El imperialismo engrosa PDF Imprimir E-mail
Imperio - Latinoamérica
Escrito por Arturo del Villar UCR   
Lunes, 14 de Marzo de 2011 06:18

 Alan Gross, el espía del imperio detenido y condenado en Cuba   Alan Gross reconoció durante el juicio que se le ha seguido en La Habana que trabaja al servicio de la Agencia Internacional para el Desarrollo, financiada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Todo el planeta sabe cuáles son las intenciones del Departamento de Estado gringo sobre Cuba, una islita que derrotó a las fuerzas armadas por la CIA para invadirla: el 17 de abril se cumplirán cincuenta años de la histórica victoria de Playa Girón, en la que los revolucionarios cubanos aniquilaron al imperialismo con más entusiasmo que armamento.

 

   Gross fue detenido el 3 de diciembre de 2009 en La Habana, cuando distribuía equipos de comunicación vía satélite, con los que espías contrarrevolucionarios podrían comunicarse con sus enlaces en los Estados Unidos, a fin de preparar una nueva invasión de la isla.

   La defensa de Gross admitió que repartía esos aparatos, pero solamente entre los miembros de la comunidad del Centro Sefardí. No obstante, Mayra Levy, dirigente de la asociación, declaró que Gross nunca había estado en su sede, y que jamás lo había visto antes del juicio.

   La Fiscalía lo acusó de actos contra la integridad y la independencia de Cuba, por los que solicitó veinte años de reclusión. La sentencia reconoce probados los hechos, pero ha rebajado la pena impuesta a quince años.

   Inmediatamente ha entrado en acción el imperiacinismo. La secretaria de Estado gringa, Hillary Clinton, la becaria del emperador, ha tenido la desvergüenza de exigir al Gobierno Revolucionario que libere a Gross "porque ha sido detenido injustamente durante demasiado tiempo". El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional gringo, Tommy Vietor, ha hecho la misma reclamación "porque esa condena es una injusticia".

   Esto lo dicen quienes mantienen en prisiones gringas desde setiembre de 1998 a cinco cubanos, que investigaban en Miami sobre las actividades terroristas de la gusanera contrarrevolucionaria, con el conocimiento y el permiso del FBI. Pese a ello, en 2001 fueron condenados a largas penas de cárcel, en un juicio carente de garantías, porque el Departamento de Estado así lo exigió. En agosto de 2005 el Tribunal de Apelación de Atlanta declaró la nulidad de ese juicio, pero en el Imperio no hay Justicia independiente. En consecuencia, Gerardo Hernández Nordelo, René González Swheret, Fernando González Llort, Antonio Guerrero Rodríguez y Ramón Labañino Salazar siguen sufriendo la injusticia imperialista.

   De nada sirven las campañas internacionales para reclamar su liberación. El Imperio hace su voluntad. El emperador Obama había prometido cerrar el campo de concentración de Guantánamo, instalado contra todas las leyes internacionales en la isla muy en contra de los cubanos, pero lo único que ha hecho ha sido autorizar que continúen celebrándose juicios militares absolutamente ilegales en ese territorio arrebatado a Cuba por la fuerza colonialista del Imperio más criminal de toda la historia humana.       

   Mientras tanto, el Gobierno cubano libera a los presos de sus cárceles, para satisfacer una demanda del cardenal catolicorromano de La Habana. Son  delincuentes convictos de traición a su patria, que es el peor delito conocido, pero quedan en libertad, y si desean viajar a España con sus familiares se les pagan los billetes de avión y la estancia en hoteles.

   Desde el 29 de julio se halla encerrado en una celda minúscula, en la que no puede moverse, torturado, incomunicado, en la base militar de Quantico, en Virginia, el soldado Bradley Mannine, en espera de juicio. Se le acusa de haber filtrado documentos reservados a Wikileaks, lo que se considera un delito de alta traición por el que se va a pedir la pena de muerte para él.

   En América se trata a los acusados de muy diversas maneras, porque hay varias américas. Sin embargo, el Imperio se autoproclama América en exclusiva, debido a la época en que la CIA organizaba golpes de Estado en los territorios coloniales para imponer a dictadores a su servicio. Pero entonces llegó Fidel, como dice la canción revolucionaria, y ahora los Estados Unidos no son más que una parte de América, la agresiva imperialista y colonialista, obligada a operar en otros lugares del mundo, ya que desde el 1 de enero de 1959 la América Latina ha aprendido a defender su libertad.

   Son países pequeños, escasamente armados porque no piensan en hacer la guerra a nadie, carentes de grandes defensores internacionales, pero cuentan con pueblos amantes de la independencia, decididos a preservar la posesión de sus riquezas naturales frente a la avidez colonialista. Son pequeños, aunque unidos constituyen un poder humano al que nunca podrá vencer el imperialismo. Los nuevos libertadores de la América Latina han derrotado al colonialismo, como hace doscientos años lo consiguieron sus predecesores.

  El Imperio no reconoce a la Corte Penal Internacional, para impedir que se pueda juzgar a sus militares por la comisión de crímenes contra la humanidad cometidos en países ajenos. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas fechado el pasado día 9 de marzo, registra que en 2010 murieron en Afganistán 2.777 civiles a causa de la guerra declarada al pueblo afgano por los invasores colonialistas al servicio del Imperio.

   Dos días antes Gates el Malo, el jefe del Pentágono, al que no se debe confundir con Bill, había pedido perdón públicamente por la muerte de nueve niños afganos a causa de un bombardeo gringo. Esta vez el número de víctimas infantiles llamó la atención de los informadores de Prensa, pero cada día mueren civiles inocentes en las dos guerras abiertas que mantiene el emperador Obama, galardonado con el premio Nobel de la Paz en el que ha sido el mayor acto de cinismo cometido en este siglo.

   No le bastan dos guerras, por lo que amenaza a otros países independientes con invadirlos también: Cuba, Irán, Corea del Norte y ahora Libia se encuentran en el punto de mira de sus intereses. Y lamentablemente cuenta con el apoyo de sicarios sometidos, dispuestos a apoyar sus planes belicistas. La suerte para el mundo consiste en que uno de ellos es el jefe del Gobierno español y secretario generalísimo del partido apodado Socialista, el compañero Rodríguez, que hace fracasar estrepitosamente todo aquello en lo que participa. Suerte para el mundo, aunque desgracia para España, claro está.

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Arturo del Villar es Presidente del Colectivo Republicano Tercer Milenio

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