Irak vivió ayer una sangrienta jornada en la que más de cien personas perdieron la vida y otras 214 resultaron heridas en 22 atentados explosivos perpetrados en 14 ciudades, incluida la capital, Bagdad. La mayoría de los ataques fueron dirigidos contra objetivos de la minoritaria comunidad chiíta, en lo que fue interpretado como una contraofensiva de Al Qaeda, de origen sunita.
Este trágico conjunto de atentados es la más reciente expresión de la violencia desatada por la invasión de Estados Unidos de marzo de 2003, la destrucción y ocupación del país y la liquidación del régimen que encabezaba Saddam Hussein.