1. Qué queremos? Las Asambleas Constituyentes somos un grupo de ciudadanos y ciudadanas, diversos en su procedencia social y su adscripción ideológica, que deseamos activar un proceso constituyente.
2. Qué es un proceso constituyente? Un proceso constituyente implica la activación del poder constituyente. Este es, ni más ni menos, que el poder de todos y todas, el poder soberano sin límites. Si lo prefieres, también puedes decir que significa activar un poder popular absoluto. Es en este poder donde reside la legitimidad última en una democracia, y no en el poder constituído, que es todo aquel creado a partir de una Constitución aprobada por el pueblo: parlamentos, judicaturas, partidos y sindicatos.
Un proceso constituyente debe desembocar en la creación de un nuevo marco, legitimado por el poder constituyente, que rija la vida social en la que todos nos movemos. En definitiva, debe desembocar en la redacción de una nueva constitución, creada y aprobada por el pueblo. Esta nueva constitución no puede, ni debe, ser aprobada por un grupo de expertos o de políticos, sino que debe ser resultado de un proceso en el que prime la democracia directa, sin ningún tipo de cabildeo en las cúpulas.
3. Qué no es un proceso constituyente? Un proceso constituyente no es una reforma del poder constituído. No se trata de reformar la constitución, los partidos o las instituciones, sino de iniciar un proceso que permita crearlas desde cero, haciendo borrón y cuenta nueva. Nada de pactos entre partidos o sindicatos.
4. Por qué es necesario un proceso constituyente? Hoy en día es más necesario que nunca un proceso constituyente. La Constitución de 1978, ya de por si creada a espaldas de la voluntad popular mediante acuerdos en las élites políticas de la Transición, está completamente desligitimada. La reforma del techo de déficit realizada, junto con los severos recortes acometidos en estos últimos meses, han vaciado por completo a las instituciones emanadas de esta constitución de legitimidad popular.
Los políticos que toman decisiones en el actual marco constitucional lo hacen en función de los intereses de la élite financiera y empresarial, y no de la mayoría de la población. Esta constitución, que reconoce la soberanía popular, es incapaz ya de hacerla efectiva. Por eso es necesario crear una nueva constitución que recoja las exigencias populares que a día de hoy se están expresando en las calles, haciéndolas ley suprema por encima de los intereses particulares de una minoría.
5. Quienes son los protagonistas? Los protagonistas no pueden ser élites, politburós o secretariados. El protagonista tiene que ser el pueblo, como ciudadanía organizada de una manera plural. Un proceso constituyente democrático debe ser abierto y radicalmente inclusivo, creador de un nuevo pacto social de progreso, respetuoso con los derechos naturales de todos y todas. En este proceso debe reinar el espíritu fraternal de cooperación, la empatía y el respeto por la existencia de todos y todas, y los derechos de ella emanados.
6. Primero tenemos que destituír.
Para iniciar un proceso constituyente, primero es necesario que se consume uno destituyente. Que la ciudadanía, el pueblo, dejen meridianamente claro que el actual marco constitucional ya no responde a la voluntad popular, y que por tanto ha perdido toda legitimidad. Obviamente, el poder constituído, todos aquellos que sostienen el actual estado de las cosas, se resistirán a ello. Pero esto no es óbice para mostrar que ya no nos representan.
7. Es una cuestión de responsabilidad. Un proceso constituyente necesita de un pueblo consciente. No se puede hacer con una masa de individuos atrapados en la desesperanza, el cinismo o la irresponsabilidad. Un proceso constituyente nos emplaza a todos en la necesidad de implicarnos en el futuro de todos.
Apoyar un proceso constituyente es un ejercicio de responsabilidad individual y colectiva. Y también un ejercicio de esperanza y de optimismo, de fe en el poder de todos y todas para construir un futuro mejor. Es una apuesta por nuestra capacidad para madurar como sociedad y como individuos, tomar la rienda de nuestras vidas y conjurarnos para derrotar a los oscuros (o no tan oscuros) intereses que quieren gobernar y expoliar nuestras vidas sin responder ante nadie.
8. Es posible hacerlo. Tenemos ejemplos recientes de procesos constituyentes, culminados o en marcha. La ola constituyente de América Latina, iniciada en los 90, y que culminó con nuevas constituciones emanadas desde la voluntad popular, es el ejemplo más reciente de triunfo de procesos constituyentes. Los procesos, aún en marcha, de Túnez e Islandia, son ejemplo de procesos aún en marcha, impulsados desde la calle y la voluntad popular.
9. No nos dejemos engañar. NO estamos viviendo una simple crisis, sino una ofensiva por acabar con los derechos conquistados, subordinando las democracias a la lógica de mercados financieros dominados por auténticos reyezuelos financieros, que dominan a la clase política. No estamos en la calle para pedir que no se recorten derechos, sino para defender la democracia. Más nos vale que abramos cuanto antes los ojos a esta realidad.
10. Una revolución democrática, de todos y para todos. Un proceso constituyente tiene la potencialidad de ser una revolución democrática y pacífica, que permita dar el freno a la ofensiva neoliberal, y plantear la creación de una sociedad de libre e iguales, sin la cual no hay democracia posible. Una revolución para todos y todas, para el 99%. Una apuesta decidida por una sociedad más feliz. Una apuesta ganadora, si nos decidimos por ella.
