¿Volverían las FARC a la guerra? Imprimir
Imperio - Latinoamérica
Escrito por Ancol   
Sábado, 24 de Septiembre de 2016 08:38

Esta es la pregunta que en este momento, tanto dentro o fuera de Colombia, todo el Mundo se hace.

Los partidarios del Sí al plebiscito refrendatorio del 02 de octubre, responden con cierto calculo realista que, votarán precisamente para que las Farc no vuelvan a la guerra, ahora que están a un paso de su desarme definitivo y de su ingreso a la legalidad del Estado colombiano.

Por el contrario, los partidarios del No hacen el cálculo, talvez equivocado, de que las FFMM de Colombia contando con un decidido apoyo imperialista, si pueden derrotar militarmente esa guerrilla en un corto plazo. Dos supuestos de este plan político-militar son inciertos:

UNO,  La legitimidad mundial de las FFMM colombianas, puesta en duda después de 70 años de una ruinosa guerra contrainsurgente sin lograr una victoria militar nítida y legítima, y sobre todo, después de las ejecuciones oficiales de minusválidos y desempleados llamados “falsos positivos”,

Y DOS, “el apoyo decidido del imperialismo mundial”, actualmente entrampado en multiples guerras periféricas sin solución inmediata, para que continúe en Colombia una guerra contrainsurgente totalmente deslegitimada a nivel mundial por el Acuerdo Final de la Habana, que mostró palmariamente a todos cual es el origen Estructural  y Superestructural de la tradicional e histórica guerra en Colombia, y cuales han sido sus (poco rentables pero eso si catastróficos y ruinosos) resultados en la economía y en la sociedad.

En el fondo del fenómeno que se analiza, está el elemento Superestructural de todo Estado moderno cuestionado por ilegítimo: La legitimidad para continuar ejerciendo lo que Gramsci llama la Hegemonía (de la clase que lo domina) más la Coerción, o lo que Max Weber generalizó como fundamento del Estado moderno bajo la categoría sociológica de “el monopolio legítimo de las armas”, que en Colombia ni es monopolio, ni menos legítimo.

Después de varios años y multiples intentos por llegar a un Acuerdo Definitivo entre el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC, como el alcanzado en la Habana en agosto del 2016 y que se va a refrendar el 02 de octubre; las Farc no solamente “han ganado la más hermosa de todas las batallas; la de la Paz”,  como lo dijo el comandante Iván Márquez; sino que han ganado contra el fuego, el viento y la marea, la más difícil de todas las batallas :La de haber derrotado más de 70 años de la más poderosa deslegitimación contrainsurgente y mediática jamás conocida en el mundo occidental, de satanización, de estigmatización, de demonización, de macartismo anticomunista, ect.

Para ser reconocidos por el Mundo entero como un sujeto político alzado en armas, con deberes y derechos reconocidos por la convención de Ginebra o D.I.H, ante el cual va a responder por las graves violaciones en las que haya incurrido durante el desarrollo de la guerra mediante una Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), pactada con el Estado Colombiano en presencia de la Comunidad Internacional y reconocida por la Corte Penal Internacional.

¡Más legitimación no es posible!

¿Entonces, porqué habría las Farc de renunciar a ella, a esa ganancia mundial definitiva lograda después de 60 años de sangre sudor y lágrimas, para volver a deslegitimarse en una guerra ilegítima, como es la guerra contrainsurgente como la colombiana y después de haber dejado claro ante todo el mundo su voluntad inquebrantable por la paz de Colombia y la Región Latinoamericana?

ANNCOL no cree que, si en el plebiscito refrendatorio llegase a ganar el No, las Farc acepten revisar el Acuerdo Final para reacomodarlo a los intereses guerreristas e ilegítimos de quienes hayan ganado representado el No. Tampoco que regresen a la guerra.

Bastará exigir por todos los medios legales, ante todo el Mundo el cumplimiento del Acuerdo Final pactado que tiene características de Tratado Internacional, y en lo interno, liderar frente al gobierno que surja después de esa derrota electoral, el más grande Movimiento Social y Popular para exigir el cumplimiento total de todo lo pactado a nivel nacional.

El acuerdo de la Habana ha sido con el Estado colombiano y su representante legítimo. No con un gobierno cualquiera de un país cualquiera, ni un presidente cualquiera, así este sea tildado por su adversario Uribe, como traidor.

Y ante la deslegitimación del gobierno derrotado electoralmente y su posible colapso, pero contando con la legitimación alcanzada en la Habana; construir un Nuevo Gobierno de Reconstrucción y Reconciliación Nacional como el propuesto en la octava conferencia guerrillera de 1990, que saque a la sociedad colombiana de la profunda crisis en la que se halla sumergida y, cuyo primer paso será la realización de una Asamblea Nacional Constituyente. El proceso constituyente apenas se inicia en Colombia.  

Más legitimación, alcanzada contra el oligopolio mediatico contrainsurgente del Tiempo, el Espectador, la revista Semana, Caracol, RCN, la Silla Vacía, ect, ect y sus multiples combinaciones y sucursales regionales y locales y hasta internacionales, que hoy se resiste a reconocerla e insiste tercamente en deslegitimarla; no es posible alcanzar. Entonces, es sin esas agencias mediatecas profundamente comprometidas con la contrainsurgencia, es que hay que avanzar hacia la paz.  

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Fuente: Ancol