Autócratas paranoicos: imperialistas. PDF Imprimir E-mail
Imperio - Estados Unidos
Escrito por Ramón Pedregal Casanova.   
Domingo, 05 de Febrero de 2017 00:00

“¿Decir la verdad? Se tortura a las palabras hasta que ceden y se rinden a sus polos opuestos; cuando vuelven a sus celdas, Democracia, Libertad y Progreso son incoherentes. Y hay otras palabras, Imperialismo, Capitalismo y Esclavitud, que tienen negada la entrada, que son rechazadas en todos los puestos fronterizos, y cuya documentación, confiscada, es entregada a ciertos impostores, como Globalización, Mercado Libre y Orden Natural.

Solución: el lenguaje nocturno de los pobres. Con éste se pueden contar y defender algunas verdades.”

Del libro: “De A para X. Una historia de cartas.” Autor: John Berger.

¿Trump es un autócrata paranoico, o es la burguesía imperial la autócrata paranoica?.

¿Trump es un enfermo, o es la respuesta que tiene el capital-imperio a los problemas y contradicciones que ella misma genera con su sistema?.

El peligro mundial, la amenaza, viene de la mano del aparato estatal estadounidense, no le es suficiente la destrucción país a país. Es el imperio, y eso quiere decir que aspira a la totalidad. Ya ha hecho saber que parte de su estructura estatal ahora se dedica, entre otras cosas de diferente calibre, a estudiar, preparar y determinar las consecuencias de un bombardeo atómico “preventivo” sobre Rusia y China, y ya prepara un bombardeo de esas características de Corea del Norte situándo aviones con capacidad para bombas nucleares, en Corea del Sur.

¿Trump está loco?. De Hitler se llegó a decir que estaba loco. Querían los promotores de tal consigna que nadie pensase en el modelo político y social.

Churchil, representante del imperio británico en su día, se adelantó a Hitler y ha quedado como un perfecto demócrata capitalista. La propaganda del sistema nunca ha dicho que era un loco, aunque hablase con soltura de los mismos crímenes que el alemán cometería más tarde, se quejaba en The Guardian de quienes protestaban por la represión desatada sobre quienes en la India se rebelaron en 1917 contra Inglaterra:

“No entiendo estos remilgos contra el uso del gas. Estoy completamente a favor de usar gases venenosos contra tribus incivilizadas.”

¿Era el tratamiento que daba un sólo indivíduo, o lo daba el grupo clasista que dirigía el sistema “civilizado” imperial, la burguesía y la monarquía inglesa?. Churchil verbalizó lo que mandaba hacer la clase dominante inglesa. Y nos referimos a Churchil, pero hubo otros gobiernos que bajo el mando de la burguesía y sus monarcas emplearon el mismo castigo sobre los nativos, sin ir más lejos el ejército colonial español en Marruecos.

Ahora bien, como el busto que han puesto en el despacho de Trump es de Churchil y los tres: Trump, Churchil y Hitler comparten la idea de raza superior, y en el despacho de Trump han puesto el busto de Churchil como ejemplo a seguir, es conveniente recordar la declaración que el inglés hizo en 1937 sobre Hitler:  

“Quienes se han encontrado con el señor Hitler cara a cara en asuntos públicos han podido apreciar que se trata de un político altamente competente, ponderado, bien informado, de modales agradables y una seductora sonrisa.”

Cuando Alemania nazi se volvió contra la burguesía y la aristocracia europea, que le admiraba por sostener el sistema capitalista y emplearse contra la Unión Soviética, esa misma burguesia y aristocracia encubrieron el sistema que había producido antes a un Churchil y luego a Hitler, y propagaron el calificativo de loco para definir al representante del bigote recortado y el flequillo sobre la frente.

Se empieza a decir que Trump es un autócrata paranoico. ¿Trump es un autócrata paranoico, o es la burguesía imperial la autócrata paranoica?.

¿Trump es un enfermo mental, o es la respuesta que tiene el capital-imperio a los problemas y contradicciones que ella misma genera?.

El escritor John Berger declara que para explicar las cosas la solución la tenemos en “el lenguaje nocturno de los pobres. Con éste se pueden contar y defender algunas verdades.”

Por boca de Hitler hablaba la burguesía alemana, y su ejército intentó destruir la Rusía de los proletarios. Pero en el camino la burguesía alemana se enemistó con sus ayudantes europeos y estadounidenses. Los hechos quedan: fue el ejército de la burguesía estadounidense el que tiró dos bombas atómicas sobre el imperio japones, aliado de Hitler, al que se adelantó Churchil y luego éste admiraría. Ahora Trump admira a Churchil y habla de razas y de emplear bombas atómicas como “ataques preventivos” para dominar el mundo.

El imperio estadounidense nació del resultado de esa 2ª gran guerra. La filosofía del imperio estadounidense se sustenta en la experiencia colonialista que dió lugar a su creación como Estado, para lo que, a sangre y fuego, exterminó a los pueblos originarios.

Los insultos y burlas de Trumpo a la Comunidad Internacional son la expresión de la burguesía estadounidense dominante.

Quedarse de éste lado en los insultos y burlas a Trump no es emplear el lenguaje de los pobres al que alude Berger, no sirve para que veamos el sistema imperial. No es un paranoico quien puede hacer que el mundo como lo conocemos desaparezca, es la clase a la que pertenece, la responsable del sistema imperial de explotación humana, al que ahora llaman globalización.

El imperio no es la obra de un autócrata narcisista paranoico. Es el sistema del 1% de los habitantes de EEUU.

A las clases trabajadoras nos queda el examen de la unidad para hacer frente a semejante monstruo.

El último llamamiento a la unidad frente al imperio lo ha hecho el Presidente de Cuba, Raul Castro, en la Cumbre de la CELAC: “unidad en la diversidad”, puntualizó ante los representantes latinoamericanos allí presentes.

La división de los pueblos nos debilita, es la primera fuerza contra nosotros, y a su vez la peor carga que soportamos pues resulta la más antígua, la que tenemos hincada en las vértebras para que no nos enderecemos, no adquiramos conciencia, dignidad, esperanza.

Los Churchil, Hitler, Trump ... son la expresión vívida de la burguesía imperial, siempre amenazante, siempre agresiva, siempre criminal, que para realizar su objetivo es autócrata paranoica.

Empecemos con el lenguaje nocturno de los pobres. Con éste se pueden contar y defender algunas verdades.