Lo que Obama nunca hizo por los de su raza Imprimir
Imperio - Estados Unidos
Escrito por Rafael Silva   
Jueves, 13 de Octubre de 2016 04:55

Cuando hace ocho años se proclamaba a Barack Hussein Obama como Presidente de los Estados Unidos, una muchedumbre de miles de personas afroamericanas se concentraban en el acto, muchas de ellas incluso con lágrimas en los ojos, ante la tremenda y supuesta revolución que suponía que la Casa Blanca tuviese su primer inquilino negro. En efecto, este hecho jamás se había producido en la historia de USA, y era de prever, por simple lógica humana y política, que por fin íbamos a disfrutar de una presidencia que mitigara, al menos un poquito, el enorme racismo de la sociedad norteamericana.

¡Ilusos todos los que pensamos así! Porque cuál ha sido nuestra amarga sorpresa, al comprobar que, después de ocho largos años de mandato, el Presidente Obama no sólo no ha representado ningún avance en este sentido, sino que aún ha polarizado más la sociedad que se encontró. Una sociedad que, después de su doble mandato, mantiene un perfil más injusto y racista con los afroamericanos que antes de que Obama llegara a la presidencia. Los últimos disturbios se han situado hace poco más de una semana en la ciudad de Charlotte, en el Estado de Carolina del Norte, que ha sido escenario de violentas protestas y saqueos, que fueron reprimidos por la policía con el uso de gases lacrimógenos. En lo que va de 2016, la policía estadounidense mató a 697 personas, de las cuales 172 eran afrodescendientes. 

Esos disturbios, como tantos otros recientemente ocurridos, siempre se han debido a las polémicas muertes de negros a manos de la policía, vilmente baleados por agentes a pesar de estar desarmados. Incluso niños jugando con pistolas o artefactos de plástico han resultado muertos de forma despiadada por los agentes de esa policía racista, la cual, lógicamente, es un fiel reflejo de la racista sociedad, y del institucionalismo racista norteamericano. Los argumentos siempre los mismos: "Los agentes consideraron al sospechoso como una amenaza", cuando se hacen circular innumerables vídeos que demuestran todo lo contrario. Los dirigentes políticos se limitan a hacer "llamamientos a la calma", algo absolutamente imposible para una comunidad que se ve continuamente maltratada por una policía que no deja de acosarlos y matarlos a quemarropa. Y ante todo este lento genocidio, el Presidente Obama no mueve ni un músculo en defensa de los de su raza. Tibios discursos, llamamientos a la calma, a la tranquilidad y a una justicia que investigará los hechos ocurridos, cuando es palmario que en la inmensa mayoría de los casos, los policías implicados salen de rositas de dicha situación, y las familias de los afroamericanos se quedan con sus muertos bien muertos y enterrados. Porque el goteo de muertes de negros en USA es constante, incesante, demoledor. 

Tristemente, Obama nunca hizo nada por los de su raza. Antepuso sus intereses de clase a los intereses de su gente, de sus ancestros, de sus actuales negros marginados, y se dedicó, al igual que el resto de ex Presidentes, a gobernar para la minoría poderosa. Y así, el clima de tensión social que se vive en Estados Unidos por los graves conflictos desatados es enorme, ante la inacción de un Presidente de su misma raza, que ha resultado ser sólo un triste espejismo. Un Presidente negro que ha preferido, porque era lo más fácil, ignorar el profundo racismo que existe en su país, y lo dura y difícil que es la vida para los de su raza. Como nos recuerda Nazanín Armanian en este artículo para Publico: "La esclavitud abolida en 1899 fue sustituida por un Apartheid institucional, respaldado por la organización terrorista Ku Klux Klan. Hoy hay más hombres negros en la cárcel y en libertad condicional de los que había esclavizados en el siglo XIX". Porque asímismo, la población carcelaria estadounidense es la mayor con diferencia, proporcionalmente hablando, de todos los países (con sólo el 5% de la población mundial, Estados Unidos alberga el 25% de la cifra total de presos del mundo). Armanian nos ofrece un dato significativo y rotundo: en Ferguson, con el 60% de los vecinos afros, el alcalde y el jefe de la policía son blancos, y sólo tres de los 53 policías son ciudadanos negros. Pero al Presidente Obama, como miembro de la burguesía, nunca le han interesado estos datos: sus lazos de clase siempre han estado por encima de sus lazos de raza, etnia o religión. 