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Fuente: Constituyentes
Decálogo de los Constituyentes On 08/17/2012 · In Entradas ....1. Qué queremos? Las Asambleas Constituyentes somos un grupo de ciudadanos y ciudadanas, diversos
en su procedencia social y su adscripción ideológica, que deseamos activar un
proceso constituyente.
2. Qué es un proceso constituyente? Un proceso constituyente implica la activación del poder constituyente. Este es,
ni más ni menos, que el poder de todos y todas, el poder soberano sin límites. Si
lo prefieres, también puedes decir que significa activar un poder popular
absoluto. Es en este poder donde reside la legitimidad última en una democracia, y
no en el poder constituído, que es todo aquel creado a partir de una Constitución
aprobada por el pueblo: parlamentos, judicaturas, partidos y sindicatos.
Un proceso constituyente debe desembocar en la creación de un nuevo marco,
legitimado por el poder constituyente, que rija la vida social en la que todos nos
movemos. En definitiva, debe desembocar en la redacción de una nueva constitución,
creada y aprobada por el pueblo. Esta nueva constitución no puede, ni debe, ser
aprobada por un grupo de expertos o de políticos, sino que debe ser resultado de
un proceso en el que prime la democracia directa, sin ningún tipo de cabildeo en
las cúpulas.
3. Qué no es un proceso constituyente? Un proceso constituyente no es una reforma del poder constituído. No se trata de
reformar la constitución, los partidos o las instituciones, sino de iniciar un
proceso que permita crearlas desde cero, haciendo borrón y cuenta nueva. Nada de
pactos entre partidos o sindicatos.
4. Por qué es necesario un proceso constituyente? Hoy en día es más necesario que nunca un proceso constituyente. La Constitución de
1978, ya de por si creada a espaldas de la voluntad popular mediante acuerdos en
las élites políticas de la Transición, está completamente desligitimada. La
reforma del techo de déficit realizada, junto con los severos recortes acometidos
en estos últimos meses, han vaciado por completo a las instituciones emanadas de
esta constitución de legitimidad popular.
Los políticos que toman decisiones en el actual marco constitucional lo hacen en
función de los intereses de la élite financiera y empresarial, y no de la mayoría
de la población. Esta constitución, que reconoce la soberanía popular, es incapaz
ya de hacerla efectiva. Por eso es necesario crear una nueva constitución que
recoja las exigencias populares que a día de hoy se están expresando en las
calles, haciéndolas ley suprema por encima de los intereses particulares de una
minoría.
5. Quienes son los protagonistas? Los protagonistas no pueden ser élites, politburós o secretariados. El
protagonista tiene que ser el pueblo, como ciudadanía organizada de una manera
plural. Un proceso constituyente democrático debe ser abierto y radicalmente
inclusivo, creador de un nuevo pacto social de progreso, respetuoso con los
derechos naturales de todos y todas. En este proceso debe reinar el espíritu
fraternal de cooperación, la empatía y el respeto por la existencia de todos y
todas, y los derechos de ella emanados.
6. Primero tenemos que destituír.
Para iniciar un proceso constituyente, primero es necesario que se consume uno
destituyente. Que la ciudadanía, el pueblo, dejen meridianamente claro que el
actual marco constitucional ya no responde a la voluntad popular, y que por tanto
ha perdido toda legitimidad. Obviamente, el poder constituído, todos aquellos que
sostienen el actual estado de las cosas, se resistirán a ello. Pero esto no es
óbice para mostrar que ya no nos representan.
7. Es una cuestión de responsabilidad. Un proceso constituyente necesita de un pueblo consciente. No se puede hacer con
una masa de individuos atrapados en la desesperanza, el cinismo o la
irresponsabilidad. Un proceso constituyente nos emplaza a todos en la necesidad de
implicarnos en el futuro de todos.
Apoyar un proceso constituyente es un ejercicio de responsabilidad individual y
colectiva. Y también un ejercicio de esperanza y de optimismo, de fe en el poder de todos y todas para
construir un futuro mejor. Es una apuesta por nuestra capacidad para madurar como
sociedad y como individuos, tomar la rienda de nuestras vidas y conjurarnos para
derrotar a los oscuros (o no tan oscuros) intereses que quieren gobernar y
expoliar nuestras vidas sin responder ante nadie.
8. Es posible hacerlo. Tenemos ejemplos recientes de procesos constituyentes, culminados o en marcha. La
ola constituyente de América Latina, iniciada en los 90, y que culminó con nuevas
constituciones emanadas desde la voluntad popular, es el ejemplo más reciente de
triunfo de procesos constituyentes. Los procesos, aún en marcha, de Túnez e
Islandia, son ejemplo de procesos aún en marcha, impulsados desde la calle y la
voluntad popular.
9. No nos dejemos engañar. NO estamos viviendo una simple crisis, sino una ofensiva por acabar con los
derechos conquistados, subordinando las democracias a la lógica de mercados
financieros dominados por auténticos reyezuelos financieros, que dominan a la
clase política. No estamos en la calle para pedir que no se recorten derechos,
sino para defender la democracia. Más nos vale que abramos cuanto antes los ojos a
esta realidad.
10. Una revolución democrática, de todos y para todos. Un proceso constituyente tiene la potencialidad de ser una revolución democrática
y pacífica, que permita dar el freno a la ofensiva neoliberal, y plantear la
creación de una sociedad de libre e iguales, sin la cual no hay democracia
posible. Una revolución para todos y todas, para el 99%. Una apuesta decidida por una sociedad más feliz. Una apuesta ganadora, si
nos decidimos por ella.
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