona central del país, hacia Deir er-Zor y Raqqa, ambas en poder de Daesh. Sin embargo, en el drama sirio hay otros actores relevantes: Arabia, Turquía, e incluso Israel (que no desdeña atacar ocasionalmente a las fuerzas de Damasco), y en los últimos días se ha producido un pacto tácito entre el HNC (el Alto Comité de la “oposición moderada”, según la jerga de Washington), el Frente de al-Nusra (la filial de al-Qaeda en Siria) y Daesh, que han combinado sus fuerzas para atacar al ejército sirio en Alepo. Turquía y Arabia apuestan por aumentar la presión sobre Damasco y reforzar a las fuerzas yihadistas que se le oponen, mientras que Estados Unidos, aunque mantiene su rechazo oficial contra Daesh, no desdeña en contribuir para conseguir el principal objetivo de Washington: derribar a Bachar al-Assad y configurar una nueva Siria en manos de sus clientes y aliados en la zona.

La lucha se produce calle a calle, pero la mayor parte de las víctimas se producen en los bombardeos.

La lucha se lleva a cabo calle a calle, pero la mayor parte de las víctimas son causadas por los bombardeos.

Al mismo tiempo aparecen otros signos preocupantes: Estados Unidos ha pedido contribuciones económicas a sus aliados de la Unión Europea para reforzar a los grupos que respalda en Siria, la conjunción de grupos terroristas y armados que denomina la “oposición moderada”, y el propio Obama ha decidido, en una descarada violación del derecho internacional, dar el visto bueno al envío a Siria de doscientos cincuenta miembros de Operaciones Especiales: verdaderos asesinos profesionales que cuentan con una preparación muy rigurosa para tareas letales. Además, Noruega (miembro de la OTAN) ha decidido enviar a sesenta militares a Jordania para que entrenen a la oposición armada, y el futuro es tan impredecible que un analista tan relevante como Noam Chomsky afirmaba recientemente que Estados Unidos “podría no cumplir el acuerdo nuclear con Irán”, con las peligrosas consecuencias que ello tendría para la situación en Oriente Medio: Irán, que se opone a Arabia y Turquía, es una pieza muy relevante en el complejo jeroglífico de las guerras de Oriente Medio.

La oposición siria, que ha bombardeado un hospital en Alepo, busca la victoria militar a cualquier precio y, aunque el HNC se retiró de las negociaciones de Ginebra, escucha con mucha atención las recomendaciones de Washington, sabedor de que es, junto con Arabia y Turquía, uno de sus principales valedores. Adel al-Jubeir ha mostrado el rechazo de Arabia a lo que denomina la “violación de las leyes humanitarias” por parte del gobierno de Damasco, aunque sin interrogarse sobre la responsabilidad de su país en la dramática situación siria ni sobre la emergencia en Yemen, directamente vinculada a los bombardeos de su aviación sobre la población civil yemenita. Además, al-Jubeir ha vuelto a exigir la salida de Bachar al-Assad de la presidencia siria, a sabiendas de que con ello pone un impedimento fundamental para la continuación de las negociaciones de Ginebra. Arabia continua siendo un fiel aliado de Estados Unidos, pero ello no excluye que tenga su propia agenda  y que mantenga algunas diferencias con Washington.

Pese a todo, el ministro de asuntos exteriores ruso, Lavrov, consciente de la relevancia de que toda la oposición (incluidos el Frente de al-Nusra y Daesh, excluidos de Ginebra y considerados terroristas por el propio gobierno de Washington) haya confluido en ese pacto tácito para atacar Alepo y de sus repercusiones sobre las paralizadas negociaciones de Ginebra, asegura que puede crearse en los próximos días un centro conjunto ruso-norteamericano para evaluar la situación en Alepo y asegurar el mantenimiento de la tregua. Por su parte, Stefan de Mistura, el mediador de la ONU, no excluye la reanudación de las conversaciones de Ginebra a lo largo del mes de mayo. Estados Unidos quiere impedir que el gobierno de Damasco avance hacia la frontera con Turquía, asestando así un duro golpe a la “oposición moderada” que sigue apoyando el gobierno de Obama, y, a la vista de los fracasos que ha cosechado su política exterior en Oriente Medio, ha llegado a la conclusión de que debe negociarse en Ginebra el futuro de Siria, aunque ello no excluye que sus aliados en la región (Arabia, Turquía, Israel, y sus tentáculos sobre los grupos terroristas) puedan imponer al país la continuidad de una guerra sanguinaria que ya ha entrado en su sexto año.

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La ofensiva lanzada por todos los grupos armados de la oposición siria contra la ciudad de Alepo, que se encuentra parcialmente en manos del gobierno de Damasco, ha abierto muchos interrogantes sobre el futuro de las negociaciones de Ginebra y sobre la evolución de la guerra. La situación es muy cambiante, y la oposición no ha dudado en bombardear a la población civil, aunque, convertida la ciudad en un frente de guerra, tanto los habitantes de la zona controlada por el gobierno sirio como quienes se encuentran en los barrios en poder de la oposición padecen los bombardeos.