Y ante tal inacción, los datos cantan por sí mismos. De entre las 18 millones de mujeres estadounidenses que viven bajo el umbral de la pobreza, las negras doblan la cifra de las blancas. El ingreso medio de los hogares blancos es de unos 91.000 dólares anuales, el de los negros sólo 7.000. Las cifras de desempleo representan el doble para negros que para blancos. Casi el 80% de las personas detenidas y cacheadas en la calle por la policía son negros y negras. Una persona negra tiene seis veces más probabilidades de ir a la cárcel en USA que una persona blanca. Hoy día hay más jóvenes negros en la cárcel que en la Universidad. Y ante un mismo delito, el reo negro pasará más tiempo en prisión que su homólogo blanco. El Presidente Obama nunca hizo nada para cambiar estas terribles cifras. Ignoró su deber de proponer medidas sociales de discriminación positiva hacia los negros, así como programas educativos especiales, para reducir la brecha multifacética entre las razas. Las principales asignaturas pendientes son el fin de la guerra contra los negros (terminar con las detenciones masivas, la criminalización de los negros y sus impunes asesinatos), las reparaciones debidas (por daños históricos y actuales al conjunto de su raza), reinvertir en las comunidades negras (desinvertir en represión e invertir en salud, educación y políticas sociales), justicia económica, control comunitario (en cuanto a leyes, instituciones y políticas orientadas a la superación del problema racial) y poder político (habilitar canales y cauces de comunicación de la comunidad afrodescendiente en los principales medios, empresas e instituciones). 

La lamentable situación cotidiana de la población afroamericana estadounidense es crónica y asfixiante. La policía no está para ayudarles, está para matarlos. Y esa es la guinda de un perverso pastel que se cocina desde que un bebé negro nace en Estados Unidos. Ese hecho determinará el resto de su vida, que se manifestará en discriminación, brecha salarial, impedimentos jurídicos, explotación laboral, desempleo, pobreza, y si estás en algún sitio equivocado en un mal momento, muerte a balazos a mano de insensibles policías apoyados por un corrupto sistema racista de seguridad. Parece como si, ya desde las Academias de Policía, estos agentes fueran formados para disparar y luego preguntar, si es que se trata de población negra. Los agentes de policía sufren incluso presiones institucionales para comportarse de esta forma. En el Estado de Virginia, ya han comenzado a despedir a aquéllos agentes que no matan a afroamericanos. Han llegado a fabricar pruebas falsas para inculpar a los negros que matan. Los vídeos que circulan por Internet así lo demuestran. El despliegue de violencia gratuita hacia la población negra es vomitivo, insoportable e indignante en una sociedad que se llama "democrática". Y ante todo este catálogo de despropósitos, el Presidente Obama ni está ni se le espera. ¡Cuánto tiempo desperdiciado para poder mejorar la vida de los de su raza! ¡Qué más quisiera Obama que estar fabricado con la misma pasta de Martin Luther King, de Malcom X, de Nelson Mandela o de Mohammed Ali, entre otros muchos! Ellos sí que fueron auténticos líderes para su raza, y dedicaron su vida a la recuperación de los derechos y el bienestar de los suyos, dentro de sus posibilidades. Ellos sí constituyen auténticos referentes donde mirarse, auténticos espejos de coherencia y valentía. Obama sólo ha sido un Presidente negro, pero al fin y al cabo, un Presidente más. Un representante más de la élite de los de su clase, que jamás, durante sus ocho años de mandato, ha movido un dedo ni ha lanzado grandes reformas democráticas que incidan sobre la vida de los afroamericanos en su país. ¡Cuántas ilusiones defraudadas, cuánto llanto estéril, cuántos esfuerzos derrochados para nada!

Como corolario, vamos a recoger la original y sucinta exposición de terribles hechos que ya se han vuelto cotidianos en Estados Unidos, publicada recientemente por Mumia Abu-Jamal en su artículo "La política de la muerte", fiel reflejo de la triste realidad: "Ha sucedido una y otra vez, y otra, y otra, y otra vez. Un policía llega a la escena. Ladra o gruñe una orden. Y en un instante, una persona muere. Probablemente una persona de piel oscura. Probablemente una persona negra. De inmediato, irrumpe en la escena el lenguaje de despersonalización usado por los policías y los medios corporativos: "Sospechoso". No persona, "sospechoso". ¿Y el crimen? Él no obedeció. Ella no acató mi orden de apagar su cigarrillo. Muerte por desobediencia. Acatar o morir. Échate al suelo porque eres un sospechoso. ¿Sospechoso de qué? No importa. Cualquier cosa puede servir. No tienes la libertad de decir "no". No tienes libertad. No existes. Como nazis de poca monta, los policías toman decisiones como ésta cada día, día tras día, día tras día, día tras día. Los muertos mueren. Las familias lloran. Y no pasa nada. Porque el que murió es un nadie. Otra alma oscura murió en "América", ya saben, "la tierra de la gente libre". Nadie. Sólo un sospechoso. Sólo un nigger". Triste y real como la vida misma. 

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Fuente: Blog de Rafael Silva