Siglas, hambre, guerras, timos Imprimir
Imperio - Las Guerras USA
Escrito por Antonio Aramayona / La utopía es necesaria   
Miércoles, 03 de Agosto de 2011 00:00

Marionetas del poderSacaron sus pieles de cordero para disparar a discreción sus misiles y bombas en Libia a fin de "proteger a la población civil", al igual que se las habían puesto para "defender los derechos humanos", especialmente los de las mujeres, en Afganistán. Se suelen llamar "aliados", aunque cada vez tienen menos reparos en identificarse con su nombre real: OTAN. No hicieron nada en la República Democrática del Congo (allí obtienen ya sin dificultades el coltán que necesitan Nokia, Sony, Motorola y compañía) o en Túnez, Siria, Egipto, Ruanda, Burundi, Etiopía...

 

 Ahora tampoco mueven un dedo en Somalia: al parecer, una hambruna gigantesca para once millones de seres humanos no tiene nada que ver con los derechos humanos o con la protección de la población civil; al parecer, a los gendarmes del mundo rico les parece demasiado costoso barrer del mapa a Al Shahab, una milicia integrista que controla la zona y presentada como afluente de Al Qaeda.

Esos integristas islámicos de Somalia son la encarnación del mal por no permitir el acceso de las organizaciones humanitarias a la zona en conflicto. Sin embargo, los israelíes son adalides de la democracia en Oriente Próximo aunque (o porque) no permiten el acceso de la Cruz Roja y las sucesivas Flotillas humanitarias a la Franja de Gaza.

 


El Banco Mundial, institución altruista de primer orden, va a destinar 348 millones de euros para paliar la hambruna existente en el Cuerno de África, pero previamente ha sumido en la pobreza o ha esquilmado, por acción u omisión, a medio planeta los recursos económicos mínimos para la subsistencia. De los doce directores ejecutivos del BM cinco son elegidos por los cinco países que tienen mayor número de acciones (EE.UU., Japón, Alemania, Francia y Reino Unido) y los siete restantes por la Junta de Gobernadores, cuya composición está bajo pleno control de los países poderosos. El número de votos de cada país es proporcional a su riqueza y a la suscripción de capital, de tal forma que, por ejemplo, EE.UU. controla el 16,38% de los votos, mientras que 24 países africanos juntos controlan el 2,85% del total.

 
Para no ser menos, el FMI lleva treinta años destruyendo con su política abiertamente neoliberal la economía agraria de la zona y el modo de producción agraria pastoril de Somalia, a la vez que ha ido exigiendo devaluaciones continuas, recortes en el gasto básico social, privatizaciones a gogó y una delirante compra de armas, lo que ya en 2001 desembocó en una deuda externa de Somalia de 2.562 millones de dólares y en una absoluta dependencia del exterior en forma de ayudas a pagar a precio de oro. No obstante, los poderosos protegen con esmero las reservas somalís de uranio, hierro, estaño, yeso, bauxita, cobre y gas natural. Un país potencialmente con recursos suficientes se ve así abocado a la miseria.

 
Pues bien, el FMI, entre cuyos objetivos principales está "facilitar el comercio internacional y reducir la pobreza", cuenta con 187 países miembros (ab ovo e in aeternum presididos por un estadounidense y dirigidos por un europeo), cuyo poder de voto depende del tamaño de su PIB, cuenta corriente, reservas internacionales y otros elementos económicos. Dado que EE.UU. posee el 16,74%, tiene también poder de veto sobre las decisiones tomadas por el FMI, mientras que 24 países africanos juntos poseen el 1,34%. Hablando de vetos, es un escarnio internacional el derecho a veto, veleidosamente ejercido en no pocas ocasiones, de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (EE.UU., Gran Bretaña, Francia, China y Rusia).


El Gran Hermano económico-financiero vela por nosotros. Nos bombardea con palabras hermosas, que en sus manos son globos pinchados: libertad, democracia, seguridad, progreso, riqueza... Las palabras hermosas son minas antipersona para buena parte de los seres humanos. Estamos en sus manos, en manos de los grandes beneficiarios de ese Gran Hermano, en manos de los más ricos de los países ricos, que poseen montañas de dinero y un poder omnímodo para hacer lo que más les convenga a sus intereses. Diseñan un grupo de entes, demiurgos, títeres y entidades de voracidad infinita y dispuestos a devorarse mutuamente al menor descuido. Manejan mercados, controlan movimientos, rechazan regulaciones y miradas indiscretas, deciden el destino de miles de millones de seres humanos.


Montan asimismo ciclópeas organizaciones con estatutos biensonantes donde reúnen a centenares de países con voz de pacotilla y voto de humo. ONU, FAO, Unesco... OMC, BM, FMI, BCE... OPEP, UE, OEA, OTAN... Bonitos teatros de marionetas en los que cada persona puede ser espectadora de cómo la manejan sin remilgos. Diseñan desastres financieros para enriquecerse, globalizan su mercado para que el beneficio sea el mayor posible, califican como antisistema a todo cuanto se les oponga.


Nos queda la rebelión de las mentes y de las vidas. Afirmar con fuerza que otro mundo es posible y ponernos de inmediato manos a la obra. Esgrimir la utopía como medio inalienable para alcanzar un mundo realmente humano, justo y libre, a sabiendas de que optar por la utopía no equivale a optar por lo imposible o lo irrealizable, sino por el grado máximo y óptimo del mundo y de la vida. De paso, es posible también arrancar del ámbito de lo maldito palabras como rebelión, revolución, rebeldía, insurrección, desobediencia o resistencia, y devolver su auténtico significado a palabras como paz, justicia, libertad, solidaridad, igualdad, derechos humanos, derechos cívicos, derechos laborales...