John Kerry, que se ha entrevistado en Ginebra con el ministro de asuntos exteriores de Arabia, Adel al-Jubeir, y con su homólogo jordano, Dzhoda, quiere evitar que el gobierno sirio recupere en su totalidad Alepo, la mayor ciudad del país, y cree que la continuidad de los combates podría agravar la debilidad de la oposición, que ha retrocedido en las últimas semanas tanto en el frente de Alepo, como en la periferia de Damasco, en Latakia, en Palmira, y en la zona central del país, hacia Deir er-Zor y Raqqa, ambas en poder de Daesh. Sin embargo, en el drama sirio hay otros actores relevantes: Arabia, Turquía, e incluso Israel (que no desdeña atacar ocasionalmente a las fuerzas de Damasco), y en los últimos días se ha producido un pacto tácito entre el HNC (el Alto Comité de la “oposición moderada”, según la jerga de Washington), el Frente de al-Nusra (la filial de al-Qaeda en Siria) y Daesh, que han combinado sus fuerzas para atacar al ejército sirio en Alepo. Turquía y Arabia apuestan por aumentar la presión sobre Damasco y reforzar a las fuerzas yihadistas que se le oponen, mientras que Estados Unidos, aunque mantiene su rechazo oficial contra Daesh, no desdeña en contribuir para conseguir el principal objetivo de Washington: derribar a Bachar al-Assad y configurar una nueva Siria en manos de sus clientes y aliados en la zona.

La lucha se produce calle a calle, pero la mayor parte de las víctimas se producen en los bombardeos.

La lucha se lleva a cabo calle a calle, pero la mayor parte de las víctimas son causadas por los bombardeos.

Al mismo tiempo aparecen otros signos preocupantes: Estados Unidos ha pedido contribuciones económicas a sus aliados de la Unión Europea para reforzar a los grupos que respalda en Siria, la conjunción de grupos terroristas y armados que denomina la “oposición moderada”, y el propio Obama ha decidido, en una descarada violación del derecho internacional, dar el visto bueno al envío a Siria de doscientos cincuenta miembros de Operaciones Especiales: verdaderos asesinos profesionales que cuentan con una preparación muy rigurosa para tareas letales. Además, Noruega (miembro de la OTAN) ha decidido enviar a sesenta militares a Jordania para que entrenen a la oposición armada, y el futuro es tan impredecible que un analista tan relevante como Noam Chomsky afirmaba recientemente que Estados Unidos “podría no cumplir el acuerdo nuclear con Irán”, con las peligrosas consecuencias que ello tendría para la situación en Oriente Medio: Irán, que se opone a Arabia y Turquía, es una pieza muy relevante en el complejo jeroglífico de las guerras de Oriente Medio.

La oposición siria, que ha bombardeado un hospital en Alepo, busca la victoria militar a cualquier precio y, aunque el HNC se retiró de las negociaciones de Ginebra, escucha con mucha atención las recomendaciones de Washington, sabedor de que es, junto con Arabia y Turquía, uno de sus principales valedores. Adel al-Jubeir ha mostrado el rechazo de Arabia a lo que denomina la “violación de las leyes humanitarias” por parte del gobierno de Damasco, aunque sin interrogarse sobre la responsabilidad de su país en la dramática situación siria ni sobre la emergencia en Yemen, directamente vinculada a los bombardeos de su aviación sobre la población civil yemenita. Además, al-Jubeir ha vuelto a exigir la salida de Bachar al-Assad de la presidencia siria, a sabiendas de que con ello pone un impedimento fundamental para la continuación de las negociaciones de Ginebra. Arabia continua siendo un fiel aliado de Estados Unidos, pero ello no excluye que tenga su propia agenda  y que mantenga algunas diferencias con Washington.

Pese a todo, el ministro de asuntos exteriores ruso, Lavrov, consciente de la relevancia de que toda la oposición (incluidos el Frente de al-Nusra y Daesh, excluidos de Ginebra y considerados terroristas por el propio gobierno de Washington) haya confluido en ese pacto tácito para atacar Alepo y de sus repercusiones sobre las paralizadas negociaciones de Ginebra, asegura que puede crearse en los próximos días un centro conjunto ruso-norteamericano para evaluar la situación en Alepo y asegurar el mantenimiento de la tregua. Por su parte, Stefan de Mistura, el mediador de la ONU, no excluye la reanudación de las conversaciones de Ginebra a lo largo del mes de mayo. Estados Unidos quiere impedir que el gobierno de Damasco avance hacia la frontera con Turquía, asestando así un duro golpe a la “oposición moderada” que sigue apoyando el gobierno de Obama, y, a la vista de los fracasos que ha cosechado su política exterior en Oriente Medio, ha llegado a la conclusión de que debe negociarse en Ginebra el futuro de Siria, aunque ello no excluye que sus aliados en la región (Arabia, Turquía, Israel, y sus tentáculos sobre los grupos terroristas) puedan imponer al país la continuidad de una guerra sanguinaria que ya ha entrado en su sexto año.

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