El viejo y simpático Tío Sam PDF Imprimir E-mail
Imperio - Las Guerras USA
Escrito por Marcos González Sedano   
Domingo, 13 de Septiembre de 2015 00:00

1255984506174_fSam, tiene las botas manchadas de sangre, allá donde pisa la destrucción está garantizada. Sam trabaja para las grandes corporaciones, para las élites.

Sam, impone su modelo de vida y cuando alguien se le resiste saca a pasear sus portaaviones.

 

Sam, se alimenta del saqueo de pueblos y naciones. Para sus golpes necesita de mil disfraces: libertador, demócrata, proderechos humanos, feminista, ecologista, Premio Nóbel de la Paz…

Para sus saqueos Sam necesita de cómplices, cómplices ricos y pobres, por terror o por lucro, cómplices activos o pasivos.

Sam, el humanista, es bien conocido en Japón, él, arrojo sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki dos bombas nucleares.

Sam, el hipócrita, tiene fama en América Latina, él, adiestro y armo durante décadas a los asesinos, torturados y dictadores de esas latitudes.

Sam, el bueno, se aficionó al napalm en Vietnam y a las bombas químicas en Corea.

Sam, el perseguidor de integristas, no dudó en tomar Afganistán para destituir a los integristas que él había aupado al poder, para él dirigir directamente la guerra de control de la estratégica nación.

El demócrata Sam, no dudo en destruir Irak para quedarse con sus reservas de petróleo y gas. Dejando sobre el terreno a las castas de la guerra y del integrismo al servicio del Imperio.

El pacifista Sam, celebro su victoria en la Guerra Fría, regando Yugoslavia con proyectiles de uranio empobrecido.

Sam, celebró la Primavera Arabe, masacrando Libia y quedándose con un botín de guerra en reservas de petróleo y gas descomunal, que repartió con sus amigos de la UE.

Sam, el defensor de la Organización de Naciones Unidas, ONU, es “la mano que mece la cuna” en el genocidio Sirio. Siria, una Siria que se ha resistido al avance del Imperio en el mundo árabe, defendiendo la libertad, la independencia y la justicia social más allá de sus fronteras. Siria era un mal ejemplo y Sam tenía que castigarla. El botín en petróleo, gas y la situación geoestrategia para aislar al oso ruso, les vale al parecer la pena, en una contienda que no está claro que vaya a ganar.

Sam, el querido pariente de los ministros neonazis ucranianos.

Sam, tiene las botas manchadas de sangre y la barriga llena de armamento y necesita cómplices, en nuestras mentes, en las calles en los parlamentos…Sam, en su decrepitud, necesita para sobrevivir nuestro miedo.

Para vencer al mal, para vencer a Sam, es imprescindible recuperar la memoria histórica individual y colectiva. Sam, no viene a salvarnos, ya le conocemos. No te olvides, para vencer a Sam, lo primero que hay que hacer es renunciar al miedo.

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Fuente: Socialismo 21